Capítulo 4.

Los hombres terminan de cargar las armas del contendedor hasta que solo quedan un par de cartuchos y algunos revolver metidos en una caja. Cuando ya han terminado y yo estoy alejado de todos ellos el diablo se acerca.

—Fue un placer conocerte. No fue nada personal lo que pasó. Fue bueno hacer negocios.

—Bueno, me quitaste quinientos mil, por supuesto que fue bueno —le contesto y él ríe.

—Sé que no lo compensará, pero te invito, se pasa muy bien en mi club y las mujeres… ¡uf! Un encanto.

—Te lo agradezco, pero debo volver, todos —él frunce el ceño.

—¡Vamos! Lo que sea que tienes que hacer, ¿no puede esperar una noche más?

Me quedo pensativo ante la propuesta. Es bastante cierto que no conozco al tipo de nada, pero con todo lo que tengo en la mente, con todo lo que pienso día y noche, noche y día, quedarme no suena tan mal como parece, pues siendo sincero lo único que deseo es dejar de lidiar con todo esto así sea una noche; dejar de lidiar con Nate, con la rabia de ver mi empresa en ma
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