Hola chicas, lamento las ausencias con esta historia 🥹💚 sigue en pie que termine este mes, está en sus últimos capítulos porque no iba a ser larga. Publicaré nuevamente diario a partir de mañana!! 🌹
Esa misma tarde, en el majestuoso salón donde se tomaban las decisiones más importantes, el Rey Bertrand había terminado su última reunión. Sus ojos verdes se posaron en el mensajero que acababa de ingresar. —¡Su majestad, glorioso Rey de Bushlak! —exclamó el mensajero, haciendo una profunda reverencia. Bertrand, con un gesto sutil de su mano enguantada, le indicó que continuara. —Desde la base de seguridad en el Sur ha llegado un pergamino con sello rojo. La sorpresa recorrió el cuerpo de Bertrand. Se levantó de un salto y se acercó al mensajero. —¿Y pierdes el tiempo con formalidades? —preguntó, su voz resonando con urgencia mientras extendía la mano. —Mis disculpas, mi Rey —respondió el mensajero, visiblemente avergonzado, entregándole el pergamino. El sello rojo, con un código que Bertrand reconoció al instante, solo podía significar una cosa: ¡una alerta máxima! Sus manos enguantadas temblaron ligeramente mientras leía el documento. ………………. [ Se emite una ale
>>> Serenia Burgot: «Cuando te enamores de verdad de alguien que realmente valga la pena, podrías arrepentirte de esta decisión por el resto de tu vida.» Estas palabras resonaron en mi mente, pronunciadas por mi medio hermano mayor, Landel Lamparth, actualmente uno de los poderosos duques del imperio Gorian. Hace cuatro años, el reino donde nací, Maita, aún se mantenía en pie. Sin embargo, la tensión y la crisis estaban por todas partes, y sentía que debía ayudar a Landel. Muchos decían que no era un buen rey. Decidí solicitar mi matrimonio con el segundo príncipe de Bushlak, Bertrand Burgot, tú. Tenía 18 años y mi familia se oponía, deseaban que me casara por amor. Pero yo no pensaba igual. Podía haber sido la esposa de cualquier hombre en Maita, incluso de mi amigo de la infancia, Henry Silverth. Sin embargo, había algo que me atraía hacia Bushlak. Entré en un matrimonio político, una alianza que no prometía mucho. Bushlak con el mando de tu padre, nunca había sido un verdad
✧✧✧ Una semana más tarde. ✧✧✧ —¡ESTÁN AQUÍ! —resonó la voz de uno de los vigilantes en la torre del fuerte, perteneciente al condado Ruwer. En las imponentes murallas de piedra que daban paso a la entrada del condado, se ubicaban las torres de vigilancia, un total de cuatro en cada uno de los puntos cardinales. Bajo ese día nublado y relampagueánte del frío y ventoso otoño, las torres brillaban con luz dorada interna, una señal de sus guardianes atentos con sus farolas, con trompetas y silbatos de emergencias para dar avisos. Los mejores en arquería en los alrededores del camino que recorría la muralla a la redonda, y los cañones del conde que tomaron, preparados para un ataque. Todo parecía indicar que una sangrienta batalla por el control del condado Ruwer estaba por desarrollarse. Pero… El conde no era participe, él no estaba ahí. Todo el territorio había sido tomado por los Rustinos. Algunos ciudadanos nobles y de familias acaudaladas huyeron, otros, se escondieron
……………….. [ Ataca a Bushlak. Tendrás mi apoyo. Rey Dominic Arbar. Ha llegado a mis oído información que captó mi atención. Su reino, Ruster, se prepara para atacar Bushlak. Anteriormente me di cuenta de que el segundo príncipe Bushlako, Bertrand Burgot tomó el trono y con esto, escuché del intento de escape de la princesa Serenia Lamparth de Burgot. Como bien sabrá, es mi hermana. Ataca a Bushlak al Sur, mis tropas irán al Oeste del reino Bushlako. Mata a todo el que quieras a excepción de mi hermana y su hijo. Si Serenia intentó huir, es porque no le han tratado como merece, y un Wiztan como yo, defiende su sangre por encima de cualquiera. Sin embargo, Serenia tampoco ha intentado solicitar ayuda a Gorian, dado ese caso. Si ella está renuente a marcharse y a la caída de Bushlak, házlo saber a mis hombres y retirate. Serás recompensado generosamente, de lo contrario… Sabes que soy un emperador conquistador, ¿no?, Ruster es interesante. ] ……………… —¡¡HIJO DE PUTAAA!! —rom
