—¿Es que acaso no sabe conducir? ¡Agh! Mire nada más lo que ha hecho, por su culpa ahora estoy empapada, no puedo creerlo —lo mata con la mirada.
—Lamento mucho lo ocurrido, no ha sido mi intención estropear su ropa. De verdad discúlpame —vuelve a decir y la joven bufa en repuesta.Cuando está a punto de volver a reclamar empieza a caer la lluvia. Willow no puede creer que justo en ese momento empiece a llover a cántaros. De verdad que este es un pésimo día. Dice la joven para si misma.—Ven, no te quedes allí, podrías pescar un resfriado, vamos —dice de pronto ese hombre mientras tira de su brazo sin permitir que pueda decir algo, todo pasa tan rápido y como la joven no quiere enfermar de pronto está en el interior de ese auto lujoso y con un desconocido a su lado que empieza a conducir.¿Y si me secuestra? Todo tipo de pensamientos turbios y molestos empiezan a aparecer en la mente de Willow, volviéndola un poco paranoica. Oh no, creo que estoy perdida. Piensa tiritando del frío.—No debí hacer eso —musita en voz alta.El hombre a su lado ladea la cabeza confundido.—¿Qué cosa?—Subirme aquí con usted, no lo conozco —emite apartando el cabello mojado que se ha pegado a su frente.—¿Entonces qué, hubieras preferido quedarte allí afuera con esa tormenta? —frunce el entrecejo y la chica se encoge de hombros—. No soy un psicópata que te ha secuestrado, si es lo que está pasando justo por tu cabeza en este momento.Willow lo mira de soslayo.—Eso es lo que no sé, sigues siendo un desconocido para mí. Siquiera sé cómo te llamas —argumenta cruzándose de brazos.—Eso no es relevante, podría mentirte y colocarme otro nombre. Además, tampoco sé el tuyo —responde sin dejar al descubierto su identidad.Muchas veces el empresario prefería ocultarlo, le incomodaba recibir la atención de las personas y los medios. Trataba de mantenerse siempre humilde a pesar del prestigio, las riquezas que había adquirido por medio de su familia. Al ser dueño de la compañía de moda Fashion week en Brooklyn, se le conocía como uno de los mejores diseñadores en ese ámbito, por lo que era muy reconocido y sus creaciones aún estaban en tendencia.—Willow —habla la joven luego de unos minutos—. Así me llamo.El empresario le echa una mirada rápida.—Oh, bonito nombre. Jamás lo había escuchado, es... único —gesticula el hombre posando la vista en la carretera.La chica dibuja una sonrisa en sus labios un poco tímida.—Gracias —dice sintiéndose de pronto cohibida—. Y usted, ¿Cómo se llama?El hombre rasca su cuello para disminuir la tensión que eso le provoca, revelar su nombre a veces le parecía incómodo puesto que el trato de las personas hacia él, cambiaba. Actitud que odiaba, ya que se veía igual que el resto, un simple hombre del montón.Pero por alguna razón, las palabras salieron de su boca, pronunciando su nombre sin poder ocultarlo a esa chica de grandes ojos verdes.—Kyllian Timothée.La joven ladea la cabeza a su dirección. Había escuchado ese nombre antes, pero no recordaba claramente.—¿Francés? —el hombre asiente.—¿Dónde te quedas? —pregunta Kyllian cambiando de tema.—Aquí está bien —señala el callejón iluminado por los faroles.El hombre detiene el auto para que la chica baje.—Te pido mil disculpas por lo ocurrido —emite él mirándola fijamente a los ojos.Gesto que incrementa el nerviosismo de la joven. Se apresura a abrir la portezuela del auto y dándole una sonrisa de boca cerrada, se baja.