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Un silencio casi sepulcral invadió en la mesa, se miraron unos a otros.Amaranta tocó su pecho, tuvo un miedo atroz.Las manos de Diego temblaban al ver esa imagen, luego mirò a Amaranta, la decepción en su mirada hizo que la mujer temblara de miedo.—¡No! Escúchame, Diego.Amaranta quiso tocarlo, pero èl se alejó.—¿Fue con este hombre con que escapaste? —exclamó Diego.Amaranta tembló, no sabía qué decir.—¡Claro! —exclamó rabioso, recordando todo—. ¡Dijiste que era un hombre casado, que te engañó!Enrique estaba asustado, de pronto, Diego se le fue encima.Diego y Enrique pelearon a golpes, pero Enrique fue quien recibió los peores remanentes.Jorge los detuvo.—¡Cálmense!Diego mirò a Amaranta con rabia.—¡¿Cómo pudiste?! —exclamó.El hombre se alejó de ahí.Amaranta intentó irse, pero Jerónimo la detuvo.—¡Amaranta! ¿De verdad hiciste esto?Amaranta hundió la mirada con tristeza.—Perdóname, tío, sí, pero no fui su amante. Yo amaba a Enrique, èl me secuestro el día de mi boda, lue
Enrique se fue de casa horas antes. Silvia intentó interceder por él, pero no lo consiguió. La mujer no fue capaz de irse.Mariza y Jorge caminaban por los jardines.—No me puedo creer que este viaje se arruinará así.—Estoy angustiada por Amaranta, Jorge, ¿qué hará Diego?—Intenté detenerlo, pero Amaranta decidió ir con èl.—Jorge, deberíamos irnos lejos, tengo miedo de todo esto.Jorge abrazó a Mariza, supo que ella tenìa razón, besó su frente y sus labios, sonrieron después al ver al pequeño Luca que jugaba con la niñera por los jardines.***Amaranta y Diego llegaron hasta su casa.Èl estaba enfurecido, ni siquiera quiso mirarla.Amaranta entró en su habitación, sollozó sin control, no podía creer que todo hubiese acabado así.Por la noche, Diego llegó a la habitación, estaba medio borracho.—Desnúdate.Ella frunció el ceño, confusa.—¡¿Qué dices, Diego?!—¡Que te desnudes, para eso sirves! ¿No? ¿O le preguntó a tu querido primo?Ella se levantó y pegó a su rostro.Los ojos de Dieg
Mariza llamó a Jorge, e indicó que debía venir al hospital, ya que Amaranta estaba internada.Jorge estaba a punto de ir hasta ese lugar, cuando Diego entró en su oficina.—¡Dile a tu esposa que no vuelva a acercarse a mí!Jorge se levantó y fue por èl, tomando su cuello con fuerza.—¡¿Cómo te atreves?! No te metas con mi esposa, ¿qué le hiciste a Amaranta? ¿Por qué está internada en un hospital?Los ojos de Diego se abrieron enormes.—¡¿Qué?! Yo… no lo sabía, ¿Qué le ha pasado?—¡¿Qué le hiciste?!Diego tuvo terror al recordar donde la había dejado.—¿En qué hospital está?Jorge le dijo y salieron para allá.Jorge fue el primero en llegar, y Mariza lo abrazó.—Tiene una fuerte neumonía, el doctor dice que…Mariza vio a Diego con rabia.—¿Cómo está?—¿Cómo si te importara?—Necesito saber cómo está —sentenció.El doctor apareció. Detrás de èl, Enrique iba entrando, ya que él siguió a Jorge cuando lo vio salir tras el auto de Diego.—La paciente tiene neumonía, estamos revisando su evol
Amaranta y Diego salieron del juzgado. Jorge los mirò con duda.—¿Por qué están juntos, Amaranta?Ella se veía nerviosa.—Por favor, no te opongas, iré con Diego, haremos la prueba de paternidad; si sale negativa, le daré el divorcio, pero si es positiva, intentaremos arreglar esto.Jorge negó igual que Mariza.—¡Amaranta!—Ella ya tomó su decisión, además, no esperaremos al parto, en unas semanas podremos saber la verdad.Jorge mirò a Amaranta.—No estás sola, Amaranta, tienes una familia que puede protegerte.—Amaranta…—Es mi decisión.Mariza y Jorge no pudieron hacer, vieron a la mujer ir con ese hombre.Mariza estaba vuelta loca de rabia.—¡Es que no puedo creer que la haya convencido! ¿Amaranta perdió la razón?Jorge acarició el rostro de su esposa.—No te molestes tanto, puede hacerte daño, mi amor, está bien. Déjala que tome sus decisiones, estaremos aquí para ella.Jorge besó los labios de su esposa. Ella asintió.—Por cierto, debemos ir a donde el investigador, ¿si iremos?Èl
