LEVI
—¿Levi, casado? —ríe Nolan—. Por Dios, abuelo, pones muchas esperanzas en él.—Silencio,— dije.
—¡No! —replica Nolan y se pone de pie para estar a la altura del viejo—. ¡Levi es un irresponsable, ni siquiera se compromete con la empresa de lleno, él no merece ser un Evenson!
Tenso el cuerpo, vuelve al mismo tema, decirle la verdad de que el abuelo es a él de quien desconfía y no considera una opción para la presidencia por la influencia de su esposa, sería un golpe duro, sin duda alguna.
—¿Y tú sí?
Se me viene encima, estoy preparado, pero el abuelo decide interponerse en el camino con su dura voz, Nolan se detiene y rechina los molares.
—¡Alto! —se dirige a mi hermano—. Con esa actitud no vas a llegar a ningún lado, mucho menos das una buena imagen a la empresa.
Mi hermano se queda callado, su pecho sube y baja debido a la adrenalina que recorre su cuerpo.
—Lo siento, abuelo —se inclina—. No volverá a ocurrir, si no hay nada más que quieras decir, me retiro, tengo cosas que hacer.
—Adelante —indica el anciano—. Puedes retirarte.
Nolan se marcha, es la oportunidad para hacer lo mismo, me pongo de pie, aliso mi corbata y meto ambas manos en los bolsillos.
—También me voy.
—Espera un segundo.
Me detengo justo cuando toco la perilla de la puerta.
—¿Sucede algo? —entrecierro los ojos al tiempo que lo miro por encima del hombro.
—Debería preguntar lo mismo —dice en ese tono de misterio—. ¿Hay algo que quieras contarme?
Nuestras miradas chocan entre sí, no, no hay nada que quiera decirle, aunque algo me dice que el viejo tiene muchas cosas guardadas, veo la hora que marca mi reloj de mano.
—No —espeto con firmeza—. Si no necesitas algo más, me voy.
Su silencio es mi boleto de salida, me dirijo al elevador, para mi buena fortuna, cuando las puertas se abren aparece la rata que estaba buscando, Miranda, mi hermana adoptiva, ella se sobresalta cuando me encuentra,
no le permito salir, al contrario, la empujo al interior de nuevo, cierro las puertas apretando el botón del piso al que voy, y rodeo su cuello con una mano.
—¡¿Pero qué haces?! —chilla.
—Lo mismo debería preguntarte, hermana —bramo—. Sé muy bien que fuiste tú quien ayudó a Clara para que me drogara.
Abre los ojos como platos, rechina los dientes y se remueve inquieta, tratando de soltarse de mi agarre, es inútil.
—Está bien, no lo niego —responde y la suelto—. Solo intentaba ayudar, ¿sí? Ella es mi amiga, te ama, llevan años en una relación y ni siquiera la has follado.
—Relación falsa —agrego—. No es tu asunto, no te metas en mi camino, Miranda, o la próxima vez, juro que te voy a aplastar como cucaracha.
Ella levanta el mentón y me mira con altanería.
—Te acusaré con el abuelo —me amenaza.
—Hazlo, dile, corre y ve de bocona, que en cuanto yo me entere que lo has hecho, voy a hacer todo lo posible para que anciano te mande lejos, a Francia, tal vez eso te enseñe que no debes jugar con los mayores.
Eso le cierra la boca. Las puertas se abren y salgo, me dirijo a recursos humanos, donde al entrar me encuentro con la jefa general de esa sección; Romina Dove, una mujer pelinegra de ojos amielados y curvas. Ella sonríe cuando me ve entrar, es una especie de amiga, de vez en cuando follamos.—¿Mal día? —sonríe.
—Algo así —la estrecho contra mi cuerpo.
—No podemos hacer esto en la empresa, además, estoy revisando los documentos de la nueva asistente personal de tu abuelo, es buena, tiene un currículum intachable —ronronea.
Levanto su mentón con fiereza.—¿Otra espía para que me vigile cuando me entregue la presidencia? —musito—. Da igual, cuando llegue el momento, la voy a correr.
