Capítulo35
Sus palabras enfurecieron a Leandro una vez más. Su rostro palideció. Estiró la mano para alcanzar a Julieta y estrangular su cuello.

—¡Julieta, no te atrevas a decir eso otra vez!

La cara de Julieta enrojeció por el estrangulamiento. Le costaba respirar y el sabor ferroso de la sangre mezclándose en su garganta le daba ganas de vomitar.

—¡Leandro, suéltala!

Ismael levantó la mano y le dio un puñetazo a Leandro, lo que lo obligó a soltarla. Ismael sujetó a Julieta, que estaba débil y colgaba solo de un aliento.

—¿Quieres matarla? No sabes que ella…

Julieta no lo dejó terminar. De repente tiró de su camisa y movió la cabeza hacia él, indicando que dejara de hablar.

Entonces, usando una voz que solo Ismael podía oír, le suplicó:

—Vámonos…

Ella solo quería salir de ahí, de ese lugar que le estaba impidiendo respirar bien.

Realmente no tenía fuerzas para discutir con Leandro, estaba muy cansada…

Julieta no duró lo suficiente como para salir de la Península antes de desmayarse. Sus ojos se
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