—No, más bien gracias —emite forzando una sonrisa.Al aparcar el auto en la cochera, entran al cálido hogar de Kyllian, las vista de la ciudad se aprecian desde el enorme ventanal al fondo del living.—Si deseas una ducha, adelante. Puedo prestarte ropa —le ofrece señalando la planta alta.—Gracias —sube las escaleras dirigiéndose al baño.Cierra la puerta con pestillo y se despoja del vestido ajustado, quitándose los zapatos de tacón que estaban lastimando sus pies. Entra a la bañera sumergiéndose entre la espuma blanca, el jabón desprende una fragancia que impregna el baño. Se relaja tomándose un poco más de tiempo, sin embargo unos toques en la puerta la sacan de su ensimismamiento.—Pondré la ropa por aquí —ve la sombra de Kyllian tras la corrediza de cristal.—Vale, muchas gracias —expresa sin apartar la vista de la sombra hasta que esta desaparece, y suelta un suspiro.Envuelve su cuerpo en una de las toallas colgadas en la pared, abre la corrediza asegurándose de que no haya na
Al despertarse, la joven barre su mirada en la habitación donde se encuentra, se incorpora y entra al baño a cepillar su dientes. Su reflejo en el espejo es un completo desastre, sobre todo su cabello enmarañado que comienza a peinar con los dedos. De repente se oyen unos golpes en la puerta, antes de abrir se asegura de estar presentable a pesar de haberse recién levantado. Gira el pomo y observa a Kyllian con ropa deportiva, sus ojos recorren el cuerpo de su jefe sin disimulo alguno.—Buenos días, Willow —habla luego de unos segundos.—B-buenos días, señor —imita la joven sin hacer contacto visual con él.—Le he pedido a Bruno que te lleve a tu casa, así podrás cambiarte para ir a la empresa —la chica asiente—. Vale, nos vemos allá entonces.Añade retirándose de la habitación de huéspedes. Willow por otro lado se despoja de la ropa que le prestó Kyllian, y se enfunda nuevamente en el vestido que traía puesto ayer. Dobla el pantalón de mezclilla y la camisa dejándola encima del colch
—Gracias —le dice a la mujer una vez sentados en la mesa.La joven barre su vista por el elegante restaurante, jamás había estado en uno igual. Por la estructura de las lámparas que cuelgan del techo, se nota que es uno de eso sitios visitados por gente adinerada. Nada más al leer el menú le termina de confirmar que así es. Hay un montón de comida extraña y desconocida para la joven que en toda su vida ha probado lo mismo. Y a decir verdad su paladar no es para nada parecido al de este lugar, donde sirven unas porciones tan pequeñas que deben quedar hambrientos.—¿No sirven hamburguesas? —inquiere al camarero que se ha acercado a atenderlos.—No señorita —responde el muchacho.Kyllian al darse cuenta que su asistente no tiene ni idea que pedir, ordena por ambos.—Dos platos de costillas de cerdo en salsa barbacoa, ensalada y un vino blanco, por favor —el camarero anota en la libreta, y se retira.A los pocos minutos, llega Adrien, el socio de Kyllian, viene junto a una mujer de piel m
—La experiencia resulta más placentera cuando no permites que el miedo te domine —emite viéndola de reojo—. Quizá la próxima vez que subas a un avión no sentirás nada, el miedo se esfuma apenas comienzas a hacer algo con frecuencia.Horas más tarde, el avión aterrizó en la pista, los pasajeros se disponen a bajar cargando sus equipajes. Willow que se encuentra dormida en el asiento, se despierta al sentir que zarandean su cuerpo, abre los ojos y nota a Kyllian de pie mientras la observa.—¿Eh? —se estira y bosteza aún con sueño.—Ya llegamos —anuncia sacando sus valijas del compartimiento superior—. Dormiste más de dos horas, tus ronquidos fueron escudados hasta por los copilotos en la cabina.Bromea haciendo que la chica se sonroje apenada, se levanta y saca su maleta.—¿Y los demás? —pregunta a no divisar al resto.—Fueron al hotel, según Zander tenía mucho trabajo por hacer y no podía perder más tiempo —bajan las escaleras y Kyllian se coloca las gafas oscuras para que el sol no le