Romina ríe.
—Algo me dice que esa chica está condenada a no durar nada aquí.
—Eso déjamelo a mí —digo y luego la beso.
MADDISON
Han pasado dos días desde que mi vida ha dado un giro de 180°, ahora me encuentro trabajando en Carrier Company, el señor Félix, no es tan malo como todos me han dicho, he hecho algunas nuevas amistades, son buenas personas, pero siguen insistiendo que apostar por cuánto voy a durar cuando el nuevo CEO de la empresa tome el lugar.De cualquier manera, no es algo que me quite el sueño, tengo un objetivo claro, y es ganar el dinero para ayudar a mi madre con el tratamiento, no he tenido noticias sobre el hombre que me violó, lo que me forma un nudo en la garganta cuando veo mi reflejo en el espejo del baño privado, los recuerdos de Dorian diciendo que solo fui un juego, hacen que me duela el corazón.
Limpio mis lágrimas con el dorso de mis manos, respiro hondo y me retoco el maquillaje, justo cuando la puerta se abre y entra a quien reconozco como Romina Dove, la jefa de recursos humanos, trae puesto una falda de tubo que le resalta las curvas, su cabello oscuro recogido en una coleta alta, y su maquillaje intachable.
Recuerdo que una de las secretarias mencionó que era una bruja, que no me fiara de ella y me mantuviera lejos de su camino.
—Eres la nueva —rompe el silencio que nos rodea—. Te recuerdo, soy la jefa de recursos humanos.
Por alguna extraña razón, me lanza una mirada amenazante, me observa de pies a cabeza como si fuera un bicho al que debe aplastar. Se cruza de brazos y sonríe.
—Sí, soy…
—Sé quién eres —espeta—. ¿Qué tal ha sido trabajar estos días con Félix?
—Bien, no me quejo —respondo con soltura.
—Claro que no te quejas, él suele ser estricto, pero al final te acostumbras —finaliza.
No tengo nada más que decir, y al parecer ella tampoco, se da cuenta de lo mismo que yo, y suelta un suspiro exasperado.
—Hoy va a ser un día largo —se echa un vistazo al espejo, se acomoda el cabello y antes de salir, me mira por encima del hombro—. Suerte.Lo dice en un tono mordaz, cuando desaparece de mi campo de visión, tomo una fuerte bocanada de aire, una chica de correos que va por la tarde, me dijo que aunque no está comprobado, ella se acuesta con uno de los nietos del señor Félix, aunque nadie ha podido descubrir de quién se trata.
De cualquier modo, me preparo para la junta de hoy, mi jefe me ha dicho que viene gente importante, así que hago todo lo posible por desempeñar bien mi trabajo. Para antes del mediodía ya tengo todo listo, las carpetas con los documentos necesarios, acomodadas frente a cada uno de los asientos.Botellas de agua, reviso todo y al final, me dirijo a la oficina del Sr. Félix Carrier, antes de llamar, me doy cuenta de que la puerta está entreabierta, lo que me da la ventaja de escuchar lo que hablan adentro.
—Abuelo —dice una voz más joven.
—Dije que no, esas decisiones las tomo solo yo, no conocemos el terreno.
—Pero sería una buena inversión.
—Igual que una traición, hablaremos de esto más tarde.
Trago grueso, al escuchar que se da por terminada la plática, es el momento en el que aprovecho para llamar.
—Adelante.
Entonces entro.
