ZebelaComo era de esperarse, las entradas estaban tan aseguradas como la carretera que conectaba la zona sur con el resto.—Los gammas que se quedaron a varios metros de distancia de la carretera, que está resguardada por los guardias de Draevor, están esperando mi orden para atacar —informó Bastian, con el aparato comunicador en mano.—¿Hay guerreros de Luna Roja en el área? —preguntó Laurel.—Han identificado a algunos del otro lado de la entrada principal, en la zona sur —respondió—. Ellos atacarán a sus colegas si no reciben mi carta firmada, pues, a falta de un alfa, deben someterse al que esté, a pesar de no estar de acuerdo.—Bueno, eso lo entiendo... —masculló Laurel con obviedad—. Lo importante es que puedan hacer llegar la carta firmada.—¿Por qué no usas tecnología para enviar un mensaje masivo de que estás vivo? —pregunté, confundida.Bastian suspiró.—Lo intenté, pero al parecer Draevor cortó la comunicación de los miembros de la manada, incluyendo las instituciones. Ese
BastianDespués de consumir con fuego a un grupo de guerreros rebeldes, avancé en dirección a la oficina principal de la manada para limpiarla de los intrusos. Luego iría a mi casa a terminar con el resto y a buscar a Draevor.No estaba seguro de qué haría con él. ¿Mataría a mi propio padre? ¿Lo encerraría de por vida? ¿O haría lo mismo que una década atrás?Quizás el exilio fuera lo más lógico, pero ¿cuántas veces tendría que hacerlo? Él sería una espina constante en el zapato, una pesadilla eterna que no me dejaría en paz.Varios de mis guerreros vinieron a mí con un informe que me erizó los vellos.—Encontramos los restos de Janor en una pequeña posada —informó uno de ellos—. Alguien lo destripó. Al parecer, tiene varios días porque ya empezó a descomponerse. El lugar está abandonado y hay otros cadáveres allí.Me quedé pasmado ante la noticia. Janor estaba muerto, y había sido asesinado de una forma tan cruel. ¿Quién lo había hecho? ¿Cuáles serían sus motivos?—Ese fue su pago por
Bastian Su rostro tomó una palidez que me confundió, como si en su mente se estuviera formando la imagen verdadera de lo que sucedió. Tembló, luego me miró turbado y desorientado.—¿Por qué aseguras algo así? ¿Qué pruebas tienes? Yo estuve ahí cuando las llamas consumieron a mi mate y no pude hacer nada para salvarla. Esa imagen, sus gritos pidiéndome ayuda, su cuerpo carbonizándose, su mirada de desconsuelo y su sufrimiento me han perseguido por todos estos años. ¡¡Y me dices que fue un asesinato provocado!!Él miró a sus guerreros con una furia que ya conocía bien, porque era la misma que lo incitaba a herirme.—¡¡Tráiganme a Melika!! ¡¡Ya!!Varios de sus guerreros accedieron a su petición, tomando el camino que los dirigiría a mi casa.Esa maldita estaba en mi hogar. Se atrevió a profanar mi casa con su asquerosa presencia.Miré a Laurel, quien luchaba contra las lágrimas y vino hacia nosotros.Busqué a Zebela por instinto, y allí estaba ella, a una distancia prudente, observando
ZebelaTraté de darle mi apoyo emocional a Bastian, de hacerle saber que estaba con él. Podía ver su tristeza reflejada en su rostro, su confusión y su enojo.Me dolía tanto saber que pasó por todo eso, que siempre estuvo solo. Recordé los primeros días junto a él, sus pesadillas y su malestar. Ahora todo cobraba sentido. Eran sus traumas los que lo torturaban en la noche, todo el dolor contenido que estallaba cuando no llevaba su armadura de indiferencia y poder. Cuando era solo Bastian.Ahora entendía sus palabras, la advertencia de que era peligroso y malvado.Mi pobre mate sufrió tanto que mi dolor no podría compararse al suyo. Al menos yo tuve padres amorosos que murieron tratando de protegerme. Ellos me demostraron su amor hasta el final.Mi niñez y adolescencia estuvieron colmadas de felicidad, hasta que lo perdí todo.Pero Bastian... Él nunca fue feliz.Sentí las gotas calientes deslizarse por mis mejillas y comprendí que estaba llorando. ¡Benditas hormonas del embarazo!Basti
