>>> Serenia Burgot: Esa noche… Se les prohibió el ingreso a mis doncellas a la habitación matrimonial Real. Preparé mi baño yo misma… Movía lentamente mi mano en el agua, la temperatura era la adecuada, cálida; las luces de las farolas de pared iluminaban el cuarto de baño dando una calidez dorada. Tragué saliva con nerviosismo, mi cuerpo desnudo cubierto por una bata de baño que apenas se mantenía atada de la cinta en la cintura. Suspiré profundamente y abrí la puerta. Ahí, en el salón anexo, de pie, vi a mi esposo que terminaba de tomar el licor en su copa. Sus ojos verdes de inmediato se clavaron en mí con una intensidad que hizo a mi corazón dar un brinco de emoción. —¿Vendrás? —le pregunté, aunque, más que una pregunta… Por supuesto, era una invitación. Él se acercó sin dudarlo, tras dejar la copa en la mesa. Apenas ingresó, dejando la puerta abierta, mis manos se acercaron a su camisa manga larga blanca, comencé a quitársela rápidamente, sin dejar de hacer contac
✧✧✧ Esa noche. En la frontera Sur entre los reinos de Bushlak y Ruster. ✧✧✧ El sonido de los cascos de los caballos sobre la tierra húmeda de otoño se asimilaba al de una tormenta que estaba por avecinarse; la noche ventosa no era suficiente para detener al grupo de caballeros Rustinos que habían cruzado frontera. Iluminados con las farolas reforzadas, avanzaban a marchas rápidas, sin descanso, dirigidos por el príncipe Bushlako, Anthony Burgot. —Es por esta dirección —los guío Anthony con voz firme. ¿Su camino? ¡El condado de Ruwer! Mientras montaba su caballo marrón oscuro, ese hombre recordaba lo que había ocurrido la noche de su escape. Cuando un soldado de cambio de turno, resultó ser nada más y nada menos que un hombre del Conde Hansel Ruwer. Mismo soldado que lo sacó por los tunes militares secretos. Anthony, dándose cuenta que el hombre que buscó primero al Rey de Ruster, era Hansel. Se sorprendió… No esperaba que su hermano Bertrand tuviera traidores tan
Esa misma tarde, en el majestuoso salón donde se tomaban las decisiones más importantes, el Rey Bertrand había terminado su última reunión. Sus ojos verdes se posaron en el mensajero que acababa de ingresar. —¡Su majestad, glorioso Rey de Bushlak! —exclamó el mensajero, haciendo una profunda reverencia. Bertrand, con un gesto sutil de su mano enguantada, le indicó que continuara. —Desde la base de seguridad en el Sur ha llegado un pergamino con sello rojo. La sorpresa recorrió el cuerpo de Bertrand. Se levantó de un salto y se acercó al mensajero. —¿Y pierdes el tiempo con formalidades? —preguntó, su voz resonando con urgencia mientras extendía la mano. —Mis disculpas, mi Rey —respondió el mensajero, visiblemente avergonzado, entregándole el pergamino. El sello rojo, con un código que Bertrand reconoció al instante, solo podía significar una cosa: ¡una alerta máxima! Sus manos enguantadas temblaron ligeramente mientras leía el documento. ………………. [ Se emite una ale
>>> Serenia Burgot: «Cuando te enamores de verdad de alguien que realmente valga la pena, podrías arrepentirte de esta decisión por el resto de tu vida.» Estas palabras resonaron en mi mente, pronunciadas por mi medio hermano mayor, Landel Lamparth, actualmente uno de los poderosos duques del imperio Gorian. Hace cuatro años, el reino donde nací, Maita, aún se mantenía en pie. Sin embargo, la tensión y la crisis estaban por todas partes, y sentía que debía ayudar a Landel. Muchos decían que no era un buen rey. Decidí solicitar mi matrimonio con el segundo príncipe de Bushlak, Bertrand Burgot, tú. Tenía 18 años y mi familia se oponía, deseaban que me casara por amor. Pero yo no pensaba igual. Podía haber sido la esposa de cualquier hombre en Maita, incluso de mi amigo de la infancia, Henry Silverth. Sin embargo, había algo que me atraía hacia Bushlak. Entré en un matrimonio político, una alianza que no prometía mucho. Bushlak con el mando de tu padre, nunca había sido un verdad
