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Amaranta estaba desesperada. No entendía lo que acababa de pasar, pero estaba cerca de Enrique, que brotaba sangre del estómago.—¡¿Qué has hecho, Diego?!—¿Lloras por tu amante? Dime, ¿o lloras por mí?Amaranta ordenó que llamaran a una ambulancia.—Diego, basta, mira lo que hiciste.—Me iré a prisión, al menos defendí nuestro honor.—Yo te necesito libre, así que no irás a ningún lado.Amaranta llamó a Jorge, estaba envuelta en llanto.Cuando llegaron los paramédicos, Amaranta dijo que fue una bala perdida, un accidente.Enrique fue trasladado al hospital.***En el hospital.Enrique fue llevado al quirófano, tenía aún la bala adentro.Amaranta y Diego llegaron hasta ahí. Diego comenzaba a darse cuenta de lo que había hecho.—Voy a decir la verdad.Amaranta acunó su rostro.—¡Te lo prohíbo! No lo hagas, por favor.Jorge llegó, estaba desesperado.—¿Qué pasó a Enrique?Amaranta tembló de miedo, pero antes de decir nada, Jorge habló.—Yo le disparé.Jorge le mirò impactado, estuvo a p
Al día siguiente.Mariza llevó a Luca al colegio, estaba por volver a casa. Cuando vio a Augusto en una calle, el hombre caminó hacia ella.Mariza rodó los ojos, intentó alejarse, pero fue detenida.—Mariza, ¿De verdad no quieres que hablemos sobre ese tal Charlie? ¿De veras dejarás así la historia de tu hermana?Ella no le hizo caso, subió a su auto y se fue.Al llegar a casa, encontró que había una visita.Un hombre estaba ahí.—Buen día, ¿Es usted Mariza Santalla?—Sì, ¿Quién es usted?—Soy un colega del señor Saldívar, que ejercía como su detective privado.Se dieron la mano y el hombre le mostró sus credenciales.—Lamento mucho la muerte del señor Saldívar.—Fue una desgracia, creemos que fue un asalto, todavía la policía investiga. Estoy aquí porque èl me encomendó entregarle este video. Lo teníamos antes de que él muriera, pero aun el dueño no nos lo entregaba. Es un video cerca del puente peatonal, del día en que su hermana eligió quitarse la vida.Mariza se estremeció al escuc
Amaranta la vio a través de la ventana, sus ojos se llenaron de lágrimas, lo vio irse.Así que se apresuró, limpió sus lágrimas. Tomó su maleta, y llamó a esa empleada con la que ya tenìa de su lado.—Le enviaré un mensaje, señora, en cuanto logre despistar a los guardias.Amaranta asintió.—Su taxi la esperará en la esquina de la privada.Amaranta le dio algo de dinero.La mujer bajò, habló con los guardias, comenzó a coquetear con ellos, hasta llevar al par de hombres lejos de ahí, sin que ellos vieran, abrió el portón.Luego envió ese mensaje.Amaranta lo leyó, ahora era libre, podía irse.Por un instante su conciencia la hizo dudar, pero cuando màs recordaba los desplantes de Diego, la forma tan cruel en que la trató, provocó que el enojo reavivara.«Ahora mismo debe estar con otra mujer», pensó.Amaranta salió de ahí, sin importar nada más, había dejado una carta para Diego.Pero, no podía quedarse, no sintiendo esa amargura de su corazón roto.Corrió hasta ver el taxi, subió y pi
Jorge llegó a casa, observó a su esposa, estaba recostada en la cama, al lado de Lucas, ambos estaban durmiendo.Jorge cargó a Lucas, y lo llevó a su pequeña cama. Le dio un dulce beso, y luego volvió a la recámara y se abrazó a Mariza.Ella lo confortaba, porque dolía ver como su padre siempre le menospreciaba.Mariza sintió su calor y se giró a verlo.—¿Qué sucede? Te ves triste.El hombre le sonriò.—Estoy bien, y todo es por ti.—¿Supiste algo de Amaranta?Jorge negó con tristeza.—Espero que muy pronto se comunique.Mariza acarició el rostro de su esposo, besó sus labios.***Amaranta sabía tomado el tren, estaba convencida de ir a la isla Palma, sabía que la vida en ese lugar era barata, esperaba tener algo de suerte, pues su dinero ahí rendiría màs.Además, su padre tenìa una pequeña casa de verano, ella tenìa las llaves, conocía a la cuidadora de esa casa.Aunque sentía miedo, por lo menos Jerónimo podría saber de ese lugar, prefirió arriesgarse.Bajó del tren, y pidió un taxi
