El día transcurrió rápido, luego de trabajar arduamente en la biblioteca de la casa, la joven tuvo que ir a comprar legumbres en el mercado, puesto que la señora Susanne se alimentaba saludablemente. Recorrió todo el vecindario en busca de las mejores legumbres, y ahora su pies le dolían reclamando por un descanso.Al llegar al piso donde vive, Willow se cruza con el dueño del edificio, que al verla la saluda sin dejar de mirarla. La joven se apresura a subir los pocos escalones que conducen a su hogar e ingresa al cálido interior. Oreo sale a su encuentro meneando su peluda cola, la chica lo carga entre sus brazos y acaricia su cabeza. Va hacia su habitación y se despoja de la ropa, le urge una ducha fría, así que entra al baño y relaja bajo el chorro de agua fría, masajea su cuero cabelludo aliviando el dolor de cabeza que palpita en sus sienes.Comienza a pensar en la oferta que le ha propuesto la señora Susanne, y de pronto no le parece tan descabellada la idea. Sí, quizás no es m
El sonido de la lluvia que impacta en la ventana, le resulta relajante a la joven Willow, que lleva rato despierta pero aún sigue acurrucada entre las sábanas. No obstante, su tranquila mañana es arruinada al oír el sonido de su móvil, a regañadientes se levanta y responde la llamada.—Dígame —dice con voz ronca mientras camina en el suelo frío.—Buen día querida, estoy aquí afuera en tu apartamento —la joven abre los ojos desmesuradamente—. Baja enseguida.—Pero...Queda hablando sola, pues Susanne ha finalizado la llamada. Willow suelta un gritito de frustración, aquella señora iba a sacarle canas verdes. No entendía que hacía allí tan temprano, y ¿Cómo sabía dónde vivía?Se pregunta frunciendo el entrecejo.Unos golpes en la puerta la sacan de su ensimismamiento. Agarra una camisa corta que deja a la vista su ombligo, y se coloca un pantalón rasgado, además de sus Vans negros. Se dirige a la cocina por un vaso de agua y luego de revisar su aspecto en el espejo, abre la puerta.Afue
—¿Vas a subir o estás pérdida? —pregunta haciendo que Willow voltee a verlo.Su mirada se detiene en los ojos verdes de aquel hombre alto y de buen porte, de hecho es muy apuesto para la chica.—Sí, es que no me gusta mucho esas cosas, prefiero las escaleras —confiesa sincera.El hombre ladea sus labios en una sonrisa coqueta.—Te entiendo, a mi mejor amigo tampoco le gusta los elevadores. Incluso los evita a toda costa con tal de no subirse a uno de esos, o como él suele llamarlos; máquinas defectuosas —comenta entre divertido y serio.La joven se ríe y el hombre la observa por unos minutos, le resulta hermosa aquella joven que sin duda alguna debe ser la nueva asistente que mencionó la señora Susanne.—Soy Zander, un gusto —se presenta el hombre extendiendo su mano.La joven la estrecha con la suya y dice.—Willow —sonríe amable.—Lindo nombre, jamás lo había escuchado. Es único cómo la que lo posee —emite de manera coqueta y la chica aparta la mirada con nerviosismo—. ¿Hacia dónde
—¿Mi hijo está sospechando, dices? —pregunta la mujer desde la otra línea.—Ha estado preguntando cuánto tiempo llevamos aquí en Brooklyn, ya que nunca se había topado conmigo o mi madre ficticia —lo último lo pronuncia con desdén. Haberse criado sin sus padres le afecta a la joven, pero tampoco ha sentido la necesidad de buscar sus paradero.—Kyllian es un poco curioso, sin embargo yo veré qué le digo para que deje de una vez el tema —asegura la mujer—. Por ahora, enfócate en el objetivo.Willow rueda los ojos.—Sí señora, no tengo más que claro —responde sin mucho interés en lo que continúa diciendo la señora Susanne.Al ver que se acerca su jefe, se voltea y esconde detrás de la columna del restaurante. Le había dicho a Kyllian que iría un momento al tocador y se estaba tardando en regresar, quizás los demás pensaban que se trataba de una emergencia de chicas.—La llamo más tarde, viene su hijo —le cuelga sin esperar la respuesta por aparte de la mujer.Guarda el móvil en su bolsa
