LaurelMis días de descanso habían terminado, pero, por lo menos, los aproveché al máximo. Por supuesto, tuve que escaparme varias veces porque esta gente no entendía lo que "descanso" significaba.Arg...—Alfa, aquí está su itinerario de hoy —me dijo Lisa, mi asistente, poniendo un portapapeles sobre la mesa.Ay, ni comerse el desayuno dejan a una en paz.—¡Niña, deja que, por lo menos, termine de desayunar! No ha empezado bien el día y ya me estás llenando de trabajo. ¡Vas a hacer que me caiga mal la comida! —exclamé, exasperada.Ella solo negó con la cabeza, pues estaba acostumbrada a mis berrinches.—Por cierto, un mensajero le dejó esta carta —me informó mientras ponía un sobre al lado del portapapeles.—Ummmm... —mascullé al ver el logo circular atravesado por la imagen de un rayo. Supe de inmediato quién era el remitente. Era del consejo clandestino de los lobos guías.Pero esa información solo la conocíamos Liadrek y yo, así que, para los demás, podría ser una de las tantas ca
LaurelTras saludar a mis bebés, me senté en mi escritorio y miré a Liadrek, quien se quedó de pie con los brazos cruzados. Le extendí la carta que había traído conmigo.Él frunció el ceño cuando la agarró. Con precaución, la sacó del sobre y empezó a leer. Noté cómo la expresión de su rostro cambiaba a medida que se sumergía en el mensaje.Lo percibí tensarse.—¿Es lo que creo que es? —masculló entre dientes mientras apretaba el papel con furia contenida.Asentí y me levanté de mi asiento para revisar mis plantitas. Sentí su mirada quemarme la espalda, lo que me puso nerviosa.Ayayay, ¿hasta cuándo estaré sintiéndome así con este niño?—Si lo que dice la carta es tal cual, debemos prepararnos y advertir a Bastian y a Zebela —dije mientras acariciaba una planta que casi se me muere la semana pasada. Por suerte, ya estaba mejor.—¿Cuándo irás? —preguntó, más relajado. Sabía que estaba luchando consigo mismo y que trataba de mantener la compostura.—Quizás hoy o mañana. ¡Ay, no quiero a
LaurelTraté de relajarme y actuar con naturalidad, pero era difícil con la tonta de Lisa mirándonos victoriosa y con esa sonrisa de "¡Lo sabía!" en la cara.¡Qué rabia! ¿Por qué dejé que las cosas entre Liadrek y yo escalaran hasta este momento incómodo?Me aclaré la garganta, puse cara de fastidio e indiferencia y me senté en mi escritorio. Liadrek me miró con una intensidad que me puso nerviosa y luego relajó el semblante, como si estuviera satisfecho de su logro.¿Cuál maldito logro? Él solo me puso en una situación incómoda por estar de atrevido y no saber cuál era su lugar.Ayayay... ¡Cachorro insolente!—Disculpen por... —Lisa nos miró con malicia y volvió a sonreír— molestarlos... pero necesito entregarles este informe de alta urgencia que les mandó el gamma Din —dijo mientras me entregaba una carpeta. Acto seguido, salió, cerrando la puerta tras de sí.El ambiente de la oficina cambió por uno más tenso que el anterior.Sostuve la carpeta mientras Liadrek caminaba con grandes
Pareciera como si el aire entre nosotros se hubiera detenido y, con él, todo a nuestro alrededor.Ayayay...Tenía tanto tiempo sin verlo, sin saber de él...Sus ojos ambarinos me observaban con una intensidad que empezó a ponerme nerviosa. Ese escrutinio tenía un brillo diferente, un reflejo de lo que parecía una pizca de felicidad y... fascinación.¡Ay, deja de imaginar cosas, mujer!, me recriminé.No podía apartar la mirada de la suya, pues buscaba algo en él que me diera respuestas a tantas preguntas que rondaban mi cabeza, pero que no me atrevía a articular.¿Qué hacía en este lugar? ¿De verdad era un Sigma ahora? ¿Cómo había estado todo este tiempo? ¿Se sentía arrepentido de todo lo que le hizo a su hijo? ¿Cómo vivía con la culpa? ¿Necesitaba ayuda? ¿Estaría dispuesto a enmendar sus errores?Ayayay...¡Tantas cuestiones que no tendrían una respuesta!—Laurel, ¿qué haces aquí sola? —preguntó. Luego se aclaró la garganta porque la voz le salió empañada.—Iré a visitar a... —Hice un
