El auto me deja en medio de la puta calle, el hombre me quita la venda de mis ojos y luego me da un teléfono desechable.—Espero que te sepas tus números de teléfono —bromea y los demás se ríen de su completa estupidez.—No me puedes dejar aquí, estoy en medio de la puta nada —él se encoje de hombres.—No es mi problema la verdad, el jefe pidió que te llevara, pero nunca dijo a dónde, pero sé que si me acerco más a la casa de tu noviecito me van a matar, no gracias —cierra la puerta del auto lo que me pone en alerta de inmediato.—¡No, no, no, no! ¡por favor! —pero la camioneta ya se ha ido a toda velocidad—. ¡Carajo! —grito.La verdad es que no me sé el número de Alex, y el de Heather está bailando en mi cabeza. Decido quitarme los zapatos y llevarlos en mi mano mientras camino derecho ya que reconozco un poco la carretera. A mi lado solo hay arboles y sonidos de animales nocturnos como grillos y sapos, no se ve un alma en todo el lugar y sinceramente me estoy muriendo de frío y de m
Llego a la oficina de Alex, pues se supone que es dónde él se encuentra. Toco la puerta dos veces y escucho un adelante casi de inmediato por lo que abro la puerta y entro encontrándome con Alex charlando con Nathan. El segundo en cuánto me ve se levanta de la silla.—Me alegro mucho de que estés bien, Jennifer, no pude estar aquí en cuanto llegaste así que vine temprano a saber de ti —frunzo el ceño, pero decido contestar de manera amable.—Estabas en la fiesta, creí que dormías cuando llegué, pero gracias de todas formas, es muy amable —le respondo.—No sé si sabes, pero Alex tuvo una pequeña situación anoche, hasta a mí me echó, así que vine a verlos a los dos. Ya hablé con Alex. ¿cómo estás tú?—Bien, por fortuna Max, bueno, según él solo quería darme un feliz cumpleaños —Nathan ríe.—Ese guey está loco, Alex —el susodicho no dice nada—, bueno, yo los dejo, es evidente que viniste a hablar con él.Nathan pasa por mi lado dándome una media sonrisa y luego sale de la oficina. Yo com
Al llegar a casa Heather ya se está alistando para su cita con Nate. La verdad me da mucho gusto, me da gusto porque Nate es un buen chico con un trabajo algo malo, eso es todo, pero al igual que Alex no se han dejado consumir por él y realmente espero que nunca pase y además de eso ella la tomó la decisión por si misma, tomó la decisión sin que adversidades a su alrededor la obligaran a hacerlo, está con él porque quiere, porque lo decidió así. No es que Alex haya puesto una pistola en mi cabeza y me haya obligado a estar con él o que estoy aquí simplemente quejándome de lo que me da y de la forma en que me cuida, es solo que la verdad no se puede ocultar con un dedo o con un manta de una tela muy fina; la verdad es que si Lizzi no hubiera estado tan enferma yo no hubiera conocido a Amanda, yo no hubiera bailado en ese club, no me hubiera ido aquella noche con Alex y no me hubiera enamorado de Él. Todo fue un efecto dominó, un efecto mariposa, todos me llevaban a este lugar desde el
Alex. Salgo echando humos de la casa, tanto que doy un portazo tan fuerte que Roger y los demás chicos que vinieron conmigo giran su cuerpo para ver qué ha sido tal estruendo. Sin decir palabra alguna me subo a la camioneta y ellos hacen lo mismo, encendiendo y poniendo en marcha el vehículo. Mientras observo por la ventana necesito cerrar y abrir mi puño en busca de consuelo, en busca de paz interior porque tengo tanto en la cabeza, tanto en lo que pensar, tanto en lo que dudar, porque es que aunque suene estúpido e lógico de mi parte, de una persona como yo, no puedo creerle a Jennifer, no puedo creer que el sapo sea Nathan, mi amigo, mi hermano y aunque entiendo su preocupación, aunque entiendo la manera en la que se aferra a el hecho de verme ganar esta guerra, aunque entiendo que quiere verme vitorioso, quiere vernos a salvo, no puedo aceptar sus conclusiones. No puedo hacer tal cosa porque en el fondo, ella no entiende lo que eso significaría para mí, ella no entiende lo que pe