MADDISONEntro y me encuentro con un dos pares de ojos verdes, los de mi jefe y el hombre que está de pie, con las manos metidas en los bolsillos de sus costosos pantalones. Es alto, fornido, cabello castaño y una barba algo espesa, en general podría decir que tiene una apariencia amable, si tan solo no viera el odio que destilan sus ojos.—Siento interrumpir, solo es para avisarle que todo está preparado, en cinco minutos tienen que llegar sus invitados —digo en tono neutro.El señor Félix me observa con detenimiento, luego le lanza una mirada indescriptible y fugaz al hombre que parece más joven.—Maddison, te presento a mi nieto mayor —carraspea mi jefe—. Nolan Evenson, Nolan, ella es mi asistente personal, la señorita Maddison Cox.Nolan, como ahora sé que se llama, me mira de pies a cabeza, estoy a nada de abrir la boca para saludar como es debido, cuando él solo se da la vuelta justo al estirar mi mano para estrecharla con la de él, y se dirige a su abuelo.—Terminaremos de habl
FÉLIX CARRIEREscucho atento los comentarios finales de los socios, hace poco menos de una hora que cerramos el trato, como siempre, yo gano. Salgo de la junta después de que mi nieto Levi es el primero en salir, como si es lo que más quisiera en el maldito mundo, el ingrato solo se esfuma.Y yo hago lo mismo antes de que Nolan me aborde como suele hacer cuando termina una junta de socios.—Abuelo —el ávaro me llama a las espaldas.No me detengo, no tengo el ánimo de hablar con él de un tema que ya me sé de memoria. No cumplo mi cometido, ya que enseguida entra sin autorización a mi oficina. Molesto, tomo asiento y comienzo a leer los papeles que Maddison me dejó para firmar sobre estado financiero de las últimas semanas.—Abuelo, sé que no quieres volver a hablar de lo mismo, pero sabes que tengo razón —insiste con lo mismo.—Si ya sabes lo que quiero, no gastes saliva, muchachito —siseo sin apartar la mirada de los papeles.No obstante, Nolan, como siempre suele pasar, me saca de mi
MADDISON—Fue un accidente, ese día lo drogaron, le metieron al sistema una droga que logra despertar tus estímulos sexuales, y no paras hasta que los satisfagas, tienes razón, no es una excusa, bien puedo pedir ayuda o incluso ir al hospital, pero no lo pensó, no lo sabía, apareciste tú —ríe sin gracia—. O mejor dicho, te encontró y el resto ya lo sabes bien.No puedo creer lo que me está diciendo. De soslayo miro al tipo que parece no tener corazón, sigue tan tranquilo como si nada.—Te propongo algo —arguye mi jefe.El problema es que no estoy dispuesta a seguir escuchando excusas pobres, si creen que me van a poder borrar del mapa, están muy equivocados, él tiene que pagar por lo que me hizo, las lágrimas siguen llenando mis ojos, no importa que sean gente poderosa y que hayan comprado a la policía, a mí jamás me harán eso.—Lo siento, pero me temo que sea lo que sea, no lo pienso aceptar, pienso llegar hasta las últimas consecuencias, su nieto debe tener un castigo por lo que hiz
LEVIUn golpe tras otro, nada funciona, gotas de sudor se resbalan por mi espalda y torso desnudo, los gritos de ánimo de las mujeres que están alrededor, pasan a segundo término cuando solo me concentro en una cosa; en el costal de arena que yace colgado frente a mí, cierro los puños, puedo saborear la adrenalina que recorre por todo mi torrente sanguíneo.Iba a enmendar mi error, pero las palabras de esa desgraciada fueron como una bofetada, trata de retarme, y lo más increíble es que el viejo la apoya, ahora me quiere casar, maldita sea, la odio. De cualquier modo, lo primero que debo hacer, es descubrir cuál es el plan que tiene entre manos, mi abuelo.—¡Vamos, Evenson! —grita mi estúpido entrenador—. ¡Golpeas como niñita!Tenso los músculos de mi cuerpo, muevo el cuello con estrés y sigo golpeando el saco de arena, recreando el rostro de Maddison sobre él. No paro, aguardo el aliento hasta que doy el golpe final. El sonido de la cadena al moverse hace que mi humor se vaya en pica
