La noche era fría y silenciosa, pero en el interior de la oficina de Liam, el ambiente estaba cargado de tensión. Martha estaba sentada frente a él, con el correo anónimo aún abierto en su teléfono. Liam había llamado a su equipo de seguridad para investigar el origen del mensaje, pero hasta ahora no había respuestas. La incertidumbre era insoportable.—Esto no puede ser una coincidencia —dijo Martha, rompiendo el silencio—. Alguien está tratando de intimidarme, y creo que sabemos quién podría ser.Liam asintió, su mandíbula apretada. Había estado pensando lo mismo desde que vio el correo. Tania siempre había sido manipuladora, y no le sorprendería que estuviera detrás de esto. Pero había algo más que lo inquietaba, algo que no podía ignorar.—Voy a encargarme de esto, Martha —dijo finalmente, con un tono firme—. No voy a permitir que nadie te haga daño.Martha lo miró, sintiendo una mezcla de gratitud y frustración. Apreciaba su apoyo, pero también sabía que no podía depender de él p
La mañana siguiente llegó con cielos grises y un aire denso que parecía reflejar el malestar de Martha. Había pasado la noche en vela, dándole vueltas a todo lo que Liam le había contado. Su madre. Por supuesto que tenía sentido. Nadie más tendría tanto interés en destruirla, en proteger los secretos de la familia Duvall. Pero saberlo no hacía que fuera más fácil. Si algo había aprendido en los últimos años, era que los Duvall no retrocedían sin luchar, y eso la preocupaba más de lo que estaba dispuesta a admitir.Por otro lado, Liam también estaba inquieto. Sentado en su oficina, con el teléfono en la mano, repasaba mentalmente lo que debía decirle a su madre. Había evitado llamarla la noche anterior, temiendo perder el control, pero ahora sabía que no podía seguir posponiéndolo. Martha tenía razón: esto tenía que parar.Finalmente, marcó el número y esperó. La voz de su madre, fría y controlada como siempre, respondió al segundo tono.—Liam, qué sorpresa. ¿A qué debo el honor de est
La decisión estaba tomada. Martha y Liam iban a enfrentarse a los Duvall. No era solo por limpiar el nombre de Martha, sino también para desmantelar el poder tóxico que la familia había ejercido durante años. Liam sabía que enfrentarse a su madre sería como enfrentar una tormenta, pero ya no podía seguir permitiendo que sus acciones destruyeran la vida de otras personas. Y Martha, después de años de cargar con el peso de la culpa y la injusticia, finalmente estaba lista para liberarse.Dos días después, Martha y Liam llegaron a la mansión Duvall. El aire estaba cargado de tensión mientras cruzaban las puertas principales. En el gran salón, la madre de Liam los esperaba, sentada con la misma elegancia fría que siempre la caracterizaba. Junto a ella estaban algunos miembros clave de la familia, incluida Tania, quien tenía una sonrisa ladeada que solo aumentaba la incomodidad del momento.—Liam, querida. Me sorprende que hayas traído… compañía —dijo su madre, con un tono que apenas ocult
La mañana está siendo eterna para la joven Willow, puesto que no ha logrado entregar ni un solo volante y el sitio no es muy concurrido. Se siente derrotada, y sus pies reclaman por un descanso. Ha estado un buen rato paseándose en la esquina del local del señor Hanks; su jefe. Un viejo cascarrabias que no le agrada nada ni nadie. La mayor parte del tiempo se la pasa encerrado en un pequeño despacho dentro de la tienda, un lugar repleto de antigüedades especializada en la venta de objetos pasados de moda. Pero que por alguna razón, su producto es normalmente suministrado por subastas, ventas del estado, búsquedas en los mercadillos, y esas cosas que no le interesa en lo más mínimo a la chica. Sin embargo los objetos son de gran valor para los adinerados que no saben en qué gastar su fortuna.La verdad es que si aún sigue trabajando en ese lugar, es porque no ha encontrado otro sitio mejor, y no podía darse el lujo de perderlo justo ahora, ya que tenía que pagar el alquiler dónde vive
