ZebelaEstaba sumida en los recuerdos dolorosos y en mi cavilación acerca de si debía atacar a Greta o simplemente ignorarla, cuando, de repente y con dificultad, levantó la espada para asesinarme. No pude evitar reír, pues la pobre no tenía fuerzas ni siquiera para sostener el arma correctamente—Eres tan estúpida que piensas atacarme con una espada que ni siquiera eres capaz de sostener bien —me burlé—. Eres una inservible, una mujer cuya única habilidad es fastidiar a los demás. Nadie te soporta, ni siquiera tu propio hijo.—¡Cállate, maldita! —explotó, fuera de sí—. ¡Aquí la única inservible eres tú! Te arrastraste por un hombre que nunca te amó. Tuviste tan poco valor en su vida que su amante fue puesta por encima de ti.» Ella tuvo lo que tú no. A Roan no le importó ni siquiera tu asqueroso cachorro. Me alegro mucho de que haya muerto antes de nacer, pues qué vergüenza y horror hubiera sido para mí tener un nieto que proviniera de ti.Esas palabras fueron como agujas atravesando
ZebelaTras el alivio, una sensación de melancolía y vacío me embargó, dejándome congelada mientras observaba el cuerpo carbonizado de Roan. Me sentí culpable por haber sido partícipe de su sufrimiento. Me sentí igual que él.¿Era yo una persona vengativa o solo quería justicia? ¿Era la justicia tan cruel?Estaba confundida.No sabía si era por las hormonas del embarazo, las secuelas de los momentos traumáticos o todo junto, pero me sentía fatal. No podía dejar de llorar ni recordar el pasado.Odiaba a Roan, y era un alivio saber que ya no me dañaría; sin embargo, había una parte de mí que sentía lástima por él, que insistía en recordar lo que significó para mí en el pasado.Vi a mi yo adolescente, huérfana y asustada. Lo había perdido todo, y mi futuro era incierto. Para mí, Roan fue un salvador.A mi mente llegó la primera vez que vi sus ojos negros y cómo esa oscuridad me atrajo. Me enamoré. Lloré cuando supe que él tenía pareja, que me veía como a una cachorra, pues ni siquiera ha
Zebela Mi mente divagaba en los recuerdos, mezclándolos y comparándolos con cada detalle de nuestro viaje de regreso a Luna Roja.No sabía cuántas horas habían transcurrido, pero el sol ya se estaba poniendo, lo que indicaba que era momento de encontrar un lugar para acampar y recuperar fuerzas.Estaba adormilada, dejándome mimar por las caricias de la brisa, que me levantaba algunas hebras y traía una sensación fresca a mi rostro, y por el calor y la comodidad que la firmeza del torso de Bastian me proporcionaban.En esta posición, recostada en su pecho, me era posible escuchar los latidos de su corazón, percibir su respiración calmada y notar los movimientos de sus músculos al tensarse mientras guiaba al caballo.Me sentía tan segura entre sus brazos, que formaban murallas al estar extendidos para manejar las riendas. Todavía se me hacía irreal que estuviera vivo, conmigo, y que yo estuviera regresando a nuestro hogar.¿Y si era un sueño?A mi mente vinieron todas las veces que soñ
BastianTenía un remolino de emociones del que no me había percatado hasta que rescaté a mi tulipán, pero ahora que ya había terminado con ese pendiente, quedaba otro que me torturaba y me quitaba la tranquilidad.Era como si la historia se repitiera, solo que esta vez iba a recuperar una manada que yo había restaurado y liderado por más de una década.Lo peor de todo era volver a enfrentarme a ese hombre, el mismo que se alió con mis enemigos y planeó mi muerte.También tendría de frente, y sin máscaras, al traidor de Janor. Esta vez, con la certeza de quién era en realidad: un desleal malagradecido.Era difícil esconder mi aflicción cuando iba directo a esa batalla, pero yo era un hombre acostumbrado a enfrentar lo que me tocara. Sin embargo, las palabras que salieron de la boca de mi tulipán fueron la excepción. No estaba preparado para escuchar aquello.¿Ella estaba embarazada? ¿De mí?Sentí un cosquilleo extraño en la boca del estómago, acompañado por varios escalofríos y... mied