LEVIQué gana ese viejo en mandarla, la miro fijamente, trae puesta una falda de tubo que solo reafirma su figura de sirena, su blusa blanca está desabotonada hasta el tercer botón por descuido, lo que hace que pueda divisar la piel pálida de su pecho.—¿Acaso intenta seducirme, Señorita Cox? —me cruzo de brazos.—No sé de lo que habla —se pone a la defensiva.Mis ojos van directo a su escote, ella parece entenderlo y rápidamente se abotona la blusa.—Me retiro —dice y sale antes de que la pueda detener.Jodida mujer del demonio. Tomo mis cosas y camino en dirección a la oficina del anciano, notando que de soslayo, Maddison entra al elevador para marcharse, entro sin llamar.—Por fin llegas —Félix se coloca el saco.—¿Qué es lo que quieres? —enarco una ceja con incredulidad.—Vayamos por un trago —se limita a responder.Rechazarlo me libraría y sin duda es la mejor opción, aunque… hacerlo me quitaría la oportunidad de convencerlo de deshacer ese puto trato con esa mujer.—Por supuesto
MADDISONMINUTOS ANTES…Dejo que Harley se vaya con el chico que apenas conoció, ella merece un poco de diversión después de haber estado estudiando toda la semana, su sonrisa juguetona, me indica que va a haber sexo para ella, eso está bien, y agradezco el hecho de que no dejara de insistir para que viniera a este sitio, lo hizo por distraerme, el problema es que eso no borra el hecho de que me siga sintiendo enjaulada.No le he comentado nada acerca del asunto de mi futuro matrimonio por contrato, o como a mí me gusta llamarle; por conveniencia, con Levi Evenson, el hombre que resulta ser el nieto menor de mi jefe, y quién es mi violador, si se entera me mata.No tuve más opciones, más salidas, cuando fui a ver a mi madre al hospital, ella se encontraba delicada, sus ojos me dicen algo, pero sella sus labios y me lanza una mirada llena de lástima, piensa que es una carga, no lo es. Me despido amablemente del chico que es amigo del otro hombre que se fue con Harley, y me dirijo a la
MADDISONTengo deseos de responderle, pero estoy demasiado aturdida con lo que acaba de pasar, Dorian intenta levantarse, Levi camina a la salida del callejón y esa es mi señal para marcharme. Las manos me tiemblan, estoy a nada de dirigirme a la estación del metro, cuando un auto se para a mi lado, bajan la ventanilla y es…—Levi —susurro.—Para ti, Sr. Evenson —agrega sin mirarme—. Aprende cuál es tu maldito lugar, ahora sube.Me muerdo el labio inferior con temor, verlo, hace que recuerde aquella noche, un nuevo nudo se forma en mi garganta, su cuerpo escultural cuando levantaba mis piernas sobre sus hombros, el cómo entraba y salía de mi cuerpo, cubría mi boca y yo gemía del dolor.«Tonta, deja de pensar en eso, él te violo, recuérdalo, no es sexy, tampoco es un buen hombre»—No, gracias —balbuceo e intento volver a caminar.Aumento el paso, no conozco muy bien esta zona, contando que se encuentra oscura y al parecer mucha gente no pasa por estos rumbos.—Sube, no lo repetiré dos
MADDISONEl corazón se sigue acelerando dentro de mi pecho. Levi acelera y yo tengo miedo de que nos vayamos a estrellar, si esa es su idea de deshacerse de mí, en el fondo, está logrando asustarme un poco. Observo por la ventana hasta que noto que nos estamos alejando de mi zona segura, o mejor dicho, donde vivo. —¿A dónde me llevas? —inquiero con cautela. Molestarlo más de lo que ya se ve, es lo menos que quiero. Sin embargo, Levi Evenson no me responde, siento que mi corazón martillea con cada segundo que transcurre, uso ese silencio para pensar en todos los sucesos que acaban de ocurrir, en especial cuando, en primer lugar, volver a ver a Dorian, hace que el dolor siga estando anclado en mi pecho. Estaba ebrio, sí, pero esa no es razón suficiente para que me trate de ese modo tan despectivo. Yo estaba pasando un buen rato hasta que intentó que habláramos, como no le gustó la respuesta, me acosó. La cabeza está por estallarme, tengo todavía el asunto de la enfermedad de mi madr