✧✧✧ Una semana más tarde. ✧✧✧ —¡ESTÁN AQUÍ! —resonó la voz de uno de los vigilantes en la torre del fuerte, perteneciente al condado Ruwer. En las imponentes murallas de piedra que daban paso a la entrada del condado, se ubicaban las torres de vigilancia, un total de cuatro en cada uno de los puntos cardinales. Bajo ese día nublado y relampagueánte del frío y ventoso otoño, las torres brillaban con luz dorada interna, una señal de sus guardianes atentos con sus farolas, con trompetas y silbatos de emergencias para dar avisos. Los mejores en arquería en los alrededores del camino que recorría la muralla a la redonda, y los cañones del conde que tomaron, preparados para un ataque. Todo parecía indicar que una sangrienta batalla por el control del condado Ruwer estaba por desarrollarse. Pero… El conde no era participe, él no estaba ahí. Todo el territorio había sido tomado por los Rustinos. Algunos ciudadanos nobles y de familias acaudaladas huyeron, otros, se escondieron
……………….. [ Ataca a Bushlak. Tendrás mi apoyo. Rey Dominic Arbar. Ha llegado a mis oído información que captó mi atención. Su reino, Ruster, se prepara para atacar Bushlak. Anteriormente me di cuenta de que el segundo príncipe Bushlako, Bertrand Burgot tomó el trono y con esto, escuché del intento de escape de la princesa Serenia Lamparth de Burgot. Como bien sabrá, es mi hermana. Ataca a Bushlak al Sur, mis tropas irán al Oeste del reino Bushlako. Mata a todo el que quieras a excepción de mi hermana y su hijo. Si Serenia intentó huir, es porque no le han tratado como merece, y un Wiztan como yo, defiende su sangre por encima de cualquiera. Sin embargo, Serenia tampoco ha intentado solicitar ayuda a Gorian, dado ese caso. Si ella está renuente a marcharse y a la caída de Bushlak, házlo saber a mis hombres y retirate. Serás recompensado generosamente, de lo contrario… Sabes que soy un emperador conquistador, ¿no?, Ruster es interesante. ] ……………… —¡¡HIJO DE PUTAAA!! —rom
El fuego devoraba partes del territorio Real Bushlako. En esa oscura madrugada a finales del verano, los gritos resonaban entre el caos desatado. Una inevitable guerra interna por el poder, se había extendido durante meses. En el salón del Rey Bushlako, un charco de sangre se acumulaba bajo el trono del gobernante, el rojo carmesí deslizándose lentamente, manchando las escaleras y dejando un rastro que se confundía con la alfombra roja. POF~ El fuerte sonido del cuerpo del Rey Henrik Burgot cayendo agonizante resonó en la sala, tras ser atravesado por la espada de uno de sus hijos, el segundo príncipe. —Tú me obligaste a esto, anciano decrépito —dijo el príncipe pelirrojo con indiferencia—. Hay que saber cuándo hacerse a un lado. Contigo al mando, Bushlak jamás será un imperio que compita con Gorian, y terminaremos siendo absorbidos por ellos. El Rey, incapaz de hablar, solo podía mirar con pánico a su hijo de 27 años, que sacudió su espada, limpiándola de la sangre del
✧✧✧ Un día más tarde. ✧✧✧ La noche caía sobre el bosque, una oscuridad interrumpida únicamente por la tenue luz de la luna llena que se filtraba a través de las ramas de los árboles. El suelo desnivelado cubierto de hojas secas y húmedas, mismas que provocaban un sonido con los pasos apresurados de la princesa Serenia que corría entre ese oscuro bosque. El aire frío acariciando su cuerpo, un susurro helado avisaba el final del verano. El aliento de la princesa que se convertía en vapor con cada exhalación. Sus grandes ojos dorados que se paseaban con desesperación por el bosque sin saber dónde más huir y ocultarse. —Waaaahh~ —en sus brazos, el llanto desgarrador de su bebé, como un eco de desesperación que la impulsaba a seguir adelante, a huir. Detrás de ella, las voces de los caballeros Reales se alzaban en su llamado: —¡DETÉNGASE PRINCESA! ¡ES PELIGROSO! —¡Vuelva aquí, princesa Serenia! Cada grito era un recordatorio de que estaba a punto de perde