Los hombres terminan de cargar las armas del contendedor hasta que solo quedan un par de cartuchos y algunos revolver metidos en una caja. Cuando ya han terminado y yo estoy alejado de todos ellos el diablo se acerca.—Fue un placer conocerte. No fue nada personal lo que pasó. Fue bueno hacer negocios.—Bueno, me quitaste quinientos mil, por supuesto que fue bueno —le contesto y él ríe.—Sé que no lo compensará, pero te invito, se pasa muy bien en mi club y las mujeres… ¡uf! Un encanto.—Te lo agradezco, pero debo volver, todos —él frunce el ceño.—¡Vamos! Lo que sea que tienes que hacer, ¿no puede esperar una noche más?Me quedo pensativo ante la propuesta. Es bastante cierto que no conozco al tipo de nada, pero con todo lo que tengo en la mente, con todo lo que pienso día y noche, noche y día, quedarme no suena tan mal como parece, pues siendo sincero lo único que deseo es dejar de lidiar con todo esto así sea una noche; dejar de lidiar con Nate, con la rabia de ver mi empresa en ma
Jennifer. No puedo parar de pensar en el bebé que llevo dentro de mí. El bebé de mi Alex. El bebé del único hombre que he amado. Mágicamente en el momento en que lo supe siento que mi panza ha dejado de esconderse y que esta niña o niño que crece dentro de mí ahora quiere dejarse ver. No he dormido nada desde que lo supe y ahora en la noche, con Max a mi lado no paro de pensar en Alex y en lo mucho que estaría feliz de saber que tengo un hijo de él, dentro de mí, cómo estaría pensando si es niño o niña y los nombres, estaríamos discutiendo esos nombres y él estaría pensando en lo protector que debía volverse en caso tal de que fuera una niña y que espantaría a todos los hombres de ella. Él estaría más que feliz con esta noticia, él estaría extasiado con la noticia, en cambio, se fue de este mundo sin saber que era padre, que un niño o niña aguarda para ser su hijo. No puedo evitar dejar correr las lágrimas por mis mejillas mientras sigo pensando en él.Ahora estoy mucho más atrapada,
Max y yo nos bajamos del auto frente a la enorme casa de Amerie. Inmediatamente los fotógrafos hacen sus tomas mientras que el hombre a mi lado comienza a comportarse como si fuera el mejor esposo del mundo. Como si hace solo una hora no me hubiera dicho que es capaz de lanzarme de las escaleras estando embarazada. Luego me toma de la cintura y junto entramos a la casa. En la puerta sin necesidad de decir nuestros nombres entramos al evento completamente pues para este punto somos conocidos por toda la ciudad. Toda la casa está decorada de la manera más sofisticada que he visto, con música clásica ambientando el lugar y muchas personas charlando animadamente. Un mesero se nos acerca y nos brinda champaña la cual solo acepta Max. Observo a Amerie a lo lejos luciendo su vestido color dorado mientras se ríe con otros invitados. Verla me causa una sonrisa pues la chica es amable, linda y cariñosa. No se merece confiar en nosotros. Al vernos ella sonríe amablemente mostrando todos sus dien
Alex. Me despierto por la luz del sol golpeándome de forma brusca en el rostro. Cuando abro muy bien mis ojos lo primero que pienso es dónde estoy y por qué estoy desnudo, pero de inmediato llegan a mi mente los eventos de la madrugada de hoy, pero por desgracia no puedo sentirme bien al respecto. Aun sigo pensando en Jennifer, ella piensa que estoy muerto, pero no es así, ella es la primera mujer y pretendía que fuera la última de la que me enamorara, pero pasaron cosas, nos separamos de la forma más abrupta posible y eso lo hace más difícil aún. Anoche dormí con Chloe y me gustó, no puedo negarlo, me sentí tan tranquilo como hacía mucho no me sentí y dormí como bebé, pero como dije, no me puedo sentir bien al respecto ahora. Por un lado, ella no sabe lo que soy, lo que he hecho y lo que haré y por otro, Jennifer no sale de mi mente por mucho que necesite olvidarme de ella, pues de nada me sirve carcomer mis pensamientos con su recuerdo si no puedo estar con ella. A mi lado Chloe de
