Esquisito

Ya llevaba mucho tiempo en esa postura, sí, demasiado rato, así que la desaté. Le separé las piernas y las dejé colgar por el borde de la mesa. El plumero hará su trabajo ahora, ya que no tengo un látigo como ella lo hubiese deseado. Las plumas hacen su trabajo, lo paso por su cuerpo hasta que le hicieron cosquillas en el estómago.

Le rocé el vientre con las plumas de este increíble plumero.

Me volví a tomar mi tiempo y fui trabajando su cuerpo muy despacio. Utilicé el plumero no solo para darle placer, también para recordarle que yo controlaba perfectamente la situación. Le demostraría que podía confiar en mí y que conmigo estaba a salvo, que no soy lo que el mundo piensa de mí, quiero que ella goce y olvide lo que la tortura.

Me pasé el plumero a la mano izquierda y deslicé los dedos de la derecha entre sus piernas, le rocé el clítoris con suavidad y luego me interné ligeramente en su evidente humedad. Entonces saqué el vibrador del bolso de ella, no me asusté por ello y menos reneg
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