—Descuida, fue un incidente, a todos nos ha pasado —comenta recordando a la antipática señora de hace horas atrás—. Gracias por el aventón, hasta luego.Sacude su mano en el aire y echa a andar por el callejón iluminado.Kyllian se queda unos minutos observándola hasta que su figura se vuelve lejana y borrosa. Enciende el auto y arranca de aquel lugar. La joven voltea al oír el sonido de las llantas sobre el asfalto, mirando el auto perderse entre las calles desoladas, sonríe sin poder creer que casualmente tuvo dos encuentro con el mismo hombre y lo más extraño es que su rostro le parecía conocido, como si lo hubiera visto antes.Sacude la cabeza y se dispone a dirigirse a su apartamento, al ingresar, Oreo la recibe maullando mientras frota su cuerpo en las piernas de las joven.—Hola cielito, ¿me extrañabas? —la carga entre sus brazos y va hacia su habitación.La coloca en la cama para poder darse una ducha tibia si no quiere coger un resfriado. Se ducha rápido y se pone una pijama de algodón que la mantiene calentita en medio de la fría noche. Se mete bajo las mantas gruesas y abraza a Oreo que también se ha acomodado a su lado.Sin poder evitarlo, unos ojos azules se adueñan de su mente y no tienen intención de salir de sus pensamientos. Willow no comprende la insistencia con la que aquel sujeto se mete en su cabeza sin la más mínima intención de salir y está segura de que no será fácil sacarlo de ese lugar.Suspira, perdiendo la mirada en el techo su habitación....El enorme portón negro es abierto dando acceso a la joven Willow que no duda en entrar a la residencia François; una enorme y lujosa mansión de muros altos, color predominante blanco y madera natural, con ventanales de vidrio en la fachada. El amplio jardín se encuentra en perfectas condiciones, haciendo que el sitio parezca de cuentos de hadas para la chica que mira todo anonadada.Se acerca a la puerta de madera y presiona el timbre, inmediatamente es abierta mostrando a una mujer bajita vistiendo un uniforme.—Buenos días, ¿En qué la puedo ayudar?—Hola, soy Willow, y vengo a ver a la señora, eh... —revisa el papel que le ha dado el señor Hanks—. Susanne.—Oh, claro, pasa —la mujer se hace a un lado permitiendo la entrada de la chica—. Le avisaré que has llegado, aguarda uno minutos.—Vale.La mujer se marcha escaleras arriba, dejando a Willow en el living. Es inevitable para la chica no barrer la mirada en cada rincón del interior de la casa que derrocha lujo por todos lados. En una de las paredes blancas hay fotografías, pero una en particular llama la atención de la joven, sin embargo cuando está a punto de verla de más cerca, oye el repiqueteo de unos tacones.Ladea la cabeza viendo aparecer a la señora que sin querer le derramó el café.—Buen día —saluda la mujer con una impecable sonrisa, gesto que le parece falso a Willow—. ¿Eres la chica que está interesada para el puesto?—Así es señora —emite educadamente—. Por cierto, me llamo Willow.Extiende su mano, pero la señora Susanne no la estrecha, haciendo que la joven la baje avergonzada.—Eso es lo que menos importa, linda. Iré al grano, tengo una reunión en veinte minutos y no quiero ser impuntual, eso no es lo mío —dice mirándose en el espejo que cuelga en una de las paredes.—Bien.—Imagino que Hanks no te comentó de qué trata el trabajo, ¿Cierto?—No, señora —responde la joven.—Bueno, busco una persona responsable que atienda las labores de la casa; limpieza en los baños, las habitaciones y si se requiere en mi estudio. Aunque este último es solo con mi permiso, y también hacer las compras cuando Julia no pueda —explica señalando a la señora que le tiende un taza de café—. ¿Tienes experiencia en lo recientemente nombrado?—Sí, un poco. Pero soy buena aprendiendo —se apresura a decir.—De acuerdo, entonces si no hay otra duda, tienes el empleo —dice sin más.—¿De verdad, así de fácil, no me hará una prueba ni nada?Susanne negó.