Las semanas pasaron en un abrir y cerrar de ojos, los días que llevaba en la empresa ayudaron a la joven Willow a adaptarse en su labor de asistente. Y aunque este no es tan sencillo como ella pensaba, la verdad es que le estaba gustando bastante trabajar en la empresa François, además que mientras más tiempo pasaba junto a Kyllian, su jefe, algo en el interior de la chica crecía, no sabía con exactitud de que se tratase, pero lo que si estaba segura es que jamás lo había sentido con ningún hombre, siquiera con Dylan, su ex novio.Pero la joven prefirió ignorar aquellos sentimientos que resurgían en ella y enfocarse en llegar a cabo el plan de la señora Susanne, al fin y al cabo por esa razón es que estaba trabajando allí. En este momento se encontraba de camino para una reunión benéfica dónde iban a asistir personas importantes de la industria de moda, varios empresarios de la alta costura estarían juntos cenando en la misma mesa. La joven está un poco nerviosa por ello, pero aún así
—Madre, ¿cómo sigue tu pie? —pregunta bajando la vista hacia los zapatos de tacón que tiene puesto—. Por lo visto no fue nada grave.Alza una de sus pobladas cejas en dirección a ambas mujeres.—¿De qué ha...—Ay, ay duele —dice de manera dramática la chica.Kyllian la ayuda a caminar hasta el sofá que está en un rincón de la habitación, la joven se sienta y le pide a su jefe si pides traer una compresa de hilo para su pie lastimado.—Vale, ya regreso —se marcha de la estancia dejando solas a Willow y la señora Susanne.La joven suelta un suspiro aliviado.—¿Me puedes explicar qué hacen aquí? —la mujer la interroga.—Siguiendo el plan que usted me dijo —responde la chica.—Pero se supone que debías entretener a mi hijo de aquella mujerzuela.—Y eso hice, sin embargo lo mejor que se ocurrió fue fingir que usted se había lesionado un pie y yo torcido el pie hace minutos para que Kyllian se apartara de esa mujer —no acaba su oración pues su jefe entra a la habitación y las mira con desap
Al siguiente día, Kyllian se había despertado temprano, siquiera pudo pegar un ojo en toda la noche, le costó conciliar el sueño, de hecho las pesadillas no le permitieron descansar. Odiaba desvelarse, ya que no lograba concentrarse y se sentía fatigado, sin embargo no le queda de otra que levantarse de la cama para ir al gimnasio a hacer ejercicio. Pero antes revisa su reflejo en el espejo colgado de la pared, el moretón en su mejilla se ha tornado en un enorme hematoma de un tono azul violáceo que pronto pasará a ser amarillo verdoso. Vierte un poco de agua fría en su rostro y cepilla sus dientes para luego encaminarse a la segunda planta.Sin embargo, el timbre suena y confundido de no estar esperando a nadie a esa hora, se dirige a la puerta. Al abrir encuentra a Willow que al verlo sin camisa solo vistiendo unos shorts deportivos, se cubre los ojos soltando las bolsas que traen en manos.—D-disculpe señor, no tenía idea que saldría así —dice titubeante.Kyllian reprime la risa qu
El auto de Kyllian se estaciona frente al edificio donde vive la joven, aunque le había dicho que podía tomar un taxi, su jefe insistió en traerla. Así que a la chica no le quedó más remedio que aceptar, incluso si debía fingir que no le afectaba estar en aquel lujoso auto impregnado de aquel perfume masculino.—Mañana iniciaremos con los diseños de temporada, le diré a Bruno que pase a recogerte —la joven asiente y se despide de su jefe.Al entrar al edificio donde vive se percata de un muchacho de gafas oscuras, este se acerca a la chica con precaución para no asustarla. Aún así Willow se sobresalta al sentir un agarre en su brazo.—Lo siento, no fue mi intención asustarte —dice el muchacho mirándola fijamente.La joven se pone a la defensiva y observa por encima de su hombro buscando alguien que esté cerca, pero las calles están vacías, sin un alma.—¿En qué puedo ayudarle? —se ofrece cortésmente, no quiere ser mala educada, aunque el muchacho desconocido sea extraño para ella por
