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Capítulo 6. Una boda triste.

Una boda podía ser el día más feliz en la vida de una persona, pero este no era el caso de Aria, que se encontraba llorando, sentada frente a un espejo negándose a qué la maquillaran.

— Mamá por favor, no me hagas casarme, yo no quiero hacer esto. — Suplicó desconsolada, no tenía muchas esperanzas sobre esto, pero necesitaba intentarlo.

— Ya hablamos de esto, lo vas a hacer y punto, tienes que pagar todo lo que te hemos dado hasta ahora. — Masculló Melissa.

— Yo sé que han hecho mucho por mí, pero deja que se los pague de otra forma, yo no me quiero casar con ese hombre, Michelle es quien estaba comprometida, ya que ella no se va a casar con él solo cancelemos esto por favor.— Insistió Aria desconsolada, ella tenía mucho miedo de la vida que le podría esperar junto a Lucien.

— Lo harás, porque si no lo haces te puedes olvidar de tu abuela y de que sigamos pagando ese tratamiento porque nos quedaremos en la ruina por tu culpa y no vuelvas a mencionar que es Michelle con quién él quiere casarse, ella va a casarse con Noah, así que serás tú quien se case hoy o te despides de tu abuela.— Amenazó Melissa furiosa.

Hace un tiempo hubiese estado muy feliz de que Michelle se casara con ese hombre, había sido él más poderoso del país en el pasado, su familia tenía empresas por muchos países, tenían una fortuna incalculable y se suponía que él iba a ser el heredero de todo antes de que sucediera su accidente hace pocos meses dejándolo paralítico y los rumores decían que estaba maldito, había perdido gran parte de su fortuna, su primera esposa había muerto hace un año y después ocurrió su accidente y los rumores decían que su rostro había quedado desfigurado porque empezó a usar una máscara, además decían que él se había vuelto demasiado cruel, que no le importaba nadie más que su pequeña hija. Así que Melissa por más dinero que este hombre tuviera no estaba dispuesta a condenar a su amada hija a estar con un hombre así y además tener que cuidar de una niña de otra persona, por eso después de que Michelle le comentará sobre Noah y que no deseaba casarse con Lucien, había decidido que Aria tomara su lugar.

— Por favor mamá, no me hagas hacer esto, te lo suplicó, yo buscaré la forma de ayudarlos, pero no me obligues a casarme con él. — Suplicó Aria desconsolada, no estaba dispuesta a casarse, tenía mucho miedo de lo que Lucien pudiera hacerle.

— Ya te lo dije, no voy a cambiar de opinión, así que deja ya de llorar y deja que te maquillen, es tu deber hacer esto por nosotros, te hemos criado por tanto tiempo y eres una chica mal agradecida, tienes que hacer esto, ya tenemos un trato con su familia para que ayuden a nuestra empresa y tú solo cumple con tu parte o créeme que no seré yo quien va a intentar convencerte, si no tu padre. — Amenazó ella y el cuerpo de Aria se estremeció al recordar al esposo de Melissa, aunque a pesar de no ser tratada bien por Melissa casi nunca, Aria aún la podía llamar mamá, pero en cambio a ese hombre nunca lo podría llamar papá, al solo pensar en él sentía un terrible miedo y repulsión.

— Está bien mamá, lo haré. — Susurró, sintiendo como su corazón se partía en mil pedazos, su alma dolía inmensamente bueno desde que se enteró de la traición de Noah y que se tendría que casar con ese hombre no había dejado de doler, pero no tenía otra opción que hacer esto por su abuela y por ella misma, no quería tener que enfrentarse a ese hombre cruel, prefería enfrentarse a la crueldad de su futuro esposo que a la de Oliver.

— Perfecto, limpia tu cara y deja que te maquillen, tienes que sonreír y ser una perfecta esposa para que el señor Gray este contento con este trato y no se arrepienta. — Dijo Melissa y Aria asintió, finalmente entendió que por más que suplicará Melissa no cambiaría de opinión, ella no se iba a conmover y nada la salvaría de su cruel destino.

La maquillista arreglo su cara lo mejor que pudo para que no notarán que había llorado, pero sus ojos rojos delataban este hecho y luego de terminar con todo esto, Aria salió acompañada de su madre, directo a la limosina que las llevaría a la ceremonia.