—No lo creo necesario, además Julia se encargará de explicarte cada una de las labores —informa mientras le da el último sorbo a su café—. Bueno, entonces si no hay nada más, ya me voy.Se encamina a la salida, pero su empleada Julia le recuerda que debe llevar los regalos para la fundación.—Vaya, casi lo olvido. Menos mal te tengo a ti querida —cuelga su bolsa en el antebrazo y le pide al chófer que cargue con los regalos—. Ah, Winnie, puedes empezar hoy.—Es Willow... —corrige, pero la señora Susanne ya ha cruzado la puerta.—Descuida, la señora es así con todos —habla Julia plantándose a su lado.—Ya veo —murmura la joven—. ¿Qué debo hacer primero?—Sígueme —las dos se dirigen a la segunda planta e ingresan en una de las habitaciones—. En la planta alta están las recámaras y baños y en planta baja se encuentra el recibidor, cocina, comedor, y sala.Julia abre el armario y saca el uniforme que le tiende a la chica.—¿Debo usar eso? —hace una mueca.—Es una de las reglas de la señora Susanne.—¿Hay más reglas? —ella asiente y Willow bufa—. Genial, con lo que me encanta acatarlas.Julia le da una sonrisa ladeada, quizás sintiendo pena por la joven.—Te espero abajo —dice retirándose.La joven se despoja de su ropa y se coloca el uniforme gris. Recoge su cabello cobrizo en una coleta alta y desprolija, se mira en el espejo notando su reflejo en el.—No está tan mal —dice para si misma.Decide bajar al primer piso donde Julia le ha dejado los implementos de limpieza, desde esponjas y paños, detergente, lavavajillas, la mopa y el balde de agua.—El hijo de la señora Susanne viene de visita, por lo que se necesita tener lista su habitación —explica Julia cruzando el living—. Su dormitorio está en la primera puerta a la derecha.—Vale, gracias.Willow regresa a la primera planta y tal como le dijo Julia, ingresa a la recámara que debe ordenar. La estancia está en penumbras, por lo que con torpeza logra encender el interruptor de luz, iluminando la habitación. A la joven le parece muy grande y amplia, ya que no acostumbraba a tener un lugar así, por lo que es algo abrumador ver tantos muebles costosos. La cama es enorme y se nota que también es exquisita, piensa la chica pasando los dedos en la suave sábana, sintiendo ganas de arrojarse a ella enseguida, sin embargo tenía que estar al margen, pues, la cama está demasiado pulcra como para que la arruinase en unos segundos.Su vista se dirige al lado del ventanal, dónde un gran y espacioso armario de madera color negro se haya empotrado. La textura de ese es tan visible que aún a unos metros se notaba claramente. Aunque la mayoría de los inmuebles relucen, hay uno en particular que logra llamar la atención de Willow, se encuentra al otro lado del ventanal, dónde un pequeño buró con una luminosa lámpara, enfoca una preciosa fotografía enmarcada.La joven curiosa, se acerca y lo ve, es un pequeño niño de mofletes regordetes y rojos. Luego está otro marco con más fotografías, que la chica supone se trata del mismo niño pero se aprecia más grande, casi podría asegurar que es todo un adolescente.Después de cotillar las fotos, Willow se dispone a comenzar la limpieza, así que emprende su labor y decide iniciar por el baño.—Bien, manos a la obra —emite en voz alta.Kyllian no se había podido negar a las insistente peticiones de su madre para que asistiera a una cena con ella. Así que no le quedó de otra que hacer espacio en su ajetreada agenda, para poder venir a la mansión dónde creció.Julia abre la puerta tras escuchar el timbre, al percatarse que es el hijo de Susanne le sonríe cordialmente.—¿Cómo estás? —pregunta Kyllian con amabilidad.—Muy bien señor.—Que bueno, ¿Está mi madre? —inquiere quitándose el abrigo que cuelga en el perchero.—No señor, se ha ido a una reunión en el orfanato —informa la mujer.—Oh, cierto. Gracias —le regala una sonrisa de boca cerrada y se dirige a las escaleras.Le urgía darse una ducha, en la mañana su secretaria había derramado café en su camisa, por lo que tenía todo el tórax pegajoso y oloroso a café. Cruza el pasillo que conduce a su recámara e ingresa a ella encontrando las luces encendidas. Sin embargo no le presta atención a eso, y comienza a desvestirse quedando en ropa interior. La joven Willow no s