La camioneta frena en seco cuando llegamos a la casa. Nate y los demás chicos se bajan a toda velocidad, luego abren la puerta de mi lado del auto y sacan a Roger quien está a punto perder el conocimiento. De inmediato Heather y Jennifer salen de la casa y la última al verme con la camisa completamente llena de sangre de Roger se acerca corriendo hacia mí. —¡Por dios! ¡¿estás bien?! —exclama con evidente preocupación en su voz mientras me inspecciona. —Sí, tranquila no es mi sangre —me apresuro a contestar. Ella asiente y decide correr junto a los chicos que se han llevado a Roger. Todos entramos a la casa y subimos las escaleras cargando a Roger, lo metemos a su habitación y lo acostamos en la cama con cuidado boca abajo. Heather de inmediato corta con unas tijeras su camiseta y descubrimos el lugar donde le han disparado. —Por Dios, la bala está dentro, pero no dañó ningún órgano. El problema es que está perdiendo sangre, hay que sacar la bala y parar el sangrado —anuncia Heather
Jennifer. Salgo del restaurante con la cabeza hecha un lío, con las lágrimas en mis ojos y mis manos temblorosas porque no pensé que fuera capaz de decir esas palabras, pensé que me arrepentiría, que cambiaría de opinión, pero lo vi allí, escuché cada palabra que me dijo, escuché eso que salió de su corazón y simplemente no pude cambiar de opinión. No pude siquiera llegar a pensar en hacerlo porque sí, me dijo de todas las formas posibles que me ama, pero no me ama lo suficiente como para confiar en mí y en que no me equivoco con respecto a Nathan y sí, yo también le dije de todas las formas posibles que lo amo, pero siempre he sido mi hermana y yo y por nada del mundo dejaré que después de todo lo que he hecho, de todo lo que hemos pasado, su duda nos ponga en peligro.Al salir Nate se apresura a abrirme la puerta, pero como aquella noche, aquella primera noche, yo prefiero rechazarlo. Él parece entender, no me sigue ni dice nada, yo tomo un taxi y le pido que conduzca hacia la casa
En el momento en que él me ve entrar, decidida, y, sobre todo, después de responderle aquello, él se muestra ligeramente sorprendido detrás de su ceja enarcada. Detrás de su mirada que irradia superioridad. Me siento justo al frente del escritorio. —Alex no está, si es a quién buscas —él es el primero en hablar. —Sí, a él busco, pero, de hecho, tu presencia aquí es bastante conveniente empezando por el hecho de que no deberías estar aquí si él no está. —¿Por qué no? Esta oficina es mía tanto como suya —no puedo evitar reír. —Ese es tu problema, Nathan, tienes inconveniente para entender cuál es tu sitio —él suspira. —¿Quieres que volvamos a lo mismo? ¿quieres te tengamos esa conversación? —No puedes volver a un lugar de donde no te has ido, Nathan. Tú y yo sabemos que esa fachada de hacer las pases, fue solo eso, fachada. Él se levanta de su asiento y se acerca peligrosamente a mí, pero no me da miedo, nunca me he sentido más confiada en la vida que justo en este momento. Justo
Alex. Después de esa cena, de esa cita que creía que sería especial, que se convertiría en un bonito recuerdo, ni siquiera pude dormir, ni siquiera pude dejar de pensar en lo que dijo, en lo último que me dijo porque eso me marcó más que cualquier cosa, más que cualquier palabra que pudo salir antes de eso, incluso las que decían que me amaba, porque, de cualquier modo, no significan lo mismo cuándo dices algo así después. No tengo que elegir entre Nathan o ella, eso ni siquiera pasa por mi mente, no hay nada qué elegir. Ella está por encima de cualquier cosa, por encima de cualquier persona. Es solo que ella no ha preguntado y tampoco yo le he dicho lo importante y doloroso a la vez que es descubrir que el hombre que consideras tu hermano podría estar apuñalándote, enterrándote el cuchillo en la espalda hasta el mango. Eso es lo que, al parecer, ella no ha podido entender. Lo que ella ni siquiera ha preguntado.Es que sí, entiendo su estado, entiendo lo frustrada que debe estar, ent