El fuego devoraba partes del territorio Real Bushlako. En esa oscura madrugada a finales del verano, los gritos resonaban entre el caos desatado. Una inevitable guerra interna por el poder, se había extendido durante meses. En el salón del Rey Bushlako, un charco de sangre se acumulaba bajo el trono del gobernante, el rojo carmesí deslizándose lentamente, manchando las escaleras y dejando un rastro que se confundía con la alfombra roja. POF~ El fuerte sonido del cuerpo del Rey Henrik Burgot cayendo agonizante resonó en la sala, tras ser atravesado por la espada de uno de sus hijos, el segundo príncipe. —Tú me obligaste a esto, anciano decrépito —dijo el príncipe pelirrojo con indiferencia—. Hay que saber cuándo hacerse a un lado. Contigo al mando, Bushlak jamás será un imperio que compita con Gorian, y terminaremos siendo absorbidos por ellos. El Rey, incapaz de hablar, solo podía mirar con pánico a su hijo de 27 años, que sacudió su espada, limpiándola de la sangre del
✧✧✧ Un día más tarde. ✧✧✧ La noche caía sobre el bosque, una oscuridad interrumpida únicamente por la tenue luz de la luna llena que se filtraba a través de las ramas de los árboles. El suelo desnivelado cubierto de hojas secas y húmedas, mismas que provocaban un sonido con los pasos apresurados de la princesa Serenia que corría entre ese oscuro bosque. El aire frío acariciando su cuerpo, un susurro helado avisaba el final del verano. El aliento de la princesa que se convertía en vapor con cada exhalación. Sus grandes ojos dorados que se paseaban con desesperación por el bosque sin saber dónde más huir y ocultarse. —Waaaahh~ —en sus brazos, el llanto desgarrador de su bebé, como un eco de desesperación que la impulsaba a seguir adelante, a huir. Detrás de ella, las voces de los caballeros Reales se alzaban en su llamado: —¡DETÉNGASE PRINCESA! ¡ES PELIGROSO! —¡Vuelva aquí, princesa Serenia! Cada grito era un recordatorio de que estaba a punto de perde
—¡NOOO! ¡¡¡ESPERA!!! —gritó Serenia, su voz desgarrada resonando en la oscuridad mientras veía cómo alejaban a su bebé, solo para llevarlo a la muerte. La desesperación la consumía, como un fuego voraz avivado por la frialdad de ese hombre descorazonado. El Rey Bertrand se detuvo, pero no por compasión. Serenia, en un impulso desesperado, se soltó y corrió hacia él, su corazón latiendo con la esperanza de un último milagro. —¡AY! —gritó cuando uno de los caballeros del Rey la agarró del pelo, arrojándola al suelo como si fuera un objeto sin valor—. ¡Suéltame! ¡Déjame ir! —¿No escuchaste el decreto del Rey? —replicó el caballero, con su tono burlón—. No irás a ningún lado más que a un frío calabozo. —¡ESTÁ BIEN! ¡LO HARÉ! —gritó Serenia viendo hacia el Rey, entre lágrimas, su voz temblorosa quebrándose como su espíritu—. ¡HARÉ LO QUE SEA QUE QUIERAS Y SEGUIRÉ TUS REGLAS! ¡Seré tu esposa perfecta…! ¡Por favor, Bertrand! ¡No me hagas esto!, te lo… Te lo suplico… No le hagas nad
Su expresión era seria y majestuosa, con sus ojos fijos en el camino recto que se extendía varios metros ante ella. Una alfombra dorada la guiaba hacia el trono del Rey Bushlako, un trono imponente, bañado en oro y adornado con hermosos diamantes y piedras preciosas. A la mano derecha del trono, se encontraba una glamurosa y majestuosa silla destinada a la Reina. Serenia recordó lo que le había informado el ministro Brandon: Ella sería la nueva Reina. Se veía radiante con un vestido de gala pomposo de un intenso color rojo, mientras su cabellera negra y ondulada se recogía en un glamuroso moño, dejando expuesto de manera elegante su cuello que lucía una gargantilla de oro con rubíes. La princesa avanzó por la alfombra dorada, rodeada de nobles e invitados especiales que asistían a tan magnífico evento. La música que había estado sonando hasta ese momento se detuvo, y el vocero anunció, resonando en todo el amplio y lujoso salón: —La gloriosa princesa, Serenia Burgot, ha