LiadrekA regañadientes, obedecí la orden de mi alfa y me dirigí hacia donde Din daba instrucciones. Al parecer, lucía más serio que de costumbre, porque ellos me trataban con cautela.Y sí, lo estaba. Ardía en furia y decepción conmigo mismo. ¿Hasta cuándo me arrastraría por el amor a esa mujer terca e impenetrable?Estaba cansado.—Yo iré contigo, Din. Orden de nuestra alfa —dije al fin, captando la atención de todos.Él asintió, satisfecho, pues le gustaba involucrarme en sus tareas.—Iremos hacia el norte —informó él, pero lo contradije tras una minuciosa vista al reporte.—Según estos datos, hay suficientes hombres como para que se dividan. No sé qué fulgores buscan, pero necesitamos ser más rápidos que ellos. Creo que debemos dividirnos en los bosques Reed —opiné.—Tienes razón. Una vez lleguemos al lugar desértico, nos dividiremos —secundó Din y empezó a dar nuevas instrucciones.Yo me mantuve en silencio todo ese tiempo, sumido en los recuerdos. ¡Por los Guías y Woses! Estuve
Laurel Una brisa traviesa se paseó por las hojas de los árboles y me levantó los rizos que caían alrededor de mi cara. Esa frescura fugaz contrastaba con el calor del momento tenso.Miré a Liadrek, quien confrontó a Draevor y, en el acto, me regañó a mí.¡Insolente! ¿Quién se creía que era?—Beta, que no se te olvide que te estás dirigiendo a tu alfa —le recordé, aguantando las ganas de darle un escarmiento.Su mirada desafiante me confrontó al fin, pero fue tan intensa que me hizo titubear. Liadrek era del tipo de personas que, con una simple mirada, podía intimidar hasta al más fuerte.—Exactamente, Alfa, soy su beta. Como tal, mi trabajo es cuidar los intereses de Luz y los suyos —respondió, impasible, pero con ese destello de molestia que me tenía nerviosa—. Por ende, debe preocuparme con quién se junta y su reputación, en especial porque tenemos una relación importante con el alfa Bastian que debemos cuidar. No echará a la basura eso por un cualquiera.Ayayay...¿Escuché bien? L
LaurelNo le respondí a Liadrek porque no sabía qué decirle. Estaba cansada de rechazarlo de forma evasiva y sutil, pero tampoco quería darle esperanzas.Temía hacerle daño o que nuestra relación se fuera a la borda si no funcionábamos como pareja. Quizás estaba siendo egoísta, pero Liadrek era demasiado importante para mí como para perderlo. Aun así, sabía que debía definir lo nuestro y tomar una decisión.Él me gustaba, ¿a quién no?, pero no estaba segura de que la atracción física fuera suficiente para sostenernos como pareja. Se merecía más.Como la gran cobarde que era, me quedé en silencio por un largo rato, lo que llevó a que la tensión se instalara entre nosotros mientras George nos transportaba directo a Luna Roja.Tras varios minutos así, decidí romper el incómodo mutismo para resaltar algo que me había dejado preocupada.—Vi tus ojos cambiar hoy. ¿Me puedes explicar qué fue eso? —le pregunté, siendo muy directa.Él se removió, incómodo.—Digamos que su "amigo" saca lo peor
LaurelLlegamos a la casa principal de Bastian, donde vivía con su familia. Antes, ellos solo venían a quedarse por varios días, pero dado que los cachorros necesitaban más espacio, decidieron mudarse acá permanentemente y usar la cabaña como retiro y ocio.Fuimos recibidos por los sirvientes y dirigidos hacia un jardín hermoso y privado, donde nos sirvieron té. Por lo menos la temperatura estaba fresca, y los árboles nos brindaban esa frescura que hacía que la experiencia con la bebida caliente fuera agradable.El aroma del té se mezcló con el perfume de las tantas flores que había en el jardín, que estaba segura era obra de Zebela, agudizando mis sentidos y relajándome de todo el estrés que venía cargando desde el encuentro con Draevor.Minutos más tarde, Bastian y Zebela se nos unieron junto a los cachorros, quienes correteaban detrás de ellos.Tan lindos...Observé al pequeño Zebastiel, con sus ojos azules y su cabello rojizo como su padre. Su mirada inocente e inquisitiva me busc