—Recoje tus cosas y vete —ordena el señor mayor manteniendo la calma, una calma que descoloca a la chica—. Toma, allí tienes el pago de esta semana.Willow agarra el dinero entre sus manos y sale de la tienda sin importarle dejar su gabardina desgastada. Echa a andar por la acera desolada, pero un agarre en su brazo la detiene.—Willow.Voltea a verlo, y su odio hacia él incrementa aún más.—¿Qué quieres? —dice entre dientes.—Lo siento, todo esto ha sido mi culpa. Nunca fue mi intención que te echaran, de verdad discúlpame —emite Dylan preocupado.—Ya. ¿Y qué ganó yo con tus disculpas? Eso no me devolverá el trabajo, así que solo desaparece de mi vista, es lo mejor que sabes hacer, ¿No? —gesticula cada palabra con veneno—. Marcharte sin decir adiós.Se suelta bruscamente del agarre de su ex novio y le da la espalda retomando el camino.Dylan fue su mejor amigo, el único que se ofreció ayudarla cuando no tenía un techo donde dormir luego de haber sido echada del orfanato. Aunque al pr
La joven despierta sobresaltada al escuchar los golpes en la puerta, se incorpora de la cama y va hacia la sala mientras estruja sus ojos con pesadez. Al abrir, maldice mentalmente por estar en esas fachas y que el dueño del piso donde vive la repase con una mirada extraña, que la pone incómoda.—Dígame —dice la chica haciendo un esfuerzo sobrehumano para no cerrarle la puerta en la cara al viejo.—Vengo por el dinero, ya hoy es último de este mes —le recuerda el hombre de ojos quisquillosos.—Bueno, verá señor Farrell. Hoy me fue terrible en el trabajo, y me ha sido imposible conseguir el dinero. Pero le aseguro que si me da dos días más puedo pagarle lo que le debo —suplica la joven reteniendo el aire que tiene atorado en el pecho.—Dos días —recalca el dueño del piso—. De lo contrario deberás buscar otro sitio donde vivir.Willow suspira aliviada.—Vale, muchas gracias señor Farrell. Le prometo que tendrá su dinero —el hombre asiente y se marcha escaleras abajo.La chica cierra la
—¿Es que acaso no sabe conducir? ¡Agh! Mire nada más lo que ha hecho, por su culpa ahora estoy empapada, no puedo creerlo —lo mata con la mirada.—Lamento mucho lo ocurrido, no ha sido mi intención estropear su ropa. De verdad discúlpame —vuelve a decir y la joven bufa en repuesta.Cuando está a punto de volver a reclamar empieza a caer la lluvia. Willow no puede creer que justo en ese momento empiece a llover a cántaros. De verdad que este es un pésimo día. Dice la joven para si misma.—Ven, no te quedes allí, podrías pescar un resfriado, vamos —dice de pronto ese hombre mientras tira de su brazo sin permitir que pueda decir algo, todo pasa tan rápido y como la joven no quiere enfermar de pronto está en el interior de ese auto lujoso y con un desconocido a su lado que empieza a conducir.¿Y si me secuestra? Todo tipo de pensamientos turbios y molestos empiezan a aparecer en la mente de Willow, volviéndola un poco paranoica. Oh no, creo que estoy perdida. Piensa tiritando del frío.—N
Kyllian no se había podido negar a las insistente peticiones de su madre para que asistiera a una cena con ella. Así que no le quedó de otra que hacer espacio en su ajetreada agenda, para poder venir a la mansión dónde creció.Julia abre la puerta tras escuchar el timbre, al percatarse que es el hijo de Susanne le sonríe cordialmente.—¿Cómo estás? —pregunta Kyllian con amabilidad.—Muy bien señor.—Que bueno, ¿Está mi madre? —inquiere quitándose el abrigo que cuelga en el perchero.—No señor, se ha ido a una reunión en el orfanato —informa la mujer.—Oh, cierto. Gracias —le regala una sonrisa de boca cerrada y se dirige a las escaleras.Le urgía darse una ducha, en la mañana su secretaria había derramado café en su camisa, por lo que tenía todo el tórax pegajoso y oloroso a café. Cruza el pasillo que conduce a su recámara e ingresa a ella encontrando las luces encendidas. Sin embargo no le presta atención a eso, y comienza a desvestirse quedando en ropa interior. La joven Willow no s