✧✧✧ Una semana más tarde. ✧✧✧ —¡ESTÁN AQUÍ! —resonó la voz de uno de los vigilantes en la torre del fuerte, perteneciente al condado Ruwer. En las imponentes murallas de piedra que daban paso a la entrada del condado, se ubicaban las torres de vigilancia, un total de cuatro en cada uno de los puntos cardinales. Bajo ese día nublado y relampagueánte del frío y ventoso otoño, las torres brillaban con luz dorada interna, una señal de sus guardianes atentos con sus farolas, con trompetas y silbatos de emergencias para dar avisos. Los mejores en arquería en los alrededores del camino que recorría la muralla a la redonda, y los cañones del conde que tomaron, preparados para un ataque. Todo parecía indicar que una sangrienta batalla por el control del condado Ruwer estaba por desarrollarse. Pero… El conde no era participe, él no estaba ahí. Todo el territorio había sido tomado por los Rustinos. Algunos ciudadanos nobles y de familias acaudaladas huyeron, otros, se escondieron
……………….. [ Ataca a Bushlak. Tendrás mi apoyo. Rey Dominic Arbar. Ha llegado a mis oído información que captó mi atención. Su reino, Ruster, se prepara para atacar Bushlak. Anteriormente me di cuenta de que el segundo príncipe Bushlako, Bertrand Burgot tomó el trono y con esto, escuché del intento de escape de la princesa Serenia Lamparth de Burgot. Como bien sabrá, es mi hermana. Ataca a Bushlak al Sur, mis tropas irán al Oeste del reino Bushlako. Mata a todo el que quieras a excepción de mi hermana y su hijo. Si Serenia intentó huir, es porque no le han tratado como merece, y un Wiztan como yo, defiende su sangre por encima de cualquiera. Sin embargo, Serenia tampoco ha intentado solicitar ayuda a Gorian, dado ese caso. Si ella está renuente a marcharse y a la caída de Bushlak, házlo saber a mis hombres y retirate. Serás recompensado generosamente, de lo contrario… Sabes que soy un emperador conquistador, ¿no?, Ruster es interesante. ] ……………… —¡¡HIJO DE PUTAAA!! —rom
La tarde se tornó oscura y fría, el cielo gris cubría el campo de batalla, mientras la lluvia caía con fuerza, creando charcos en el suelo fangoso. El sonido del metal de las espadas chocando resonaba en el aire, junto con los gritos de los soldados que se lanzaban al combate. La atmósfera estaba llena de tensión y miedo, y los hombres luchaban, pero el resultado era aún incierto. La Reina Serenia, con su armadura brillando a pesar del agua, se movía entre sus soldados, guiando cada movimiento. Su corazón latía con fuerza, no solo por la adrenalina del combate, sino por el temor de perderlo todo. Anthony, el príncipe de Bushlak, era un adversario formidable. Su mirada ardía de determinación mientras se enfrentaba a sus hombres, incapaz de retroceder. —¡No retrocedan! —gritaba Anthony, su voz resonando con furia—. ¡Por el dominio de Ruster a Bushlak! Mientras el combate se intensificaba, la figura del Rey Dominic se notaba en el horizonte, junto a sus tropas. Serenia, atrapada
✧✧✧ Una semana más tarde. En la frontera Norte de Ruster. ✧✧✧ En el majestuoso castillo del marquesado norte Rustino. La Reina Serenia se encontraba en un salón de reuniones, hace tres días, llegó al Reino vecino sur de Bushlak. En sus manos sostenía la carta que el emperador Jhonn Cuarto Wiztan había enviado al Rey de Ruster. Las manos enguantadas de la Reina temblaban ligeramente, ella tragó saliva sintiendo un nudo en su garganta, sus ojos dorados húmedos anunciando que podría llorar en cualquier momento. Se conmovió. Sintió que desde lo más profundo de su corazón se había conmovido. Recordó a su orgullosa pero dulce madre Virginia Wiztan, a su exigente pero también protector padre, Lance Lamparth. Los extrañó. Deseaba verlos, abrazarlos y pasar tardes hablando con ellos como en el pasado, cuando era solo una adolescente. Le fue imposible no pensar en su hermanastro, Landel Lamparth, que siempre fue tan serio y exigente con ella, pero todo era porque realmen
