ZebelaBastian se levantó con rapidez, necesitado y sediento de la bebida alcoholizada que nos estaba ayudando a sobrellevar esta conversación incomoda, y buscó la botella de vino.Buena idea, pensé.Sin decir nada, bebí el contenido de mi copa de un solo trago y le extendí el vaso. Él lo llenó de nuevo, después de llenar el suyo.Bebimos al mismo tiempo, sin romper el silencio. Luego suspiramos al unísono, como si nuestras emociones estuvieran perfectamente sincronizadas, reflejando en nuestros gestos todo lo que aún no podíamos poner en palabras.—Bastian, sé que todo este asunto es nuevo para ti y que siempre has renegado de los compromisos de pareja —dije, tratando de mantener mi voz firme—. Lo sé por lo que has dicho y por la forma en que se expresan tus hombres. No conozco qué tan arraigada esté esa idea en ti, pero yo soy diferente...Hice una pausa y di un largo sorbo de vino, dejando mi copa casi vacía. Necesitaba un momento antes de continuar.—Yo quiero una relación de verd
BastianSentía que explotaría del deseo...Había esperado una velada cursi, llena de conversaciones incómodas sobre lo que sería nuestra relación. Y aunque todo eso ocurrió, jamás habría imaginado lo que sucedió después... en mi sofá.Y es que Zebela ya me tenía embobado desde el momento en que salió de su habitación con ese vestidito que parecía gritarme que se lo quitara y la poseyera como el maldito salvaje que yo era. Pero me contuve...Si ella no hubiera sido tan provocativa, habría respetado su decisión de no aparearnos todavía. Sin embargo, la muy descarada no mantuvo esa condición ni un solo día, ¡y vaya que eso me encantó!Ella, tan atrevida y sensual, gimiendo de placer bajo el poder de mi boca, era la mejor escena que había contemplado en toda mi fatua existencia.¡Esa mujer me volvía loco!Tenía grandes expectativas sobre su sabor, con el que había fantaseado desde que la vi desnuda por accidente. Sin embargo, nada de lo que imaginé se comparaba con la exquisitez que estaba
ZebelaVer el rostro sensual y enrojecido de Bastian, contraído por el placer, mientras me miraba con esos ojos fieros y brillantes de excitación, era la experiencia erótica más intensa que había vivido en mi vida.Sus gruñidos y gemidos erizaban mi piel y despertaban un deseo incontrolable de sentirlo dentro de mí.Su mirada permanecía fija en cada uno de mis movimientos, como si observar cómo lo estimulaba fuera tan cautivador como las sensaciones que mi boca le provocaba.—Mierda… —susurró él en un jadeo. Su mano recorrió mi rostro en una caricia torpe, hasta terminar apretando mi cabello. Lo vi luchar por no embestir mi boca, pero él lo necesitaba. Aumenté la intensidad de la felación y lo llevé al límite, aunque Bastian intentó apartarme.¿Por qué? Ambos estábamos disfrutando este momento, así que no permitiría que me detuviera hasta ser testigo de su orgasmo. Anhelaba verlo llegar, descubrir sus expresiones durante el clímax. Necesitaba conocer esa parte tan íntima de él y ser q
ZebelaLas manos de Bastian empezaron a tocarme de manera posesiva y traviesa. Pronto, su dedo llegó a esa zona sensible que cosquilleaba ansiosa por su toque. Sus movimientos circulares me provocaron un placer que se expandió por toda mi piel, y no pude evitar mover las caderas.Antes de que pudiera asimilar aquel deleite, Bastian dejó de estimularme, así que le arañé la espalda en venganza. ¿Por qué dejó de hacerlo justo cuando más lo necesitaba?—Me dijiste que solo has tenido sexo una vez en tu vida, así que tu cuerpo no está acostumbrado aún. Te prometo que seré gentil, pero por favor, si sientes que te hago daño, no me lo ocultes. Si quieres que pare, lo haré en el instante —me dijo. Pude notar la preocupación en su mirada.—Deja de tratarme como si fuera de cristal. No me voy a romper, Bastian, así que deja de angustiarte —demandé—. Y por favor, no tengas miedo de hacerme daño, eso es imposible. Confío en ti.Un beso calmado cerró mis palabras y fue la luz verde para que Bastia