Willow se acerca a la barra para pedir otra piña colada, el bartender lo prepara y se lo entrega a los pocos minutos. Megan se acerca a la joven, el vestido rojo que lleva puesto se ciñe a sus curvas, resaltando su cabellera rojiza que contrasta con lo pálida de su piel. Por otro lado, Willow optó por un vestido azul celeste con vuelos en la parte superior y un poco más suelto abajo en el dobladillo. Se ha maquillado sencillo de manera que se vea natural e hizo unas leves ondas en su cabello cobrizo. La verdad es no nada mal, y su jefe lo nota al percatarse de lo diferente que luce su asistente. Camina a la zona de arriba del club, y espera que Zander termine de hablar con un conocido de ambos que se acerca a saludar a Kyllian.—Tiempo sin verte —dice sentándose en la silla.—Lo mismo digo, ¿Cuando regresaste? — pregunta Kyllian al moreno llamado Spencer.—La semana pasada, vine por negocios pero debo irme el sábado —informa agarrando una copa de margarita que le ofrece el camarero.—
Al otro lado se encuentra el auto, ambos suben y se marchan del club. Kyllian saca su móvil para avisarle a Zander que han regresado al hotel. Mientras, Willow observa la ciudad, lleva la cabeza apoyada de la ventanilla del auto, su mente divaga en las palabras que ha dicho su ex novio. En el fondo, ella sabe que lo que ha dicho no es cierto, jamás aceptaría dinero por más que lo necesite, revolcándose con cualquiera. Nunca caería tan bajo, al menos conserva su dignidad. Sin embargo, está involucrada en el plan de la señora Susanne para conquistar a su hijo, y la verdad no se siente bien haciendo esto. Quizá al principio no le importaba llevar a cabo toda esa farsa trillada que tanto había leído en las novelas románticas. Lo cliché dónde la protagonista por falta de dinero, aceptaba el contrato impuesto por su jefe; ser su esposa para recibir a cambio la herencia. Pero la realidad es que ella no está en una novela, lo más probable es que Kyllian al enterarse de todo, la despida y se
Una semana había pasado desde el viaje a Francia para la fashion week, el trabajo en la empresa François no estaba siendo tan pesado puesto que tenían gran parte adelantado de los diseños de primavera. La joven Willow es la encargada esta vez en realizar una combinación entre los sencillo y cómodo, pero al mismo tiempo sofisticado. Sin embargo, está bloqueada en cuanto a la inspiración se trata, pues no deja de pensar en la última conversación que tuvo con la señora Susanne dónde.«Ya han pasado dos meses y aún no veo que hayas hecho algo, te recuerdo que aceptaste este trabajo y debes cumplir tu palabra. Espero que logres conquistar a Kyllian antes de la fecha acordada»Las palabras de aquella mujer se repiten vez tras vez en su cabeza, y por ello no le queda de otra que comenzar a actuar. Aunque esto le vaya a costar su estabilidad emocional, quizá no esté preparada para acabar con el corazón roto, porque sin duda ella será la primera en enarmorse, pero deberá arriesgar todo y cumpl
Acomoda su cabello cobrizo antes de tocar a la puerta de madera, no fue nada fácil convencer al conserje para que le permitiera el acceso al edificio donde vive su adinerado jefe. De repente la puerta es abierta mostrando a Kyllian en ropa deportiva, la joven abre la boca mientras lo observa de pies a cabeza. Es como si lo estuviera viendo en cámara lenta, detalla la piel bronceada y el sudor bajar por su cuerpo de una manera tan lenta que la hace tragar grueso. ¡Es como un Adonis! Piensa Willow intentando mantener la compostura y la poca estabilidad mental que le queda.—¿Qué te trae por aquí? —esa voz gruesa irrumpe con los pensamientos de la joven.—O-oh sí, yo... vine a traerle su cena —alza la bolsa que trae en manos.—¿Y por qué? —frunce el ceño confundido—. Es decir, agradezco que lo hayas hecho, pero, ¿por qué lo hiciste?—Eh, pensé que llegaría cansado y no tendría tiempo de cocinar algo para usted, por eso me tomé mi tiempo de prepararle la cena. Saltarse las comidas pueden