LaurelMi frase final hizo que Bastian frunciera el ceño y cambiara su expresión de humor a una intrigada y un poco preocupada, pues pudo leer en mis ojos que algo no andaba bien.Yo traté de recomponerme y disimular lo mucho que su broma de mal gusto me afectó para contarle lo sucedido. No sabía si debía mencionar a Draevor o simplemente omitirlo.Miré a los cachorros corretear y jugar alrededor del jardín, y me sentí mal por venir a traer malas noticias. Cómo desearía no tener que preocuparlos con este asunto, que nada de esto fuera lo que Liadrek y yo sospechábamos. Quería que ellos siguieran disfrutando de su felicidad sin nada que empañara esa paz de la que gozaban, pero era mi deber advertirles.Ayayay...Tomé una larga inspiración y me puse seria, lista para hablar con ellos acerca de los enemigos que nos acechaban.—Hay cosas que tú y Zebela desconocen. Eventos, personas y tragedias del pasado —empecé, buscando resumir lo más que podía—. Los guías somos una especie que se ha m
Liadrek—Eres doblemente bendecido, pero debemos ocultarlo o los cazadores vendrán por ti, cachorro mío —dijo mi madre y me abrazó.Asentí, confundido, pero, como el niño obediente que era, seguí sus instrucciones.Me vi en otro lugar, ya mayor, pues había tenido mi primera transformación y encontrado a mi mate. Ella era tan hermosa y dulce...—¡Nos atacan! —escuché los gritos, el chillido de espadas y el ruido de la destrucción.De inmediato corrí en dirección a casa para salvar a mi madre del peligro; sin embargo, ella yacía en el suelo, manchada con su propia sangre.—¡Mamá! —grité, fuera de mis cabales. El dolor era asfixiante y el miedo me tenía temblando. Temía perderla para siempre.Me tiré de rodillas ante ella, dispuesto a cargarla y llevarla a un lugar seguro, pero ella negó con esa calma que me puso los vellos de punta.—N-no... —balbuceó con dificultad—. No... no te seré una carga... Vete...—¡No te dejaré aquí! —negué, eufórico, mientras mi rostro se llenaba de lágrimas—.
LaurelLa noche se sentía pesada y tortuosa, callada, y con los recuerdos más vívidos que nunca. Me era imposible conciliar el sueño, aunque descansar era lo que más necesitaba tras el día tan difícil que tuve.¡Ay, estaba mortificada por toda la situación! No podía dejar de pensar en Draevor, Bastian y su familia, Liadrek, y todo el asunto de los cazadores, mientras daba vueltas en la cama.Cuando por fin me quedé dormida, me vi en el pasado, apenas unos años después de haber sido rechazada por mi mate y traicionada por mi familia.Allí estaba yo, a la distancia, observando su felicidad sin mí, como si yo no existiera, como si no hubiera significado nada en sus vidas.Ellos me habían olvidado y llevaban una vida llena de felicidad en la que yo no tenía cabida, mientras que yo solo era una vagabunda, una loba solitaria que buscaba su significado en el mundo.Era tan doloroso.—¿Todo bien? —La voz de Draevor me sorprendió. Entonces dejé de observar a mi hermana, quien lavaba en el río
Laurel Ay...¿Qué era esto? Me sentía embriagada, en un trance excitante que me controlaba. Mi cuerpo perdió las fuerzas y mi mente el raciocinio; solo era yo, en un estado vulnerable, deseando que Liadrek me tomara.Los sonidos de nuestras bocas daban a entender nuestra hambre e inhibición, porque nos estábamos comiendo a puros besos, como si hubiéramos esperado demasiado para esto y nuestra hambre hubiera estallado cual volcán en erupción.Ayayay...Este niño era puro fuego... ¡Quién lo viera tan serio, y era todo un pillo apasionado!—Liadrek... —traté de decir algo para detener esta locura, pero sus labios me callaron. Se sintió tan rico y placentero que le seguí el juego y se me olvidó lo que iba a decir.Pero qué delicioso era esto. ¿Me había perdido de algo tan bueno todo este tiempo? ¿Por qué, con Liadrek, un beso era más intenso que el coito con esos hombres? Era una locura.Pude sentir su respiración entrecortada, su hambre y su desesperación por avanzar a algo más. Su cuer