Zebela se acercó a mí y me acarició las mejillas con sus manitas suaves. Eso me reconfortó. No pude evitar cerrar los ojos para disfrutar mejor de su toque, como si esa acción se intensificara solo por desconectarme de todo lo demás.—Bastian, ellos están bien. Yo estoy bien. Recuerda que son tus hijos, así que son fuertes por naturaleza. Además, uno de ellos es Wos, mira...Se desnudó y tiró su ropa sobre una roca que hacía de muralla entre las aguas del río y el suelo.Me quedé contemplándola como el imbécil que soy. Mis ojos recorrieron cada curva. Oh...¿Qué había dicho? ¿Qué era lo que quería mostrarme? Lo había olvidado porque toda mi concentración se enfocó en sus pechos llenos y redondos, que ahora lucían más grandes, en sus caderas y en su...Me relamí los labios y, de momento, tuve mucha sed. Necesitaba beber de su linda cuevita, jugar con sus pelitos rosaditos y chupar su carnita palpitante.Besaría esos pechos rosaditos mientras me unía a ella, a su calor, a su humedad, a
Tres días después...ZebelaLa brisa fría y salada soplaba con violencia, levantando con furia mi cabello y el vestido sencillo que me había comprado Bastian en el puerto.Lo busqué con la mirada y sentí que tenía un déjà vu al encontrarlo en la proa, observando el vasto y oscuro mar, que recibía pequeños besos de la luna, cuyo brillo resaltaba en un cielo casi negro e invadido por estrellas.Mi corazón palpitó con fuerza cuando comparé este momento con un recuerdo. Al igual que esa vez, Bastian estaba absorto en sus pensamientos, con la mirada perdida en el mar. El escenario era perfecto, y él resaltaba por su belleza varonil y salvaje.Tragué pesado y me acerqué con pasos nerviosos, pues temía ser inoportuna. Desde que abordamos —dos días atrás—, él ha estado actuando extraño. Lo he sentido más callado y distante, como si algo lo preocupara de una manera que le era difícil de controlar.Quería ayudarlo, pero no sabía qué hacer con exactitud.—¿No puedes dormir? —se me ocurrió pregun
ZebelaEl cielo todavía estaba oscuro cuando Bastian me trajo leche caliente, una ensalada de frutas y un pedazo de pan con queso. Se sentó junto a mí en la cama y soltó un suspiro.Me llegó un leve olor a café, pero fue tan sutil que no me revolvió el estómago. Entonces supe que él ya había desayunado. Mientras estuvimos en el barco, desayunaba temprano para que el olor a café no me molestara; luego, me llevaba el desayuno al camarote.Hoy no fue la excepción. La diferencia era que estábamos en una de las posadas del campamento de entrenamiento principal de la zona costera de la manada y que aún no había amanecido. Estábamos listos para ir a recuperar el control de Luna Roja. Bueno, casi listos.Hubo algo en la actitud de Bastian que me puso sospechosa: su evasión, la manera en que suspiraba a cada momento mientras miraba un punto fijo, como si estuviera reuniendo las palabras para decirme algo que no me agradaría.Y ya lo sospechaba, así que decidí acabar con este estúpido rodeo sil
ZebelaComo era de esperarse, las entradas estaban tan aseguradas como la carretera que conectaba la zona sur con el resto.—Los gammas que se quedaron a varios metros de distancia de la carretera, que está resguardada por los guardias de Draevor, están esperando mi orden para atacar —informó Bastian, con el aparato comunicador en mano.—¿Hay guerreros de Luna Roja en el área? —preguntó Laurel.—Han identificado a algunos del otro lado de la entrada principal, en la zona sur —respondió—. Ellos atacarán a sus colegas si no reciben mi carta firmada, pues, a falta de un alfa, deben someterse al que esté, a pesar de no estar de acuerdo.—Bueno, eso lo entiendo... —masculló Laurel con obviedad—. Lo importante es que puedan hacer llegar la carta firmada.—¿Por qué no usas tecnología para enviar un mensaje masivo de que estás vivo? —pregunté, confundida.Bastian suspiró.—Lo intenté, pero al parecer Draevor cortó la comunicación de los miembros de la manada, incluyendo las instituciones. Ese