Zebela se acercó a mí y me acarició las mejillas con sus manitas suaves. Eso me reconfortó. No pude evitar cerrar los ojos para disfrutar mejor de su toque, como si esa acción se intensificara solo por desconectarme de todo lo demás.—Bastian, ellos están bien. Yo estoy bien. Recuerda que son tus hijos, así que son fuertes por naturaleza. Además, uno de ellos es Wos, mira...Se desnudó y tiró su ropa sobre una roca que hacía de muralla entre las aguas del río y el suelo.Me quedé contemplándola como el imbécil que soy. Mis ojos recorrieron cada curva. Oh...¿Qué había dicho? ¿Qué era lo que quería mostrarme? Lo había olvidado porque toda mi concentración se enfocó en sus pechos llenos y redondos, que ahora lucían más grandes, en sus caderas y en su...Me relamí los labios y, de momento, tuve mucha sed. Necesitaba beber de su linda cuevita, jugar con sus pelitos rosaditos y chupar su carnita palpitante.Besaría esos pechos rosaditos mientras me unía a ella, a su calor, a su humedad, a
Tres días después...ZebelaLa brisa fría y salada soplaba con violencia, levantando con furia mi cabello y el vestido sencillo que me había comprado Bastian en el puerto.Lo busqué con la mirada y sentí que tenía un déjà vu al encontrarlo en la proa, observando el vasto y oscuro mar, que recibía pequeños besos de la luna, cuyo brillo resaltaba en un cielo casi negro e invadido por estrellas.Mi corazón palpitó con fuerza cuando comparé este momento con un recuerdo. Al igual que esa vez, Bastian estaba absorto en sus pensamientos, con la mirada perdida en el mar. El escenario era perfecto, y él resaltaba por su belleza varonil y salvaje.Tragué pesado y me acerqué con pasos nerviosos, pues temía ser inoportuna. Desde que abordamos —dos días atrás—, él ha estado actuando extraño. Lo he sentido más callado y distante, como si algo lo preocupara de una manera que le era difícil de controlar.Quería ayudarlo, pero no sabía qué hacer con exactitud.—¿No puedes dormir? —se me ocurrió pregun
ZebelaEl cielo todavía estaba oscuro cuando Bastian me trajo leche caliente, una ensalada de frutas y un pedazo de pan con queso. Se sentó junto a mí en la cama y soltó un suspiro.Me llegó un leve olor a café, pero fue tan sutil que no me revolvió el estómago. Entonces supe que él ya había desayunado. Mientras estuvimos en el barco, desayunaba temprano para que el olor a café no me molestara; luego, me llevaba el desayuno al camarote.Hoy no fue la excepción. La diferencia era que estábamos en una de las posadas del campamento de entrenamiento principal de la zona costera de la manada y que aún no había amanecido. Estábamos listos para ir a recuperar el control de Luna Roja. Bueno, casi listos.Hubo algo en la actitud de Bastian que me puso sospechosa: su evasión, la manera en que suspiraba a cada momento mientras miraba un punto fijo, como si estuviera reuniendo las palabras para decirme algo que no me agradaría.Y ya lo sospechaba, así que decidí acabar con este estúpido rodeo sil
ZebelaComo era de esperarse, las entradas estaban tan aseguradas como la carretera que conectaba la zona sur con el resto.—Los gammas que se quedaron a varios metros de distancia de la carretera, que está resguardada por los guardias de Draevor, están esperando mi orden para atacar —informó Bastian, con el aparato comunicador en mano.—¿Hay guerreros de Luna Roja en el área? —preguntó Laurel.—Han identificado a algunos del otro lado de la entrada principal, en la zona sur —respondió—. Ellos atacarán a sus colegas si no reciben mi carta firmada, pues, a falta de un alfa, deben someterse al que esté, a pesar de no estar de acuerdo.—Bueno, eso lo entiendo... —masculló Laurel con obviedad—. Lo importante es que puedan hacer llegar la carta firmada.—¿Por qué no usas tecnología para enviar un mensaje masivo de que estás vivo? —pregunté, confundida.Bastian suspiró.—Lo intenté, pero al parecer Draevor cortó la comunicación de los miembros de la manada, incluyendo las instituciones. Ese