Amaranta estaba desesperada. No entendía lo que acababa de pasar, pero estaba cerca de Enrique, que brotaba sangre del estómago.—¡¿Qué has hecho, Diego?!—¿Lloras por tu amante? Dime, ¿o lloras por mí?Amaranta ordenó que llamaran a una ambulancia.—Diego, basta, mira lo que hiciste.—Me iré a prisión, al menos defendí nuestro honor.—Yo te necesito libre, así que no irás a ningún lado.Amaranta llamó a Jorge, estaba envuelta en llanto.Cuando llegaron los paramédicos, Amaranta dijo que fue una bala perdida, un accidente.Enrique fue trasladado al hospital.***En el hospital.Enrique fue llevado al quirófano, tenía aún la bala adentro.Amaranta y Diego llegaron hasta ahí. Diego comenzaba a darse cuenta de lo que había hecho.—Voy a decir la verdad.Amaranta acunó su rostro.—¡Te lo prohíbo! No lo hagas, por favor.Jorge llegó, estaba desesperado.—¿Qué pasó a Enrique?Amaranta tembló de miedo, pero antes de decir nada, Jorge habló.—Yo le disparé.Jorge le mirò impactado, estuvo a p
Al día siguiente.Mariza llevó a Luca al colegio, estaba por volver a casa. Cuando vio a Augusto en una calle, el hombre caminó hacia ella.Mariza rodó los ojos, intentó alejarse, pero fue detenida.—Mariza, ¿De verdad no quieres que hablemos sobre ese tal Charlie? ¿De veras dejarás así la historia de tu hermana?Ella no le hizo caso, subió a su auto y se fue.Al llegar a casa, encontró que había una visita.Un hombre estaba ahí.—Buen día, ¿Es usted Mariza Santalla?—Sì, ¿Quién es usted?—Soy un colega del señor Saldívar, que ejercía como su detective privado.Se dieron la mano y el hombre le mostró sus credenciales.—Lamento mucho la muerte del señor Saldívar.—Fue una desgracia, creemos que fue un asalto, todavía la policía investiga. Estoy aquí porque èl me encomendó entregarle este video. Lo teníamos antes de que él muriera, pero aun el dueño no nos lo entregaba. Es un video cerca del puente peatonal, del día en que su hermana eligió quitarse la vida.Mariza se estremeció al escuc
Amaranta la vio a través de la ventana, sus ojos se llenaron de lágrimas, lo vio irse.Así que se apresuró, limpió sus lágrimas. Tomó su maleta, y llamó a esa empleada con la que ya tenìa de su lado.—Le enviaré un mensaje, señora, en cuanto logre despistar a los guardias.Amaranta asintió.—Su taxi la esperará en la esquina de la privada.Amaranta le dio algo de dinero.La mujer bajò, habló con los guardias, comenzó a coquetear con ellos, hasta llevar al par de hombres lejos de ahí, sin que ellos vieran, abrió el portón.Luego envió ese mensaje.Amaranta lo leyó, ahora era libre, podía irse.Por un instante su conciencia la hizo dudar, pero cuando màs recordaba los desplantes de Diego, la forma tan cruel en que la trató, provocó que el enojo reavivara.«Ahora mismo debe estar con otra mujer», pensó.Amaranta salió de ahí, sin importar nada más, había dejado una carta para Diego.Pero, no podía quedarse, no sintiendo esa amargura de su corazón roto.Corrió hasta ver el taxi, subió y pi
Jorge llegó a casa, observó a su esposa, estaba recostada en la cama, al lado de Lucas, ambos estaban durmiendo.Jorge cargó a Lucas, y lo llevó a su pequeña cama. Le dio un dulce beso, y luego volvió a la recámara y se abrazó a Mariza.Ella lo confortaba, porque dolía ver como su padre siempre le menospreciaba.Mariza sintió su calor y se giró a verlo.—¿Qué sucede? Te ves triste.El hombre le sonriò.—Estoy bien, y todo es por ti.—¿Supiste algo de Amaranta?Jorge negó con tristeza.—Espero que muy pronto se comunique.Mariza acarició el rostro de su esposo, besó sus labios.***Amaranta sabía tomado el tren, estaba convencida de ir a la isla Palma, sabía que la vida en ese lugar era barata, esperaba tener algo de suerte, pues su dinero ahí rendiría màs.Además, su padre tenìa una pequeña casa de verano, ella tenìa las llaves, conocía a la cuidadora de esa casa.Aunque sentía miedo, por lo menos Jerónimo podría saber de ese lugar, prefirió arriesgarse.Bajó del tren, y pidió un taxi