En el momento en que él me ve entrar, decidida, y, sobre todo, después de responderle aquello, él se muestra ligeramente sorprendido detrás de su ceja enarcada. Detrás de su mirada que irradia superioridad. Me siento justo al frente del escritorio. —Alex no está, si es a quién buscas —él es el primero en hablar. —Sí, a él busco, pero, de hecho, tu presencia aquí es bastante conveniente empezando por el hecho de que no deberías estar aquí si él no está. —¿Por qué no? Esta oficina es mía tanto como suya —no puedo evitar reír. —Ese es tu problema, Nathan, tienes inconveniente para entender cuál es tu sitio —él suspira. —¿Quieres que volvamos a lo mismo? ¿quieres te tengamos esa conversación? —No puedes volver a un lugar de donde no te has ido, Nathan. Tú y yo sabemos que esa fachada de hacer las pases, fue solo eso, fachada. Él se levanta de su asiento y se acerca peligrosamente a mí, pero no me da miedo, nunca me he sentido más confiada en la vida que justo en este momento. Justo
Alex. Después de esa cena, de esa cita que creía que sería especial, que se convertiría en un bonito recuerdo, ni siquiera pude dormir, ni siquiera pude dejar de pensar en lo que dijo, en lo último que me dijo porque eso me marcó más que cualquier cosa, más que cualquier palabra que pudo salir antes de eso, incluso las que decían que me amaba, porque, de cualquier modo, no significan lo mismo cuándo dices algo así después. No tengo que elegir entre Nathan o ella, eso ni siquiera pasa por mi mente, no hay nada qué elegir. Ella está por encima de cualquier cosa, por encima de cualquier persona. Es solo que ella no ha preguntado y tampoco yo le he dicho lo importante y doloroso a la vez que es descubrir que el hombre que consideras tu hermano podría estar apuñalándote, enterrándote el cuchillo en la espalda hasta el mango. Eso es lo que, al parecer, ella no ha podido entender. Lo que ella ni siquiera ha preguntado.Es que sí, entiendo su estado, entiendo lo frustrada que debe estar, ent
No he salido de la oficina desde Valeria y su gente abandonaron la casa. Nate tuvo que irse y no he sabido más nada de Jennifer desde que la vi. Ya es de noche y yo ni siquiera he comido nada en todo el día porque no he dejado de pensar en la situación en la que me encuentro. La vida me sigue demostrando que si de verdad quiero conseguir ser quién era antes de dejarlo ir, me lo debo ganar y esta vez la prueba es difícil. No puedo siquiera pensar en hacerle tal cosa a Jennifer y peor aún, que ella se entere de ello. Eso la destrozaría en mil pedazos, la volvería añicos, sé que sacaría lo peor de ella, sé que la perdería en todos los sentidos. Pero, por otro lado, este es mi sueño, mi negocio, mi dinero, mi poder. Soy un Lennox y mi padre jamás perdió una pelea, jamás dejó que sus emociones lo guiaran. Era frío y calculador, tal vez es lo que me faltó heredar de él. No quiero que ese hijo de puta infeliz se quede con lo que es mío, mi negocio, mi droga, mi empresa, mi imperio. Mi padre
Jennifer. Me estoy alistando para ir al club. La verdad es que no me apetece ni un poco ir a ese lugar, no tengo bueno recuerdos allí, ni buenos amigos, ni nada que me regale así sea una pizca de felicidad. Sé que Amanda estará allí y no dudará en lanzar uno que otro comentario pasivo-agresivo y yo tendré que contenerme para no contestarle de una forma extremadamente agresiva y es algo a lo que no quiero llegar, al menos no aún. Termino mi maquillaje de noche, me aplico perfume y peino nuevamente el cabello, luego me coloco frente al espejo de cuerpo completo admirando lo que veo; Un vestido negro ajustado al cuerpo de hombros descubiertos y mangas largas y delicadas en una hermosa tela parecida a la seda. Mis pechos resaltan en el vestido y mi cuello se ve alto e imponente. Me coloco algunas joyas y me aplico más perfume pues nunca es suficiente.Los tacones son altos y de punta filosa y además resuenan en el suelo con cada paso que doy. Tomo mi pequeño bolso y salgo de la habitació