—¿Qué sucede mamá?—Querido te he extrañado, ¿Vienes hoy a cenar? La señora Campbell ha quedado para vernos junto a su hija, ¿recuerdas a la rubia bella que jugaba contigo de niños? —comienza a parlotear de la mujer en la que se ha convertido ahora y lo hermosa que está—. Cariño, te estaré esperando...—Madre, debo trabajar, no puedo comprometerme a una cena el día de hoy —la interrumpe Kyllian con hastío.—Vale, lo entiendo, solo quería pasar más tiempo contigo, pero ya veo que tú no —dice dramáticamente haciendo que Kyllian ruede los ojos.—De acuerdo, estaré allí después del trabajo. Pero solo será para la cena, tengo muchas cosas que hacer —la señora Susanne aplaude contenta.—Perfecto, preparé tu comida favorita, querido. Besos —cuelga y Kyllian resopla.—¿Quién era? —pregunta Zander cortando los vegetales de su comida.—Mi madre —emite colocando el móvil en la mesa para comenzar a comer—. Quiere que vaya a una cena esta noche con las Campbell.Zander hace una mueca.—Uh, te des
—No, más bien gracias —emite forzando una sonrisa.Al aparcar el auto en la cochera, entran al cálido hogar de Kyllian, las vista de la ciudad se aprecian desde el enorme ventanal al fondo del living.—Si deseas una ducha, adelante. Puedo prestarte ropa —le ofrece señalando la planta alta.—Gracias —sube las escaleras dirigiéndose al baño.Cierra la puerta con pestillo y se despoja del vestido ajustado, quitándose los zapatos de tacón que estaban lastimando sus pies. Entra a la bañera sumergiéndose entre la espuma blanca, el jabón desprende una fragancia que impregna el baño. Se relaja tomándose un poco más de tiempo, sin embargo unos toques en la puerta la sacan de su ensimismamiento.—Pondré la ropa por aquí —ve la sombra de Kyllian tras la corrediza de cristal.—Vale, muchas gracias —expresa sin apartar la vista de la sombra hasta que esta desaparece, y suelta un suspiro.Envuelve su cuerpo en una de las toallas colgadas en la pared, abre la corrediza asegurándose de que no haya na
Al despertarse, la joven barre su mirada en la habitación donde se encuentra, se incorpora y entra al baño a cepillar su dientes. Su reflejo en el espejo es un completo desastre, sobre todo su cabello enmarañado que comienza a peinar con los dedos. De repente se oyen unos golpes en la puerta, antes de abrir se asegura de estar presentable a pesar de haberse recién levantado. Gira el pomo y observa a Kyllian con ropa deportiva, sus ojos recorren el cuerpo de su jefe sin disimulo alguno.—Buenos días, Willow —habla luego de unos segundos.—B-buenos días, señor —imita la joven sin hacer contacto visual con él.—Le he pedido a Bruno que te lleve a tu casa, así podrás cambiarte para ir a la empresa —la chica asiente—. Vale, nos vemos allá entonces.Añade retirándose de la habitación de huéspedes. Willow por otro lado se despoja de la ropa que le prestó Kyllian, y se enfunda nuevamente en el vestido que traía puesto ayer. Dobla el pantalón de mezclilla y la camisa dejándola encima del colch
—Gracias —le dice a la mujer una vez sentados en la mesa.La joven barre su vista por el elegante restaurante, jamás había estado en uno igual. Por la estructura de las lámparas que cuelgan del techo, se nota que es uno de eso sitios visitados por gente adinerada. Nada más al leer el menú le termina de confirmar que así es. Hay un montón de comida extraña y desconocida para la joven que en toda su vida ha probado lo mismo. Y a decir verdad su paladar no es para nada parecido al de este lugar, donde sirven unas porciones tan pequeñas que deben quedar hambrientos.—¿No sirven hamburguesas? —inquiere al camarero que se ha acercado a atenderlos.—No señorita —responde el muchacho.Kyllian al darse cuenta que su asistente no tiene ni idea que pedir, ordena por ambos.—Dos platos de costillas de cerdo en salsa barbacoa, ensalada y un vino blanco, por favor —el camarero anota en la libreta, y se retira.A los pocos minutos, llega Adrien, el socio de Kyllian, viene junto a una mujer de piel m