¿Mi Alfa rogándome que salve a su amante y a su hijo?Soy una loba wosa, eso significa que tengo habilidades por encima de un licántropo común. Mi más preciado poder es el de curación. Soy capaz de sanar heridas que nuestro cuerpo licántropo no puede restaurar, quitar el veneno de la sangre, entre otras curaciones.El problema es que me debilito cuando uso dicha habilidad. Y esa fue la razón por la que decidí dejar a mi esposo, el alfa de la manada Zafiro.Todavía el dolor de su traición está impregnado en mis huesos y mi loba llora nuestra desdicha con rabia y sed de venganza.Aún duele recordar...—¡Zebela! —Sentí un estremecimiento cuando su voz autoritaria me despertó en medio de la noche. Por un momento me emocioné al escucharlo porque había regresado a casa.«Pasará la noche conmigo», celebré en mis pensamientos mientras saltaba de la cama contenta. Me cercioré de no estar desaliñada y le sonreí al espejo porque mi piel tenía ese brillo especial que adquirimos las lobas cuando e
Las lobas wosa somos consideradas una bendición en las manadas, un tesoro invaluable que todos desean tener. Nuestro corazón noble nos convierte en la presa perfecta de cualquier cazador ambicioso y malvado.Dolió saber que eso fui para Roan. Un trofeo que usó a su conveniencia.Tras vivir la horrible experiencia de perder a mi cachorro, estuve inconsciente por varios días donde me mantuve soñando con Roan y todos los momentos que tuvimos juntos.Mis sueños eran mis recuerdos...—Señora Zebela, ya despertó —La voz de la mucama hizo que terminara de abrir los ojos. Me los froté para recuperar claridad en mi visión.—Me duele la cabeza... —me quejé.—Le traje un analgésico. Debe comer, aunque sea un pedazo de fruta antes de ingerir el medicamento, ya que no ha comido nada en tres días. Mire, le traje su ensalada de frutas de todas las mañanas —dijo Lidia con voz suave. Pese a que ella era una empleada que solo hacía su trabajo, era la única persona que no me miraba con desprecio en la m
El silencio reinó en el pasillo mientras Roan esperaba por una explicación. Me pareció irónico, dado que era yo quien debía estar demandando una.—Esta insolente fue a molestar a tu hijo y se atrevió a faltarnos el respeto. —Fue Greta quien rompió el silencio porque yo no fui capaz de articular palabras. ¿Por qué no pude siquiera moverme? Odié ser tan cobarde.—Zebela, ¿qué sucede? —ignoró a su madre y se dirigió a mí con una calma no muy propia de él. ¿Será que se sintió culpable por todo el daño que me estaba haciendo?—R-Roan... —Fue lo único que pude expresar antes de estallar en llantos.¡Qué patética! Me sentía un ser inútil en ese momento.—Ven conmigo. —Él se me acercó y me cargó entre sus brazos, como si justo acabara de descubrir mi fragilidad. Por supuesto, la joya de mi suegra empezó a pelear detrás de él.—Necesito hablar con mi esposa a solas —le dijo Roan como si ella no estuviera a punto de sufrir un colapso, acto seguido, le cerró la puerta de mi habitación en la cara
Allí estaba yo, acurrucada en una orilla de la lujosa pared, sentada en el piso frío y pulido mientras me abrazaba las piernas y lloraba mi desdicha.—¿Cómo te llamas? —me preguntó él con su voz imponente de alfa, pese a que todavía no había sido nombrado como tal, pero Roan lo llevaba en la sangre. Estaba tan asustada que solo sollocé—. No te haremos daño, chiquilla. ¿Acaso no te salvamos de esos rufianes?Por primera vez desde que fui traída a esta manada, miré a Roan a los ojos. En ese entonces, él tenía veinticinco años y yo solo era una cachorra adolescente; sin embargo, su belleza cargada de misterio y peligro me prendó y ese día supe que mi corazón estaría ligado al suyo.Lo amé en secreto por dos años en los que tuve que verlo ser feliz con su mate. Traté de no pensar en él y decidí ignorar cuánto lo amaba. No me alegré para nada cuando ella murió, en especial porque verlo destrozado me ponía muy triste.—Zebela, hace un año perdí a mi pareja y tú ya tienes la edad suficiente