Después de bailar varias canciones decidimos volver a tomar asiento en el VIP que ahora está más lleno de más personas, muchas más mujeres, de hecho. Valeria se siente como pez en el agua mientras que yo solo me siento ligeramente incomoda.—No puedo creer que ella acaba de llegar y es la sensación del momento —le comento a Alex en un susurro.—Como en la preparatoria, ¿no? —no puedo evitar reír.—Yo no la disfruté de esa forma, al menos no el ultimo año.—¿Fue el año en que murieron tus padres? —me pregunta y yo asiento.—Así es.No puedo evitar recordar ese año desastroso. Estaba aplicando para las universidades, era una de las mejores de la clase, no era un cerebrito, pero con mi promedio, la ayuda comunitaria que hice toda mi secundaria y una buena carta de recomendación podía entrar a la universidad que quisiera y que claro, mis padres pudieran parar, pero en un parpadeo, en un microsegundo todo eso cambió, el conductor ebrio apareció en nuestras vidas y mis padres se fueron. Rec
Alex. Me subo al auto dando un portazo en la puerta trasera, con la sangre literalmente hirviendo dentro de mí, con cada poro de mi piel exponiendo la ira que recorre mi cuerpo. Intento respirar profundo y calmarme, pensar con claridad y respirar, simplemente respirar, es todo lo que necesito en este momento. Mis hombres se suben a la camioneta, pero segundos después Nate toca mi vidrio. Yo abro la puerta. —¿Qué quieres que haga con Jennifer? —me pregunta. —Llévala a su casa en su auto y luego ve a la casa grande. Tenemos un ataque que planear —noto que no me contesta nada y solo se queda allí, mirándome—, ¿algo más? —espeto. —¿Estás bien? —¡olvídate de mí, Nate y llévatela al carajo de aquí! —él ni siquiera se inmuta con mi grito, solo se va. El auto de ella arranca y pasa por mi lado, pero ni siquiera la miro aun cuando sé que ella lo hace. Mi auto arranca detrás del de ella, pero los caminos de ambos se separan. Es que no puedo, no puedo verla en este momento. Me siento traici
Jennifer se ha ido, junto a Lizzi ya que planea llevarla a casa de su amiga Priscila. La pequeña no ha parado de preguntar cuándo puede volver a la escuela, pero eso es algo que no somos quiénes se lo estamos prohibiendo, aun viene esa prohibición del doctor. Lizzi aun necesita cuidados que allá no le darán por lo que es mejor que siga en casa, de hecho, la niñera/tutora está en proceso, pero con cada cosa que ha pasado, no hemos podido concretar nada. Con Lizzi y su enfermedad he aprendido a valorar a los niños, nunca fui apegado a ellos, pero es que es imposible no amarla; es dulce, amable, respetuosa, tan tranquila e inocente que no puedes pasarla por alto. Es una niña preciosa y sinceramente me siento cómo su padre, aunque no la vea muy a menudo porque Jennifer dejó de ser su hermana hace mucho tiempo, Jennifer es su mamá. Lo será para siempre.De hecho, me cuenta que Lizzi nunca ha entendido del todo lo que pasó, ella estuvo en el funeral, lloró como magdalena me cuenta, pero cua
Hoy es un día decisivo. Hoy es mi oportunidad de aclarar todas las dudas que puedan rondar en mi cabeza y que me estén volviendo loco. Hoy tendré la certeza de quedarme o mantenerme con las personas que realmente estén conmigo. Hoy podré darle fin a lo que me aqueja. Esta noche, podré hacerlo. Tomo el teléfono y llamo a Jennifer, entre Nate y yo decidimos llevar a las tres, a Lizzi, Jenn y Heather a una casa de seguridad que solo los dos conocemos. Es una manera mucho más eficiente de las que hemos estado utilizando de protegerlas, porque no es un secreto que hemos estado fallando ligeramente en esa tarea, al menos yo que soy la cabeza de toda esta organización. Cuando la llamo, se demora en contestar, cuando creo que se irá al buzón de voz, escucho su voz detrás de la línea.—¡Hola! Lo siento mucho, estamos un poco atareadas por acá —me preocupo un poco al escuchar eso. —¿Qué sucede? ¿está todo bien? —me apresuro a indagar. —Sí, bueno no, Lizzi se siente acalorada, un poco asustad