Willow corre en la acera para no perder el autobús que está a punto de arrancar, pero logra llegar a tiempo y se sube en el transporte. Su despertador no ha sonado y se ha quedado dormida, solo espera no tener problemas por ello. Aunque con lo poco que ha conocido de la señora Susanne, seguro no dejará pasar esta falta de impuntualidad de su parte.Resopla mientras apoya la mejilla en su palma.Observa el paisaje por la ventanilla, el cielo está despejado y a diferencia de otros días, no hay indicios de lluvia. Las personas caminan despreocupados, en su propia burbuja alejados de la realidad del resto, y es que la mayoría de la gente no sentían el más mínimo interés en el bienestar ajeno. O bueno, así es como lo veía Willow, basado en su propia experiencia. Mucha veces se enfocaba en sus problemas y olvidaba que los demás también los tenían, que cada uno cargaba un peso sobre sus hombros el cual el resto del mundo no estaba enterado. Que detrás de esa sonrisa radiante se escondía el d
El día transcurrió rápido, luego de trabajar arduamente en la biblioteca de la casa, la joven tuvo que ir a comprar legumbres en el mercado, puesto que la señora Susanne se alimentaba saludablemente. Recorrió todo el vecindario en busca de las mejores legumbres, y ahora su pies le dolían reclamando por un descanso.Al llegar al piso donde vive, Willow se cruza con el dueño del edificio, que al verla la saluda sin dejar de mirarla. La joven se apresura a subir los pocos escalones que conducen a su hogar e ingresa al cálido interior. Oreo sale a su encuentro meneando su peluda cola, la chica lo carga entre sus brazos y acaricia su cabeza. Va hacia su habitación y se despoja de la ropa, le urge una ducha fría, así que entra al baño y relaja bajo el chorro de agua fría, masajea su cuero cabelludo aliviando el dolor de cabeza que palpita en sus sienes.Comienza a pensar en la oferta que le ha propuesto la señora Susanne, y de pronto no le parece tan descabellada la idea. Sí, quizás no es m
El sonido de la lluvia que impacta en la ventana, le resulta relajante a la joven Willow, que lleva rato despierta pero aún sigue acurrucada entre las sábanas. No obstante, su tranquila mañana es arruinada al oír el sonido de su móvil, a regañadientes se levanta y responde la llamada.—Dígame —dice con voz ronca mientras camina en el suelo frío.—Buen día querida, estoy aquí afuera en tu apartamento —la joven abre los ojos desmesuradamente—. Baja enseguida.—Pero...Queda hablando sola, pues Susanne ha finalizado la llamada. Willow suelta un gritito de frustración, aquella señora iba a sacarle canas verdes. No entendía que hacía allí tan temprano, y ¿Cómo sabía dónde vivía?Se pregunta frunciendo el entrecejo.Unos golpes en la puerta la sacan de su ensimismamiento. Agarra una camisa corta que deja a la vista su ombligo, y se coloca un pantalón rasgado, además de sus Vans negros. Se dirige a la cocina por un vaso de agua y luego de revisar su aspecto en el espejo, abre la puerta.Afue