LiadrekA regañadientes, obedecí la orden de mi alfa y me dirigí hacia donde Din daba instrucciones. Al parecer, lucía más serio que de costumbre, porque ellos me trataban con cautela.Y sí, lo estaba. Ardía en furia y decepción conmigo mismo. ¿Hasta cuándo me arrastraría por el amor a esa mujer terca e impenetrable?Estaba cansado.—Yo iré contigo, Din. Orden de nuestra alfa —dije al fin, captando la atención de todos.Él asintió, satisfecho, pues le gustaba involucrarme en sus tareas.—Iremos hacia el norte —informó él, pero lo contradije tras una minuciosa vista al reporte.—Según estos datos, hay suficientes hombres como para que se dividan. No sé qué fulgores buscan, pero necesitamos ser más rápidos que ellos. Creo que debemos dividirnos en los bosques Reed —opiné.—Tienes razón. Una vez lleguemos al lugar desértico, nos dividiremos —secundó Din y empezó a dar nuevas instrucciones.Yo me mantuve en silencio todo ese tiempo, sumido en los recuerdos. ¡Por los Guías y Woses! Estuve
Laurel Una brisa traviesa se paseó por las hojas de los árboles y me levantó los rizos que caían alrededor de mi cara. Esa frescura fugaz contrastaba con el calor del momento tenso.Miré a Liadrek, quien confrontó a Draevor y, en el acto, me regañó a mí.¡Insolente! ¿Quién se creía que era?—Beta, que no se te olvide que te estás dirigiendo a tu alfa —le recordé, aguantando las ganas de darle un escarmiento.Su mirada desafiante me confrontó al fin, pero fue tan intensa que me hizo titubear. Liadrek era del tipo de personas que, con una simple mirada, podía intimidar hasta al más fuerte.—Exactamente, Alfa, soy su beta. Como tal, mi trabajo es cuidar los intereses de Luz y los suyos —respondió, impasible, pero con ese destello de molestia que me tenía nerviosa—. Por ende, debe preocuparme con quién se junta y su reputación, en especial porque tenemos una relación importante con el alfa Bastian que debemos cuidar. No echará a la basura eso por un cualquiera.Ayayay...¿Escuché bien? L
LaurelNo le respondí a Liadrek porque no sabía qué decirle. Estaba cansada de rechazarlo de forma evasiva y sutil, pero tampoco quería darle esperanzas.Temía hacerle daño o que nuestra relación se fuera a la borda si no funcionábamos como pareja. Quizás estaba siendo egoísta, pero Liadrek era demasiado importante para mí como para perderlo. Aun así, sabía que debía definir lo nuestro y tomar una decisión.Él me gustaba, ¿a quién no?, pero no estaba segura de que la atracción física fuera suficiente para sostenernos como pareja. Se merecía más.Como la gran cobarde que era, me quedé en silencio por un largo rato, lo que llevó a que la tensión se instalara entre nosotros mientras George nos transportaba directo a Luna Roja.Tras varios minutos así, decidí romper el incómodo mutismo para resaltar algo que me había dejado preocupada.—Vi tus ojos cambiar hoy. ¿Me puedes explicar qué fue eso? —le pregunté, siendo muy directa.Él se removió, incómodo.—Digamos que su "amigo" saca lo peor
LaurelLlegamos a la casa principal de Bastian, donde vivía con su familia. Antes, ellos solo venían a quedarse por varios días, pero dado que los cachorros necesitaban más espacio, decidieron mudarse acá permanentemente y usar la cabaña como retiro y ocio.Fuimos recibidos por los sirvientes y dirigidos hacia un jardín hermoso y privado, donde nos sirvieron té. Por lo menos la temperatura estaba fresca, y los árboles nos brindaban esa frescura que hacía que la experiencia con la bebida caliente fuera agradable.El aroma del té se mezcló con el perfume de las tantas flores que había en el jardín, que estaba segura era obra de Zebela, agudizando mis sentidos y relajándome de todo el estrés que venía cargando desde el encuentro con Draevor.Minutos más tarde, Bastian y Zebela se nos unieron junto a los cachorros, quienes correteaban detrás de ellos.Tan lindos...Observé al pequeño Zebastiel, con sus ojos azules y su cabello rojizo como su padre. Su mirada inocente e inquisitiva me busc