Jorge colgó la llamada.Mariza y èl dejaron a Luca con la niñera y fueron hasta el hospital.Jorge no entendía como pudo pasar eso, incluso aunque estuviera enojado con su padre, no podía desearle algo malo.En el hospital.Al llegar, encontraron a Mónica sentada en un asiento; sollozaba como una niña.Miró a Jorge, intentó abrazarlo, pero èl se deslizó de su toque, aún la odiaba, y no quería tener ningún contacto.Silvia apareció de inmediato.—Supongo que estás feliz, si tu padre muere, es probable que no sepamos quién es el heredero.Jorge la mirò con rabia.—¿Es lo único que te importa, mujer? —exclamó casi mordiendo cada palabra con violencia.Mariza tomó la mano de su esposo, quería calmarlo, pero la verdad, no lo culpaba, Silvia le caía tan mal que podría aprobar que fuese golpeada, porque una palabra suya era una jaqueca.—¿Sabes que perdimos la empresa? Todo es culpa de esa prima tuya; me alegro de que no lleve una gota de sangre de mi hijo, ni de mì. ¡Amaranta tiene la culp
Jorge no soportó más, y entró en esa sala.—Basta de tonterías, quiero saberlo todo, ¿nos vas a robar la empresa? ¿La entregarás a los enemigos?Los ojos de Diego destilaban odio; sonrió burlón. —Todo depende de Amaranta. Si ella vuelve a mí, les devolveré la empresa; si no lo hace, entonces venderé las acciones a la competencia.Jorge le mirò con rabia, se le puso frente a frente, haz lo que quieras con la empresa, olvídate de Amaranta para siempre. Jorge salió de ahí. Estaba enfurecido y Enrique iba detrás de èl.—¡¿Es todo lo que harás, Jorge?! ¿Simplemente dejarás que nuestra empresa caiga en manos de ese hombre?Jorge le mirò con rabia.—Todo esto es por tu culpa, Enrique, no te hagas la víctima conmigo, así que, puedes trabajar en otra cosa.—¡¿Y papá?! —Deberá soportarlo. Pronto volvieron al hospital. Horas después, el doctor les indicó que la operación fue exitosa.Jorge y Mariza estaban felices, pero Silvia se acercó a ellos con palabras crueles.—¿Crees que tu padre está
Al da siguiente.Jorge estaba con su padre; Jerónimo lucía tan triste.—¿Y cumplirá su amenaza? ¿Crees que sea capaz de vender la empresa a nuestros enemigos?Jorge no supo qué responder.—Es mi culpa por confiar en Enrique. Mira lo que hizo, casi perder nuestra empresa. ¿Y Amaranta… una decepción?—No lo es, Amaranta fue enamorada por tu hijo, tal vez ella ya no es una niña, pero, para Enrique, sì, además, èl la engañó, la secuestró, le hizo creer que no se casó, ¿para qué? Para no perder la herencia, ¿viste lo que has hecho con ese drama de la herencia, padre? ¿No te arrepientes de esto?Jerónimo dijo que sì, sus ojos eran llorosos. Jorge no pudo evitar sentir lástima.Salió de ahí, mientras su padre se quedó con la enfermera.Fue al jardín y vio a Mariza ahí, sentada con Luca.Luca pidió a Jorge que lo cargara y èl lo hizo, mientras el niño apuntaba a los pájaros en el cielo.Se sentó en el césped con su esposa.—¿Cómo sigue tu papá?—Mejor, ¿Cómo te sientes?Ella sonriò acariciand
Diego estaba por irse, sentía tanta rabia, cuando Silvia lo detuvo.—¡Hay una casa en la isla Palma, seguro que esa mujer está ahí! Búscala, y devuelve la empresa, ¡has hecho suficiente daño!Digo que se devolvió, había una esperanza brillando en su rostro.—¡¿Dónde?! Diga, ¿en dónde está? —exclamó.Jerónimo dio la dirección.—Diego, al menos sé un caballero, dinos, si la encuentras, debo pedirle perdón.Diego no dijo nada, salió a toda prisa.—¡Devuelve las acciones!—¡Cállate, mujer! —Jerónimo mirò a Enrique con profundo dolor—. Te quiero fuera de esta casa, solo vendrás el día que tu bebé venga a este mundo y a mi casa; mientras tanto, no quiero verte.—¡Padre, no me eches! Tú eres el culpable, tú me destrozaste la vida, me hiciste perder lo que amo. ¡Eres el peor padre del mundo!Los ojos del hombre se volvieron llorosos, pero ordenó a sus empleados que hicieran que Enrique se fuera de casa.***Jorge fue a la cama, Mariza ya estaba recostada, y èl se metió en la cama, y la abrazó