Lorena se pasea por cada puesto dónde las diseñadoras realizan patrones para probar su talento. Mira por encima de sus gafas de pasta gruesa cada boceto que muestran los figurines ya completos, algunos incluso le han agregado más color al fondo de la hoja. Por otro lado, la joven Willow se ha esforzado al máximo y dejando volar su imaginación, creó un hermoso vestido de gala que resalta con sus vuelos en cada hombro de la modelo.Sonríe satisfecha por su trabajo, solo espera que a la líder del departamento de diseño lo apruebe, a la chica le ha parecido un poco exigente aquella mujer, así que es inevitable no sentirse intimidada y nerviosa cuando es su turno de mostrar lo que ha hecho.Lorena lo examina detalladamente, provocándole más ansiedad a la pobre chica que muerde su labio inferior con nerviosismo.—¿Tú diseñaste esto? —pregunta de pronto la mujer.—Sí señora —afirma Willow sintiendo las miradas curiosas de los demás.—Bien, háblame de tu diseño —ordena juntando sus mando enci
Al regresar a su casa, Willow decidió pasar por un canapé de chocolate de eso que vendían en la cafetería donde trabajaba Oliver. Al llegar ingresa al local semi vacío y no encuentra a su amigo, se acerca a una de la camareras y pregunta por él.—No, ya no trabaja aquí. Han reducido el personal —explica la muchacha con un poco de pena por su ex compañero de trabajo.Willow alza las cejas sin poder creer lo que escucha, ahora su amigo está desempleado y lo más seguro es que se haya encerrado en casa de su madre ante eso. Oliver llevaba años trabajando en la misma cafetería, por lo que le parece injusto a la joven que lo hayan despedido por falta de personal.—Ah, vale, gracias —se marcha de la cafetería y marca el número de Oliver, sin embargo este la manda al buzón.Echa a andar por la acera abarrotada de personas que caminan apresuradas a sus hogares, seguramente dónde alguien espera por ellos, a diferencia de la joven que no tiene a nadie. No obstante, sacude su cabeza para no pensa
Las semanas pasaron en un abrir y cerrar de ojos, los días que llevaba en la empresa ayudaron a la joven Willow a adaptarse en su labor de asistente. Y aunque este no es tan sencillo como ella pensaba, la verdad es que le estaba gustando bastante trabajar en la empresa François, además que mientras más tiempo pasaba junto a Kyllian, su jefe, algo en el interior de la chica crecía, no sabía con exactitud de que se tratase, pero lo que si estaba segura es que jamás lo había sentido con ningún hombre, siquiera con Dylan, su ex novio.Pero la joven prefirió ignorar aquellos sentimientos que resurgían en ella y enfocarse en llegar a cabo el plan de la señora Susanne, al fin y al cabo por esa razón es que estaba trabajando allí. En este momento se encontraba de camino para una reunión benéfica dónde iban a asistir personas importantes de la industria de moda, varios empresarios de la alta costura estarían juntos cenando en la misma mesa. La joven está un poco nerviosa por ello, pero aún así
—Madre, ¿cómo sigue tu pie? —pregunta bajando la vista hacia los zapatos de tacón que tiene puesto—. Por lo visto no fue nada grave.Alza una de sus pobladas cejas en dirección a ambas mujeres.—¿De qué ha...—Ay, ay duele —dice de manera dramática la chica.Kyllian la ayuda a caminar hasta el sofá que está en un rincón de la habitación, la joven se sienta y le pide a su jefe si pides traer una compresa de hilo para su pie lastimado.—Vale, ya regreso —se marcha de la estancia dejando solas a Willow y la señora Susanne.La joven suelta un suspiro aliviado.—¿Me puedes explicar qué hacen aquí? —la mujer la interroga.—Siguiendo el plan que usted me dijo —responde la chica.—Pero se supone que debías entretener a mi hijo de aquella mujerzuela.—Y eso hice, sin embargo lo mejor que se ocurrió fue fingir que usted se había lesionado un pie y yo torcido el pie hace minutos para que Kyllian se apartara de esa mujer —no acaba su oración pues su jefe entra a la habitación y las mira con desap