Los primeros días en la empresa fueron tan tensos como Martha había imaginado. Liam parecía haber asumido un papel casi deliberadamente hostil. Siempre encontraba pequeñas fallas en su trabajo, a pesar de que ella se esforzaba por hacer todo a la perfección. Si llegaba un minuto tarde, lo notaba. Si olvidaba un pequeño detalle en un informe, lo mencionaba frente a todo el equipo. Martha sabía que no era casualidad; estaba probándola, empujándola al límite para ver si retrocedería.Pero Martha no era la misma joven insegura que había dejado la mansión Duvall cinco años atrás. Había aprendido a enfrentar la adversidad, y si Liam creía que podía intimidarla, estaba muy equivocado. Con cada crítica, ella respondía con profesionalismo, con la cabeza en alto.—Señor Duvall, el informe que pidió está listo —dijo una tarde, dejando un documento en su escritorio.Liam apenas levantó la vista de su computadora.—¿Te aseguraste de revisar los datos financieros antes de entregarlo? —preguntó, con
El invierno comenzó a ceder lentamente, y con la llegada de la primavera, las cosas en la oficina también parecían cambiar. Las tensiones entre Martha y Liam seguían presentes, pero había algo nuevo entre ellos. Las miradas furtivas, los roces accidentales y las conversaciones que parecían durar más de lo necesario se habían vuelto parte de su día a día. Ninguno de los dos lo admitía, pero ambos eran conscientes de que algo estaba creciendo entre ellos, algo que no podían ignorar.Una noche, después de que la mayoría de los empleados se hubieran ido, Martha se quedó trabajando hasta tarde. Había un proyecto importante que debía entregarse al día siguiente, y aunque estaba exhausta, quería asegurarse de que todo estuviera perfecto. Mientras revisaba los últimos detalles, escuchó pasos acercándose. Levantó la vista y vio a Liam de pie en la puerta de su oficina, con las manos en los bolsillos y una expresión que ella no pudo descifrar.—¿Otra vez aquí hasta tarde? —preguntó él, entrando
El aire en la oficina de Liam era tenso al día siguiente. Desde la inesperada aparición de Tania, algo había cambiado. Martha intentaba concentrarse en su trabajo, pero no podía evitar sentirse inquieta. Había algo en la forma en que Tania la había mirado, como si supiera algo que ella desconocía, como si estuviera planeando algo.Por su parte, Liam estaba inusualmente silencioso. Durante las reuniones, su actitud era distante, casi ausente, y eso solo hacía que Martha se sintiera más incómoda. No podía evitar preguntarse qué estaba pasando por su mente. ¿Tania había vuelto para recuperar su lugar en su vida? ¿Y si Liam estaba considerando darle otra oportunidad?Esa noche, Martha se quedó hasta tarde nuevamente, revisando unos documentos para un proyecto importante. Había algo reconfortante en el silencio de la oficina después de horas, cuando todos los demás se habían ido. Pero justo cuando pensó que estaba sola, escuchó pasos que se acercaban. Al girarse, vio a Liam en la puerta, c
La noche era fría y silenciosa, pero en el interior de la oficina de Liam, el ambiente estaba cargado de tensión. Martha estaba sentada frente a él, con el correo anónimo aún abierto en su teléfono. Liam había llamado a su equipo de seguridad para investigar el origen del mensaje, pero hasta ahora no había respuestas. La incertidumbre era insoportable.—Esto no puede ser una coincidencia —dijo Martha, rompiendo el silencio—. Alguien está tratando de intimidarme, y creo que sabemos quién podría ser.Liam asintió, su mandíbula apretada. Había estado pensando lo mismo desde que vio el correo. Tania siempre había sido manipuladora, y no le sorprendería que estuviera detrás de esto. Pero había algo más que lo inquietaba, algo que no podía ignorar.—Voy a encargarme de esto, Martha —dijo finalmente, con un tono firme—. No voy a permitir que nadie te haga daño.Martha lo miró, sintiendo una mezcla de gratitud y frustración. Apreciaba su apoyo, pero también sabía que no podía depender de él p
