Las luces del gran salón de la mansión Duvall brillaban con la intensidad de un sol artificial. Era una noche especial, una de las tantas reuniones de gala que la familia organizaba para mostrar su estatus ante la alta sociedad. Martha, como siempre, estaba en la cocina, ocupada en las tareas que le correspondían como asistente. Aunque el trabajo era agotador, agradecía tener un empleo en una familia tan prestigiosa; para alguien como ella, de orígenes humildes, trabajar allí era una gran oportunidad.Desde la cocina, escuchaba las risas y las conversaciones animadas de los invitados. Martha no podía evitar sentirse como una espectadora en un mundo que no le pertenecía: el lujo, los vestidos caros, las joyas deslumbrantes. Todo eso estaba tan lejos de su vida, pero no lo envidiaba. Para ella, lo más importante era su honestidad y trabajar duro para su futuro.Entre todos los invitados, había una figura que destacaba para Martha: Liam Duvall, el hijo mayor de la familia. Él no era como
Cinco años habían pasado desde aquella noche fatídica en la mansión Duvall. Para Martha, aquellos días oscuros parecían lejanos, pero las cicatrices que quedaron en su corazón seguían frescas. Había perdido todo: su trabajo, su reputación y, quizás lo más doloroso, la confianza en las personas. Después de ser acusada injustamente, le costó encontrar empleo; las familias adineradas hablaban entre ellas, y el rumor de que había robado un collar se propagó como un incendio. Sin embargo, Martha no se rindió.Ahora trabajaba en una pequeña cafetería en el centro de la ciudad. No era el trabajo más glamuroso, pero le permitía llevar una vida honrada y tranquila. Había aprendido a disfrutar de las cosas simples: el aroma del café recién hecho, las charlas con los clientes habituales y la satisfacción de saber que estaba construyendo su vida desde cero, sin depender de nadie.Era una mañana fría de invierno, y el café estaba lleno de gente que buscaba refugio del viento helado. Martha, con su
Los primeros días en la empresa fueron tan tensos como Martha había imaginado. Liam parecía haber asumido un papel casi deliberadamente hostil. Siempre encontraba pequeñas fallas en su trabajo, a pesar de que ella se esforzaba por hacer todo a la perfección. Si llegaba un minuto tarde, lo notaba. Si olvidaba un pequeño detalle en un informe, lo mencionaba frente a todo el equipo. Martha sabía que no era casualidad; estaba probándola, empujándola al límite para ver si retrocedería.Pero Martha no era la misma joven insegura que había dejado la mansión Duvall cinco años atrás. Había aprendido a enfrentar la adversidad, y si Liam creía que podía intimidarla, estaba muy equivocado. Con cada crítica, ella respondía con profesionalismo, con la cabeza en alto.—Señor Duvall, el informe que pidió está listo —dijo una tarde, dejando un documento en su escritorio.Liam apenas levantó la vista de su computadora.—¿Te aseguraste de revisar los datos financieros antes de entregarlo? —preguntó, con
El invierno comenzó a ceder lentamente, y con la llegada de la primavera, las cosas en la oficina también parecían cambiar. Las tensiones entre Martha y Liam seguían presentes, pero había algo nuevo entre ellos. Las miradas furtivas, los roces accidentales y las conversaciones que parecían durar más de lo necesario se habían vuelto parte de su día a día. Ninguno de los dos lo admitía, pero ambos eran conscientes de que algo estaba creciendo entre ellos, algo que no podían ignorar.Una noche, después de que la mayoría de los empleados se hubieran ido, Martha se quedó trabajando hasta tarde. Había un proyecto importante que debía entregarse al día siguiente, y aunque estaba exhausta, quería asegurarse de que todo estuviera perfecto. Mientras revisaba los últimos detalles, escuchó pasos acercándose. Levantó la vista y vio a Liam de pie en la puerta de su oficina, con las manos en los bolsillos y una expresión que ella no pudo descifrar.—¿Otra vez aquí hasta tarde? —preguntó él, entrando