BastianDespués de consumir con fuego a un grupo de guerreros rebeldes, avancé en dirección a la oficina principal de la manada para limpiarla de los intrusos. Luego iría a mi casa a terminar con el resto y a buscar a Draevor.No estaba seguro de qué haría con él. ¿Mataría a mi propio padre? ¿Lo encerraría de por vida? ¿O haría lo mismo que una década atrás?Quizás el exilio fuera lo más lógico, pero ¿cuántas veces tendría que hacerlo? Él sería una espina constante en el zapato, una pesadilla eterna que no me dejaría en paz.Varios de mis guerreros vinieron a mí con un informe que me erizó los vellos.—Encontramos los restos de Janor en una pequeña posada —informó uno de ellos—. Alguien lo destripó. Al parecer, tiene varios días porque ya empezó a descomponerse. El lugar está abandonado y hay otros cadáveres allí.Me quedé pasmado ante la noticia. Janor estaba muerto, y había sido asesinado de una forma tan cruel. ¿Quién lo había hecho? ¿Cuáles serían sus motivos?—Ese fue su pago por
Bastian Su rostro tomó una palidez que me confundió, como si en su mente se estuviera formando la imagen verdadera de lo que sucedió. Tembló, luego me miró turbado y desorientado.—¿Por qué aseguras algo así? ¿Qué pruebas tienes? Yo estuve ahí cuando las llamas consumieron a mi mate y no pude hacer nada para salvarla. Esa imagen, sus gritos pidiéndome ayuda, su cuerpo carbonizándose, su mirada de desconsuelo y su sufrimiento me han perseguido por todos estos años. ¡¡Y me dices que fue un asesinato provocado!!Él miró a sus guerreros con una furia que ya conocía bien, porque era la misma que lo incitaba a herirme.—¡¡Tráiganme a Melika!! ¡¡Ya!!Varios de sus guerreros accedieron a su petición, tomando el camino que los dirigiría a mi casa.Esa maldita estaba en mi hogar. Se atrevió a profanar mi casa con su asquerosa presencia.Miré a Laurel, quien luchaba contra las lágrimas y vino hacia nosotros.Busqué a Zebela por instinto, y allí estaba ella, a una distancia prudente, observando
ZebelaTraté de darle mi apoyo emocional a Bastian, de hacerle saber que estaba con él. Podía ver su tristeza reflejada en su rostro, su confusión y su enojo.Me dolía tanto saber que pasó por todo eso, que siempre estuvo solo. Recordé los primeros días junto a él, sus pesadillas y su malestar. Ahora todo cobraba sentido. Eran sus traumas los que lo torturaban en la noche, todo el dolor contenido que estallaba cuando no llevaba su armadura de indiferencia y poder. Cuando era solo Bastian.Ahora entendía sus palabras, la advertencia de que era peligroso y malvado.Mi pobre mate sufrió tanto que mi dolor no podría compararse al suyo. Al menos yo tuve padres amorosos que murieron tratando de protegerme. Ellos me demostraron su amor hasta el final.Mi niñez y adolescencia estuvieron colmadas de felicidad, hasta que lo perdí todo.Pero Bastian... Él nunca fue feliz.Sentí las gotas calientes deslizarse por mis mejillas y comprendí que estaba llorando. ¡Benditas hormonas del embarazo!Basti
ZebelaEl regreso a casa lo hicimos a caballo, con un gran grupo de gente celebrando tras nosotros. La música improvisada empezó a llenar las calles, con instrumentos típicos que los miembros tocaban mientras nos ovacionaban.Todos estaban felices. Tras vivir dos semanas infernales bajo el dominio de Draevor, la tristeza por la supuesta muerte de su alfa, la incertidumbre y el terror de un futuro bajo una tiranía cruel, su alegría era comprensible.—¡Vivan nuestro alfa y luna! —vociferaban entre gritos jubilosos y bailes.Por las calles por las que pasábamos nos lanzaban flores recién arrancadas, nos daban regalos y nos bendecían con palabras de buenos deseos.Pronto dejamos atrás las calles concurridas y nos sumergimos en la carretera de hermosos paisajes naturales. En cada metro encontrábamos un grupo de guerreros vigilando, pues todavía quedaban algunos salvajes en los alrededores.La familiaridad, los bellos recuerdos y la sensación de estoy en casa me embargaron el pecho cuando vi