—La experiencia resulta más placentera cuando no permites que el miedo te domine —emite viéndola de reojo—. Quizá la próxima vez que subas a un avión no sentirás nada, el miedo se esfuma apenas comienzas a hacer algo con frecuencia.Horas más tarde, el avión aterrizó en la pista, los pasajeros se disponen a bajar cargando sus equipajes. Willow que se encuentra dormida en el asiento, se despierta al sentir que zarandean su cuerpo, abre los ojos y nota a Kyllian de pie mientras la observa.—¿Eh? —se estira y bosteza aún con sueño.—Ya llegamos —anuncia sacando sus valijas del compartimiento superior—. Dormiste más de dos horas, tus ronquidos fueron escudados hasta por los copilotos en la cabina.Bromea haciendo que la chica se sonroje apenada, se levanta y saca su maleta.—¿Y los demás? —pregunta a no divisar al resto.—Fueron al hotel, según Zander tenía mucho trabajo por hacer y no podía perder más tiempo —bajan las escaleras y Kyllian se coloca las gafas oscuras para que el sol no le
Willow se acerca a la barra para pedir otra piña colada, el bartender lo prepara y se lo entrega a los pocos minutos. Megan se acerca a la joven, el vestido rojo que lleva puesto se ciñe a sus curvas, resaltando su cabellera rojiza que contrasta con lo pálida de su piel. Por otro lado, Willow optó por un vestido azul celeste con vuelos en la parte superior y un poco más suelto abajo en el dobladillo. Se ha maquillado sencillo de manera que se vea natural e hizo unas leves ondas en su cabello cobrizo. La verdad es no nada mal, y su jefe lo nota al percatarse de lo diferente que luce su asistente. Camina a la zona de arriba del club, y espera que Zander termine de hablar con un conocido de ambos que se acerca a saludar a Kyllian.—Tiempo sin verte —dice sentándose en la silla.—Lo mismo digo, ¿Cuando regresaste? — pregunta Kyllian al moreno llamado Spencer.—La semana pasada, vine por negocios pero debo irme el sábado —informa agarrando una copa de margarita que le ofrece el camarero.—
Al otro lado se encuentra el auto, ambos suben y se marchan del club. Kyllian saca su móvil para avisarle a Zander que han regresado al hotel. Mientras, Willow observa la ciudad, lleva la cabeza apoyada de la ventanilla del auto, su mente divaga en las palabras que ha dicho su ex novio. En el fondo, ella sabe que lo que ha dicho no es cierto, jamás aceptaría dinero por más que lo necesite, revolcándose con cualquiera. Nunca caería tan bajo, al menos conserva su dignidad. Sin embargo, está involucrada en el plan de la señora Susanne para conquistar a su hijo, y la verdad no se siente bien haciendo esto. Quizá al principio no le importaba llevar a cabo toda esa farsa trillada que tanto había leído en las novelas románticas. Lo cliché dónde la protagonista por falta de dinero, aceptaba el contrato impuesto por su jefe; ser su esposa para recibir a cambio la herencia. Pero la realidad es que ella no está en una novela, lo más probable es que Kyllian al enterarse de todo, la despida y se
Una semana había pasado desde el viaje a Francia para la fashion week, el trabajo en la empresa François no estaba siendo tan pesado puesto que tenían gran parte adelantado de los diseños de primavera. La joven Willow es la encargada esta vez en realizar una combinación entre los sencillo y cómodo, pero al mismo tiempo sofisticado. Sin embargo, está bloqueada en cuanto a la inspiración se trata, pues no deja de pensar en la última conversación que tuvo con la señora Susanne dónde.«Ya han pasado dos meses y aún no veo que hayas hecho algo, te recuerdo que aceptaste este trabajo y debes cumplir tu palabra. Espero que logres conquistar a Kyllian antes de la fecha acordada»Las palabras de aquella mujer se repiten vez tras vez en su cabeza, y por ello no le queda de otra que comenzar a actuar. Aunque esto le vaya a costar su estabilidad emocional, quizá no esté preparada para acabar con el corazón roto, porque sin duda ella será la primera en enarmorse, pero deberá arriesgar todo y cumpl