La mañana siguiente llegó con cielos grises y un aire denso que parecía reflejar el malestar de Martha. Había pasado la noche en vela, dándole vueltas a todo lo que Liam le había contado. Su madre. Por supuesto que tenía sentido. Nadie más tendría tanto interés en destruirla, en proteger los secretos de la familia Duvall. Pero saberlo no hacía que fuera más fácil. Si algo había aprendido en los últimos años, era que los Duvall no retrocedían sin luchar, y eso la preocupaba más de lo que estaba dispuesta a admitir.Por otro lado, Liam también estaba inquieto. Sentado en su oficina, con el teléfono en la mano, repasaba mentalmente lo que debía decirle a su madre. Había evitado llamarla la noche anterior, temiendo perder el control, pero ahora sabía que no podía seguir posponiéndolo. Martha tenía razón: esto tenía que parar.Finalmente, marcó el número y esperó. La voz de su madre, fría y controlada como siempre, respondió al segundo tono.—Liam, qué sorpresa. ¿A qué debo el honor de est
La decisión estaba tomada. Martha y Liam iban a enfrentarse a los Duvall. No era solo por limpiar el nombre de Martha, sino también para desmantelar el poder tóxico que la familia había ejercido durante años. Liam sabía que enfrentarse a su madre sería como enfrentar una tormenta, pero ya no podía seguir permitiendo que sus acciones destruyeran la vida de otras personas. Y Martha, después de años de cargar con el peso de la culpa y la injusticia, finalmente estaba lista para liberarse.Dos días después, Martha y Liam llegaron a la mansión Duvall. El aire estaba cargado de tensión mientras cruzaban las puertas principales. En el gran salón, la madre de Liam los esperaba, sentada con la misma elegancia fría que siempre la caracterizaba. Junto a ella estaban algunos miembros clave de la familia, incluida Tania, quien tenía una sonrisa ladeada que solo aumentaba la incomodidad del momento.—Liam, querida. Me sorprende que hayas traído… compañía —dijo su madre, con un tono que apenas ocult
La mañana está siendo eterna para la joven Willow, puesto que no ha logrado entregar ni un solo volante y el sitio no es muy concurrido. Se siente derrotada, y sus pies reclaman por un descanso. Ha estado un buen rato paseándose en la esquina del local del señor Hanks; su jefe. Un viejo cascarrabias que no le agrada nada ni nadie. La mayor parte del tiempo se la pasa encerrado en un pequeño despacho dentro de la tienda, un lugar repleto de antigüedades especializada en la venta de objetos pasados de moda. Pero que por alguna razón, su producto es normalmente suministrado por subastas, ventas del estado, búsquedas en los mercadillos, y esas cosas que no le interesa en lo más mínimo a la chica. Sin embargo los objetos son de gran valor para los adinerados que no saben en qué gastar su fortuna.La verdad es que si aún sigue trabajando en ese lugar, es porque no ha encontrado otro sitio mejor, y no podía darse el lujo de perderlo justo ahora, ya que tenía que pagar el alquiler dónde vive
—Recoje tus cosas y vete —ordena el señor mayor manteniendo la calma, una calma que descoloca a la chica—. Toma, allí tienes el pago de esta semana.Willow agarra el dinero entre sus manos y sale de la tienda sin importarle dejar su gabardina desgastada. Echa a andar por la acera desolada, pero un agarre en su brazo la detiene.—Willow.Voltea a verlo, y su odio hacia él incrementa aún más.—¿Qué quieres? —dice entre dientes.—Lo siento, todo esto ha sido mi culpa. Nunca fue mi intención que te echaran, de verdad discúlpame —emite Dylan preocupado.—Ya. ¿Y qué ganó yo con tus disculpas? Eso no me devolverá el trabajo, así que solo desaparece de mi vista, es lo mejor que sabes hacer, ¿No? —gesticula cada palabra con veneno—. Marcharte sin decir adiós.Se suelta bruscamente del agarre de su ex novio y le da la espalda retomando el camino.Dylan fue su mejor amigo, el único que se ofreció ayudarla cuando no tenía un techo donde dormir luego de haber sido echada del orfanato. Aunque al pr