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Capítulo 5. Es probable que termines muerta.

Aria había estado cada vez más deprimida estos días, y ni siquiera la dejaban ir al trabajo ni ir a visitar a su abuela al hospital, al parecer tenían miedo de que pudiera escaparse antes de la boda y por eso la habían restringido a quedarse en casa, por eso había tenido que renunciar a su trabajo y ahora ella solo podía estar en su habitación o hacer la limpieza de la casa, no habían más opciones y ya su boda se acercaba, lo que hacía que su corazón doliera inmensamente.

Sabía que ya esto estaba en marcha y su madrastra se estaba encargando de los preparativos y no le había pedido ni siquiera su opinión, ella había elegido todo, incluso el vestido que ella usaría, no es que a Aria le importará todo esto, porque sabía que este no sería un día alegre si no un día lleno de tristeza.

— Ya no falta nada para tu boda hermanita, ¿Estás feliz de casarte con un discapacitado? Deberías estar agradecida, al menos tiene dinero y no es un mendigo como tú. — Espetó Michelle con una sonrisa llena de provocación.

— Si, lo estoy porque al menos tiene mucho más dinero que Noah, le dijiste que solo estaba con él por el dinero y la verdad es que tenías razón, me hiciste un favor quitándomelo de encima porque ahora podré casarme con alguien con mucho más dinero. — Mintió Aria con una sonrisa, no quería darle la satisfacción a Michelle de seguirla lastimando.

Michelle estaba por decirle a Aria que no fingiera que no le dolía y que quería casarse con Lucien porque ella sabía cuánto le suplicó a su mamá para no tener que hacerlo, pero antes de comenzar a hablar vio a Noah parado un poco detrás de Aria, no sabia en que momento había llegado ni quién le había abierto, pero estaba segura por su cara que había escuchado lo que Aria dijo.

— Hermana no puedes ser así, ¿Por qué lo único que te interesa es el dinero? Noah es un hombre bueno y no lo supiste apreciar.

— ¿Un buen hombre? ¿En serio? — Preguntó Aria soltando una carcajada llena de ironía, haciendo que el rostro de Noah se tornará rojo de la ira.

— Al menos soy mejor que el hombre con quién te vas a casar, pero como lo único que te importa es el dinero, está bien que estés con alguien así y vivas una vida miserable. — Masculló Noah acercándose más y Aria lo miró sorprendida y aunque no esperaba que él escuchará esto, no se arrepentía, él había roto su corazón, así que se merecía que ella hablara así de él.

— No creo que seas mejor hombre que Lucien Gray, aunque no esté muy bien, tiene muchísimo dinero y poder, pertenece a la familia más adinerada del país, es prácticamente de la realeza, nunca podrías compararte con él, así que después de todo yo gane. — Replicó Aria con una sonrisa ganadora.

Por dentro su alma dolía y ella odiaba tener que casarse con Lucien, pero deseaba que Noah sintiera al menos una parte del dolor que le causó.

— Eres una sucia cualquiera y quizás no puedas disfrutar del dinero que tanto anhelas ya que es probable que termines muerta como su primera esposa. — Espetó Noah apretando los dientes, conteniendo su ira para no golpearla, aunque hace tiempo Michelle ya le había dicho Aria solo estaba con él porque deseaba casarse con alguien con mucho dinero y poder, escucharla admitirlo le dolía y le causaba mucha más rabia.

— Tal vez si o tal vez no, igual me arriesgaré, vale la pena. — Dijo Aria con una sonrisa, intentando disimular el dolor que le causaban las palabras de él, aunque deseaba que nada sobre Noah la afectará, todavía lo hacía.

El hombre que ella tanto había amado no solo la golpeaba, amenazaba y decía palabras hirientes, ahora incluso deseaba su muerte, no entendía cómo pudo estar tan equivocada antes y como esto podía dolerle tanto.

— Me das asco. — Masculló Noah mirándola con despreció.

— Ahora al menos los dos sentimos lo mismo el uno por el otro. — Replicó Aria antes de darse la vuelta y avanzar rápidamente a su habitación, todo le había afectado, pero no estaba dispuesta a demostrarlo.

— Cariño no le hagas caso, ella está loca y estoy segura que va a sufrir mucho con ese hombre, solo que no sabe bien lo que le espera. — Dijo Michelle tocando el bazo de Noah con suavidad mientras él no dejaba de mirar por dónde se fue Aria sintiéndose cada vez más furioso.