Acomoda su cabello cobrizo antes de tocar a la puerta de madera, no fue nada fácil convencer al conserje para que le permitiera el acceso al edificio donde vive su adinerado jefe. De repente la puerta es abierta mostrando a Kyllian en ropa deportiva, la joven abre la boca mientras lo observa de pies a cabeza. Es como si lo estuviera viendo en cámara lenta, detalla la piel bronceada y el sudor bajar por su cuerpo de una manera tan lenta que la hace tragar grueso. ¡Es como un Adonis! Piensa Willow intentando mantener la compostura y la poca estabilidad mental que le queda.—¿Qué te trae por aquí? —esa voz gruesa irrumpe con los pensamientos de la joven.—O-oh sí, yo... vine a traerle su cena —alza la bolsa que trae en manos.—¿Y por qué? —frunce el ceño confundido—. Es decir, agradezco que lo hayas hecho, pero, ¿por qué lo hiciste?—Eh, pensé que llegaría cansado y no tendría tiempo de cocinar algo para usted, por eso me tomé mi tiempo de prepararle la cena. Saltarse las comidas pueden
Al día siguiente, Willow llegó temprano a la empresa puesto que así lo había solicitado el jefe a todos. Los empleados se reúnen en la sala de presentaciones y esperan la llegada de Kyllian, a los minutos aparece vistiendo sus caros trajes de corte italiano. Lleva una barba incipiente que lo hace lucir unos años mayor, la joven se queda embobada viéndolo y es captada por aquella mirada azulada como el cielo. Le regala una sonrisa ladeada y le guiña el ojo antes de comenzar con la reunión.—Hoy les he pedido que vinieran aquí pues tengo una noticia que darles —habla mientras camina de un lado a otro en la sala—. Cómo bien saben todos, la empresa es de mi abuelo Jean Pierre, y el veinticinco de las acciones le pertenecían a un amigo de él. Pero fueron vendidas a un nuevo socio que vendrá mañana a dirigir la parte que le corresponde. Lo comento con ustedes porque deben estar al tanto de ello, así que espero el mismo trato que demuestran siempre y lo reciban cordialmente. Bien, esto fue t
Ya terminada la jornada laboral, todos los empleados se retiran de la empresa dispuesto a ir a casa. Willow también se encuentra recogiendo sus cosas para marcharse, voltea hacia la puerta al ver la figura de su jefe pasar cerca, llevaba rato encerrado en la oficina sin señales de vida, por lo que al verlo salir se alivia de saber que está bien. Cuelga la cartera en su brazo y sale a su encuentro, Kyllian al percatarse de ella esboza una sonrisa.—Pensé te habías ido ya —dice guardado las manos en los bolsillos de su pantalón.—Debía asegurarme que estuviera bien —emite la joven—. ¿Sabe? Cuando me sentía así, visitaba un lugar que me hacía olvidar de todo el presente.—¿Ah sí, cuál? —acorta el espacio entre ambos y alza su mano para acomodar el cabello de la chica.Aquel gesto la deja un poco nerviosa, su jefe es tan intimidante, y no solo se refiere a su altura de un metro noventa, también la manera de mirarla, es tan profunda que no le permite pensar con claridad cuando está cerca s
La brisa ondea el cabello de la joven mientras caminan tomados de la mano por las calles de Williamsburg. La noche ha caído ya dando paso al cielo estrellado, Willow lo observa suspirando, piensa en todo y al mismo tienen nada. Su jefe se detiene a mitad del camino haciendo que la joven ladee la cabeza en su dirección.—¿Qué? —le pregunta al ver la mirada que le regala.—¿En qué piensas?La chica tuerce la boca boca en un gesto nervioso. La verdad su mente divaga en lo ocurrido hace minutos, piensa en lo lejos que está llegando el plan de la señora Susanne, y aunque ella es participe de el, desearía que todo fuera distinto. Quisiera no haber aceptado aquel contrato, si no más bien estar viviendo ese sueño que toda chica anhela, ser la protagonista de su propia historia, una que se parezca a los cuentos de hadas donde no existe villanos. Pero la realidad es otra y no puede evitar pensar en el final de toda esa farsa.Sin embargo, su lado egoísta le pide a gritos que olvide la razón, qu