—¿Vas a subir o estás pérdida? —pregunta haciendo que Willow voltee a verlo.Su mirada se detiene en los ojos verdes de aquel hombre alto y de buen porte, de hecho es muy apuesto para la chica.—Sí, es que no me gusta mucho esas cosas, prefiero las escaleras —confiesa sincera.El hombre ladea sus labios en una sonrisa coqueta.—Te entiendo, a mi mejor amigo tampoco le gusta los elevadores. Incluso los evita a toda costa con tal de no subirse a uno de esos, o como él suele llamarlos; máquinas defectuosas —comenta entre divertido y serio.La joven se ríe y el hombre la observa por unos minutos, le resulta hermosa aquella joven que sin duda alguna debe ser la nueva asistente que mencionó la señora Susanne.—Soy Zander, un gusto —se presenta el hombre extendiendo su mano.La joven la estrecha con la suya y dice.—Willow —sonríe amable.—Lindo nombre, jamás lo había escuchado. Es único cómo la que lo posee —emite de manera coqueta y la chica aparta la mirada con nerviosismo—. ¿Hacia dónde
—¿Mi hijo está sospechando, dices? —pregunta la mujer desde la otra línea.—Ha estado preguntando cuánto tiempo llevamos aquí en Brooklyn, ya que nunca se había topado conmigo o mi madre ficticia —lo último lo pronuncia con desdén. Haberse criado sin sus padres le afecta a la joven, pero tampoco ha sentido la necesidad de buscar sus paradero.—Kyllian es un poco curioso, sin embargo yo veré qué le digo para que deje de una vez el tema —asegura la mujer—. Por ahora, enfócate en el objetivo.Willow rueda los ojos.—Sí señora, no tengo más que claro —responde sin mucho interés en lo que continúa diciendo la señora Susanne.Al ver que se acerca su jefe, se voltea y esconde detrás de la columna del restaurante. Le había dicho a Kyllian que iría un momento al tocador y se estaba tardando en regresar, quizás los demás pensaban que se trataba de una emergencia de chicas.—La llamo más tarde, viene su hijo —le cuelga sin esperar la respuesta por aparte de la mujer.Guarda el móvil en su bolsa
Lorena se pasea por cada puesto dónde las diseñadoras realizan patrones para probar su talento. Mira por encima de sus gafas de pasta gruesa cada boceto que muestran los figurines ya completos, algunos incluso le han agregado más color al fondo de la hoja. Por otro lado, la joven Willow se ha esforzado al máximo y dejando volar su imaginación, creó un hermoso vestido de gala que resalta con sus vuelos en cada hombro de la modelo.Sonríe satisfecha por su trabajo, solo espera que a la líder del departamento de diseño lo apruebe, a la chica le ha parecido un poco exigente aquella mujer, así que es inevitable no sentirse intimidada y nerviosa cuando es su turno de mostrar lo que ha hecho.Lorena lo examina detalladamente, provocándole más ansiedad a la pobre chica que muerde su labio inferior con nerviosismo.—¿Tú diseñaste esto? —pregunta de pronto la mujer.—Sí señora —afirma Willow sintiendo las miradas curiosas de los demás.—Bien, háblame de tu diseño —ordena juntando sus mando enci
Al regresar a su casa, Willow decidió pasar por un canapé de chocolate de eso que vendían en la cafetería donde trabajaba Oliver. Al llegar ingresa al local semi vacío y no encuentra a su amigo, se acerca a una de la camareras y pregunta por él.—No, ya no trabaja aquí. Han reducido el personal —explica la muchacha con un poco de pena por su ex compañero de trabajo.Willow alza las cejas sin poder creer lo que escucha, ahora su amigo está desempleado y lo más seguro es que se haya encerrado en casa de su madre ante eso. Oliver llevaba años trabajando en la misma cafetería, por lo que le parece injusto a la joven que lo hayan despedido por falta de personal.—Ah, vale, gracias —se marcha de la cafetería y marca el número de Oliver, sin embargo este la manda al buzón.Echa a andar por la acera abarrotada de personas que caminan apresuradas a sus hogares, seguramente dónde alguien espera por ellos, a diferencia de la joven que no tiene a nadie. No obstante, sacude su cabeza para no pensa