El aire en la oficina de Liam era tenso al día siguiente. Desde la inesperada aparición de Tania, algo había cambiado. Martha intentaba concentrarse en su trabajo, pero no podía evitar sentirse inquieta. Había algo en la forma en que Tania la había mirado, como si supiera algo que ella desconocía, como si estuviera planeando algo.Por su parte, Liam estaba inusualmente silencioso. Durante las reuniones, su actitud era distante, casi ausente, y eso solo hacía que Martha se sintiera más incómoda. No podía evitar preguntarse qué estaba pasando por su mente. ¿Tania había vuelto para recuperar su lugar en su vida? ¿Y si Liam estaba considerando darle otra oportunidad?Esa noche, Martha se quedó hasta tarde nuevamente, revisando unos documentos para un proyecto importante. Había algo reconfortante en el silencio de la oficina después de horas, cuando todos los demás se habían ido. Pero justo cuando pensó que estaba sola, escuchó pasos que se acercaban. Al girarse, vio a Liam en la puerta, c
La noche era fría y silenciosa, pero en el interior de la oficina de Liam, el ambiente estaba cargado de tensión. Martha estaba sentada frente a él, con el correo anónimo aún abierto en su teléfono. Liam había llamado a su equipo de seguridad para investigar el origen del mensaje, pero hasta ahora no había respuestas. La incertidumbre era insoportable.—Esto no puede ser una coincidencia —dijo Martha, rompiendo el silencio—. Alguien está tratando de intimidarme, y creo que sabemos quién podría ser.Liam asintió, su mandíbula apretada. Había estado pensando lo mismo desde que vio el correo. Tania siempre había sido manipuladora, y no le sorprendería que estuviera detrás de esto. Pero había algo más que lo inquietaba, algo que no podía ignorar.—Voy a encargarme de esto, Martha —dijo finalmente, con un tono firme—. No voy a permitir que nadie te haga daño.Martha lo miró, sintiendo una mezcla de gratitud y frustración. Apreciaba su apoyo, pero también sabía que no podía depender de él p
La mañana siguiente llegó con cielos grises y un aire denso que parecía reflejar el malestar de Martha. Había pasado la noche en vela, dándole vueltas a todo lo que Liam le había contado. Su madre. Por supuesto que tenía sentido. Nadie más tendría tanto interés en destruirla, en proteger los secretos de la familia Duvall. Pero saberlo no hacía que fuera más fácil. Si algo había aprendido en los últimos años, era que los Duvall no retrocedían sin luchar, y eso la preocupaba más de lo que estaba dispuesta a admitir.Por otro lado, Liam también estaba inquieto. Sentado en su oficina, con el teléfono en la mano, repasaba mentalmente lo que debía decirle a su madre. Había evitado llamarla la noche anterior, temiendo perder el control, pero ahora sabía que no podía seguir posponiéndolo. Martha tenía razón: esto tenía que parar.Finalmente, marcó el número y esperó. La voz de su madre, fría y controlada como siempre, respondió al segundo tono.—Liam, qué sorpresa. ¿A qué debo el honor de est
La decisión estaba tomada. Martha y Liam iban a enfrentarse a los Duvall. No era solo por limpiar el nombre de Martha, sino también para desmantelar el poder tóxico que la familia había ejercido durante años. Liam sabía que enfrentarse a su madre sería como enfrentar una tormenta, pero ya no podía seguir permitiendo que sus acciones destruyeran la vida de otras personas. Y Martha, después de años de cargar con el peso de la culpa y la injusticia, finalmente estaba lista para liberarse.Dos días después, Martha y Liam llegaron a la mansión Duvall. El aire estaba cargado de tensión mientras cruzaban las puertas principales. En el gran salón, la madre de Liam los esperaba, sentada con la misma elegancia fría que siempre la caracterizaba. Junto a ella estaban algunos miembros clave de la familia, incluida Tania, quien tenía una sonrisa ladeada que solo aumentaba la incomodidad del momento.—Liam, querida. Me sorprende que hayas traído… compañía —dijo su madre, con un tono que apenas ocult