— Si no lo sabe, muy pronto lo va a descubrir. — Espetó Noah tratando de calmar la ira ardiente que estaba sintiendo, sentía unas ganas enormes de ir tras Aria y obligarla a arrepentirse de lo que dijo, pero no podía hacer eso con Michelle a su lado, tendría que dejarlo para después.

— Levántate. — Ordenó Noah moviendo la y al abrir los ojos Aria se sobresaltó asustada.

— ¿Qué haces aquí? — Cuestionó ella sentándose en la cama y tomando un poco de distancia de él.

— Lo he estado pensando, nunca pude acostarme contigo y la verdad es que te deseo incluso si se la clase de mujer que eres, así que ¿Cuánto me cobras por una noche? — Preguntó Noah y Aria alzó su brazo para darle una bofetada, pero Noah sostuvo su brazo antes de que ella tocara su rostro. — No te hagas la digna, si solo te importa el dinero te lo puedo dar si te acuestas conmigo, incluso puedes ser mi amante, después de todo debido al estado de tu esposo él no podrá satisfacerte.

— Yo nunca me acostaría contigo ni por todo el dinero del mundo. — Declaró Aria furiosa, mientras más conocía de Noah más rabia sentía y en este momento realmente se sintió asqueada por su insinuación, no podía creer que él en realidad fuera esa clase de hombre.

— ¿Quién te crees para rechazarme? — Preguntó Noah arrinconándola, que ella le dijera esto solo hacía crecer mucho más la rabia que había estado sintiendo.

— Vete ya o voy a gritar. — Advirtió Aria asustada al darse cuenta de que Noah tenía una mirada aterradora y ella estaba a solas con él, podría hacerle cualquier cosa.

— No lo harás, deja de hacerte la difícil cuando eres una cualquiera. — Masculló Noah y la atrajo hacia su cuerpo e intento besarla mientras Aria se movía sin parar para evitarlo, estaba aterrada.

— Déjame Noah por favor. — Suplicó al darse cuenta de que no podía luchar contra él y seguramente nadie vendría a ayudarla en este momento y Noah parecía haberse vuelto loco.

Él no dejaba de intentar besarla y tocar su cuerpo desesperado, mientras Aria comenzaba a temblar cada vez más asustada sin dejar de temblar y luchar, decidida a no dejarlo cumplir su cometido.

— Esto tú también lo quieres, tranquila que te voy a pagar bien. — Murmuró Noah mientras volvía a intentar besarla. — deja de moverte.

— Ya basta, no abuses de mí , te lo suplicó, tú te vas a casar con Michelle. — Sollozó Aria con su rostro lleno de lágrimas y al escuchar esto finalmente Noah reaccionó y se alejó al verla llorando.

"¿Qué estoy haciendo? Pronto voy a casarme con Michelle y ella está esperando a mi hijo, además que la necesito, no puedo arruinarlo todo, solo que Aria me está volviendo loco, necesito controlarme." Pensó mientras la veía llorar desconsolada sin dejar de temblar muy pegada a la pared, se veía tan vulnerable.

— Más te vale que no digas nada de lo que ocurrió aquí. — Advirtió Noah antes de abandonar la habitación, deseando poder controlar sus sentimientos para no seguir haciendo cosas tontas, necesitaba permanecer alejado de Aria.

Aria lo vio irse y se paró a pasarle el seguro a la puerta, estaba segura de haberlo hecho antes de acostarse y por eso no entendía como Noah había entrado, pero estaba segura de que no podía permanecer más tiempo aquí, ya que él se estaba quedando a dormir mucho con Michelle y esto no era seguro para ella.

Claro que ya mañana se suponía que debía casarse y esa podría ser la forma de al menos no estar en peligro constante al estar en esta casa, pero estaría igualmente en peligro solo que con otro hombre, deseaba poderse alejar de todo esto, poder irse sin que la obliguen a nada más para no tener que soportar más daño, lamentablemente no lo podía hacer.

Aria lloró una vez más tanto por lo que pasó ahora como por lo que iba a pasar mañana, se sentía terrible consigo misma, aún le costaba un poco creer que Noah había estado cerca de abusar de ella, esto había sido lo más aterrador que había vivido, todo su cuerpo se sentía terriblemente mal, estaba asqueada y tuvo que meterse a la ducha para disipar un poco la repulsión que sentía.

En la ducha siguió sollozando por un rato más, hasta que sintió que ya no era capaz de seguir llorando, aunque el dolor en su corazón siguiera igual.

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