Con teléfono en mano mis pensamientos comienzan a hacerme una mala pasada, mis manos tiemblan y de mis ojos no dejan de salir lágrimas. Tengo su número en la pantalla del aparato, pero no me atrevo a macarlo, sin embargo, lo que más deseo en este momento es gritarle en su propia cara que me de una explicación, que me diga por qué me está haciendo esto, por qué a mí, al hombre que no ha hecho más que amarla y protegerla. Es que una cosa es que esté casada con Max, el hombre que confabuló a la muerte mía y de mis amigos, pero una muy diferente, una que nos que separa con una brecha enorme es que ahora, después de todo y sabiéndolo todo, ella le de un hijo. Y es que nunca llegamos a hablar seriamente del tema, siempre entre risas y bromas, pero sé que lo quería, sé que lo anhelaba, anhelaba un hijo de ella y siempre creí que ella quería lo mismo. Que quería ser la madre de mis hijos luego de que todo esto terminase, luego de acabar de todos y al fin ser felices. No entiendo qué cambió, n
Mientras vamos en el auto camino a la casa que hemos alquilado para pasar el fin de semana, no puedo parar de pensar en si todo esto es lo correcto. Sé que ayer no estaba pensando con claridad e iba a ser una locura realizar el primer enfrentamiento solo porque no me cayó como balde de agua fría el hecho de que Jennifer tendrá un bebé. Ahora, con varias horas de sueño encima y pensándolo mucho mejor, sé que era un evento suicida, sin embargo, tengo otras preocupaciones ahora. No conozco al diablo lo que me impide confiar en él a primera vista, ya que no puedo cometer ese error por tercera vez, no podría soportar, mi organización, una traición más, sería nuestro fin, por eso lo único en lo que pienso es si esto que estoy haciendo es realmente lo correcto. A mi lado los chicos se mantienen atentos a cualquier movimiento pues fuimos recogidos por los hombres del diablo en señal de cortesía. Después de varios minutos el auto se detiene frente a una enorme propiedad bastante rustica de dos
Llegamos a Dallas muy temprano en la mañana, nos ubicamos en un sitio estratégico y bien asegurado por si algo sale mal. Allí nos preparamos con nuestros chalecos antibalas y nuestras armas bien equipadas, revisamos de nuevo el panorama repasando nuestro plan de ataque que nunca está de más crear por si las cosas no salen con lo planeado. Ahora, luego de prepararlo todo vamos camino hacia el intercambio. Al llegar, vemos del otro lado del lugar a todos los hombres con sus armas listas y en el centro de todos, un hombre y una mujer de mediana edad. Al bajarnos nos ubicamos estratégicamente y yo puedo observar mucho mejor a quien parece ser el santo y la que parece ser su esposa. El hombre tiene algunas canas en su cabello poco visibles y está vestido de traje y la mujer, es alta y muy bien cuidada, de cabellos castaños y labios rojos.—Hemos venido en representación de Armando —soy quién habla por primera vez. El hombre asiente.—¿Por qué no ha venido él? Quería que me entregara él mis
Jennifer. Salgo del baño bastante mareada, con el sabor amargo del vomito en mi boca aun cuando la lavé tres veces. Al salir vislumbro un hombre con una capucha esperando el baño al parecer, paso por su lado y siento cómo la yema de sus dedos me roza la mano, el acto me sorprende, pero lo que me deja helada, me deja prácticamente sin habla es su voz, lo que me dice, mi nombre en sus labios.—Jennifer… —susurra.Al tiempo que de inmediato mis piernas comienzan a temblar, todo a mi alrededor comienza a moverse y la bilis intenta subir de nuevo por mi garganta así que freno en seco y me doy la vuelta pues esa voz la reconocería en cualquier parte, la reconocería en medio de un sueño o en un cuarto lleno de personas, es la voz de Alex, de mi Alex, pero el hombre se ha ido, se ha perdido entre las personas y los niños sin dejarme ver su rostro. Me recuesto en la pared y me llevo las manos a la cabeza intentando mantenerme en pie pues las sensaciones que abarcan mi cuerpo en este momento m