Sería algo pequeño dónde solo asistirían familiares porque Lucien así lo había solicitado, no quería muchas personas a su alrededor y Aria pensó que tal vez no había querido que sea una boda grande porque debería haber quedado muy feo, pero esto no era lo que le importaba, lo que le importaba es que él no fuera cruel con ella y al menos pudieran llevar un matrimonio cordial a pesar de no amarse.

Cuando llegó el turno de bajarse ya la persona que menos quería ver la estaba esperando en la entrada y al bajar del auto este sostuvo su mano y ella aunque estaba desesperada por alejarse se quedó quieta, a pesar de que su cuerpo temblaba, pero tenía que ser entregada por su supuesto padre para que nadie sospechara de que había algo extraño sucediendo en su familia.

Cuando se dirigió hacía el altar podía sentir las miradas de todos sobre ella, haciéndola sentirse mucho más incómoda, pero al darse cuenta de que no había nadie en el altar sintió un poco de alegría al pensar que Lucien se había arrepentido de casarse con ella y por eso había decidido no aparecer, pero al ver a un hombre guapo salir de un lado y pararse ahí, la confundió.

— Buenas tardes, soy el asistente del señor Gray, él ya viene en camino, solo esta un poco retrasado porque su salud no es buena. — Anunció Max y todo el cuerpo de Aria se llenó de frialdad, pensó que podía salvarse, que había una salida, pero al final de todo solo había oscuridad.

— Bueno lo esperaremos, no hay ningún problema. — Dijo Oliver de inmediato con una sonrisa y Aria frunció el ceño, ya que este retraso solo alargaba su agonía y se dio cuenta de que las personas a su alrededor comenzaban a murmurar y pensó que en este momento deberían estar burlándose de ella.

— Perfecto, él no tarda en llegar. — Espetó él asistente y se alejó de ahí.

La situación era realmente incómoda y los nervios de Aria se hacían más fuertes al tener que permanecer de pie ahí con su mayor temor al lado y esperando a su futuro esposo.

Unos minutos después todos voltearon al darse cuenta que alguien se acercaba y ahí estaba Lucien Gray, que a pesar de estar en una silla de ruedas se veía imponente y fuerte, de pie debería ser muy alto. Aria lo miró totalmente sorprendida al darse cuenta que él se veía demasiado músculoso como para no tener una buena salud y aunque no podía ver su rostro porque él llevaba una especie de máscara que cubría gran parte de su cara, con una abertura en la parte de su boca, que dejaba ver sus carnosos y rosados labios, también tenía unos agujeros en la nariz para respirar, ya que la máscara estaba muy pegada al rostro.

Al verlo así cualquiera imaginaria que detrás de esa máscara había un hombre muy atractivo por su perfil, pero por lo que ella se había sentido atraída de inmediato fue por esos hermosos ojos azules que parecían unos tempranos de hielo por la frialdad con la que miraba, tan fríos y a la vez tan hermosos, era alucinante.

— Señor Lucien, es un placer conocerlo por fin y entregarle a mi preciosa hija como su esposa. — dijo Oliver extendiendo su mano de inmediato cuando Lucien se acercó más a ellos junto a uno de sus guardaespaldas.

— Comencemos con esto de una vez, quiero volver a casa. — Espetó Lucien sin ni siquiera mirar a Oliver, ignorando su mano extendida y sus palabras.

Oliver avergonzado tuvo que retirar su mano fingiendo que nada había ocurrido, si alguien más se hubiese atrevido a tratarlo así, haría un gran escándalo, pero como se trataba de este hombre y estaba su familia presente tenia que callar.

Lucien volteó a mirar a Aria una vez más, estaba impresionado porque ella era mucho más linda de lo que imaginó, su belleza era realmente impresionante, pero lo que lo desconcertó es que ella se veía demasiado joven, no sabía ni siquiera que edad tenía ya que no quiso saber nada sobre ella, pero ahora estaba interesado en saberlo no podía hacer nada.

La ceremonia dio inicio, mientras Aria se apretaba las manos nerviosa y Lucien veía al frente simplemente, como si nada de esto tuviera la menor importancia para él y pronto llego el momento decisivo, el padre hizo la pregunta que sellaría sus destinos.

— Señorita Halls, ¿Acepta usted cómo esposo al señor Lucien Gray, para amarlo, respetarlo y serle fiel hasta que la muerte lo separé?

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