Final
Zebela

El regreso a casa lo hicimos a caballo, con un gran grupo de gente celebrando tras nosotros. La música improvisada empezó a llenar las calles, con instrumentos típicos que los miembros tocaban mientras nos ovacionaban.

Todos estaban felices. Tras vivir dos semanas infernales bajo el dominio de Draevor, la tristeza por la supuesta muerte de su alfa, la incertidumbre y el terror de un futuro bajo una tiranía cruel, su alegría era comprensible.

—¡Vivan nuestro alfa y luna! —vociferaban entre gritos jubilosos y bailes.

Por las calles por las que pasábamos nos lanzaban flores recién arrancadas, nos daban regalos y nos bendecían con palabras de buenos deseos.

Pronto dejamos atrás las calles concurridas y nos sumergimos en la carretera de hermosos paisajes naturales. En cada metro encontrábamos un grupo de guerreros vigilando, pues todavía quedaban algunos salvajes en los alrededores.

La familiaridad, los bellos recuerdos y la sensación de estoy en casa me embargaron el pecho cuando vi
Angie Pichardo

¡Hola, Golosas! Lamento la tardanza, pero de verdad he estado muy ocupada. Tengo sentimientos encontrados ahora mismo. Por un lado, estoy aliviada de haber terminado la historia con satisfacción, porque sí, me siento muy satisfecha con cómo terminó todo. Pero, por otro lado, estoy sensible porque extrañaré escribir sobre Bastian y Zebela. Seguiré los capítulos especiales sobre Laurel, para las que deseen saber más sobre este personaje, Draevor y el beta. Muchas gracias por todo el apoyo. Las quiero mucho. Recuerden que tengo otras historias de lobos y de romance contemporáneo. Un fuerte abrazo.

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