El llanto del príncipe pelirrojo resonaba en el corredor de una casa, ubicada en un pequeño pueblo de las afueras de la capital. El bebé no dejaba de llorar en brazos de esa mujer que temblaba sosteniendo al niño con fuerza, su rostro pálido, el temor evidente en su mirada café. —¡¡SOY INOCENTE!! —gritó esa niñera del príncipe Brendel Burgot. La noche había caído envolviendo con su oscuridad el Reino de Bushlak. Las ráfagas del fuerte y frío viento que mecían los árboles desnudos del otoño en ese sector, provocando que sus ramas choquen entre sí y produzcan un escalofriante sonido. La mujer se encontraba rodeaba de los guardias reales montados en sus caballos. Algunos de ellos, y habían desenvainado sus espadas. —¡ENTREGUE AL PRÍNCIPE! —ordenó uno de los hombres del Rey Bushlako, bajando del caballo se acercó lentamente hacia la mujer niñera. Ella extendió sus manos con el bebé, la mujer lloraba desconsolada mientras temblaba… Sabía que moriría. —¡Fue culpa del Conde Ruw
Serenia se encontraba de pie frente al escritorio de madera oscura, de Bertrand. Había dejado al príncipe con las niñeras reales, y se dedicó a hablarle de su reunión con el Rey vecino, Dominic Arbar. Las ventanas altas filtraban la tenue luz de ese día gris, mientras la lluvia se hacía presente y golpeaba con suavidad los cristales. Las llamas de la chimenea proyectando sombras en las paredes de la oficina, mientras que el sonido del fuego crepitante inundaba la habitación. El Rey Bertrand, aún vestido con su atuendo real, estaba de pie al borde del escritorio, mirándola con una intensidad que hacía que el pulso de Serenia se acelerara. Ella finalmente dejó de hablar… Haciendo un pausa, lo veía con sorpresa. —¿Por qué me miras así? —preguntó Serenia en un susurro, rompiendo el silencio, pero sin poder apartar la mirada de ese atractivo gobernante. Bertrand no respondió de inmediato. La figura imponente de ese Rey pelirrojo se acercó con calma hacia la mujer. La luz del
Serenia rodeó con sus piernas las caderas de él, acercándolo aún más, mientras Bertrand la besaba con una pasión feroz, que parecía que iba a devorarla por completo, sus labios no se separaban ni por un instante, hasta que se quedaron mutuamente sin aliento. —Ah, eres deliciosa mi amor… —dijo él con voz entrecortada, para continuar besándola, tocándola, llenándola de su amor. El fuego de la chimenea era el único testigo de cómo sus caricias se volvían más eróticas y descaradas. —¡OH, BERTRAND! ¡AH!~ —dejó escapar la Reina gemidos que hicieron eco en la oficina y fuera de ella… Bertrand en ese momento, trazó un camino de sus besos, desde la mandíbula de la hermosa mujer, hacia abajo, deteniéndose en los puntos donde sabía que podía hacerla suspirar de placer, viéndola temblar excitada, y mojarse cada vez más. Ella reclinó la cabeza, a la vez que su espalda se arqueada ante el placer que ese hombre la hacía sentir; él la sostuvo con firmeza de los muslos, separándolos más, vien
✧✧✧ Seis meses más tarde. ✧✧✧ La primavera había llegado, envolviendo con su fresca brisa, su radiante sol y sus dulces fragancias, el Reino de Bushlak. En la ciudad capital, se preparaba la celebración del festival de la temporada y con ello también la noticia de la alianza exitosa entre Bushlak y Ruster su vecino del Sur. Mientras días de paz se disfrutaban, en el territorio Real, la Reina Serenia Lamparth de Burgot, terminaba de organizar todo, previamente a su viaje de una semana al imperio de Gorian. Quería ver a su familia, pero, meses atrás, el otoño se volvió feroz y le fue imposible dejar la capital, y el invierno el cual fue bastante frío, también le impidió ir junto a su esposo e hijo. —Todo está listo, mi majestad. Cuando finalice el festival primaveral, podrá viajar con el Rey y el príncipe rumbo al imperio de Gorian —anunció con voz seria, Brandon Rufer, el ministro del Reino. —Agradezco el aviso, ¿dónde está mi hijo? —La agenda del príncipe de hoy se cance