ZebelaEl regreso a casa lo hicimos a caballo, con un gran grupo de gente celebrando tras nosotros. La música improvisada empezó a llenar las calles, con instrumentos típicos que los miembros tocaban mientras nos ovacionaban.Todos estaban felices. Tras vivir dos semanas infernales bajo el dominio de Draevor, la tristeza por la supuesta muerte de su alfa, la incertidumbre y el terror de un futuro bajo una tiranía cruel, su alegría era comprensible.—¡Vivan nuestro alfa y luna! —vociferaban entre gritos jubilosos y bailes.Por las calles por las que pasábamos nos lanzaban flores recién arrancadas, nos daban regalos y nos bendecían con palabras de buenos deseos.Pronto dejamos atrás las calles concurridas y nos sumergimos en la carretera de hermosos paisajes naturales. En cada metro encontrábamos un grupo de guerreros vigilando, pues todavía quedaban algunos salvajes en los alrededores.La familiaridad, los bellos recuerdos y la sensación de estoy en casa me embargaron el pecho cuando vi
LaurelSoy Laurel, una loba guía que nació en una región remota, rodeada de montañas, bosques y ríos. Nuestra manada era parecida a las tribus antiguas de los humanos, con casas de choza, ropas coloridas y sin tecnología.Bueno, tampoco los humanos contaban con mucha tecnología en ese tiempo.Y sí, sé que ellos existen y también conozco el camino para llegar a ellos. Es un secreto que la mayoría de los lobos guías compartimos.Mi historia se remonta a ciento cuarenta años atrás, cuando nací con un don especial, aunque nadie en mi manada lo sabía. Tuve que descubrirlo por mi cuenta a los cinco años. Estaba tan asustada que no dije nada y me encerré por varios días.Los años pasaron, y tuve acceso a libros de otras manadas, donde los lobos Woses eran más un mito que una realidad. Sin embargo, esos libros me ayudaron a entender su naturaleza.A los trece años me enamoré por primera vez. Él era un lobo de otra manada, de las que habitaban sobre las montañas.Draevor, de la manada Vik. Tod
LaurelLos retumbes de tambores se escuchaban en cada rincón de la manada, anunciando el festejo. Hoy celebraba mi cumpleaños número dieciocho junto a otros lobos que nacieron el mismo día que yo, unos dos más, si no me equivocaba.Ay, estaba tan nerviosa.No había comido nada en todo el día porque me desperté con el estómago revuelto, pero, ya al anochecer, me entró una ansiedad que se reflejó en un hambre atroz. Por tal razón, me pasaba por donde fuera que había comida. Mi plato lleno quedaba vacío en cuestión de minutos, pero no me sentía satisfecha.—¡Basta! —me detuvo Ele, mi hermana menor por un año, y me quitó el plato de la mano.Suspiré, rendida, y la miré con una angustia que la hizo sonreír. Ella, tan madura y hermosa... Sin duda alguna, Ele era la indicada para liderar la manada en el futuro, pero, al no ser la primogénita, yo tenía que cargar con esa responsabilidad.Pese a que yo era la mayor, ella parecía la primogénita por su temple, su amabilidad maternal, su estatura
LaurelLos latidos de mi corazón se manifestaban vibrantes en mi pecho, haciéndome sentir atrapada en su danza vehemente.Incluso se me olvidó cómo respirar. Mis manos peludas temblaban, a la espera de que surgiera la chispa, pero nada sucedió.No hubo olor especial, ni esa corriente que se suponía debía sentirse en la piel, ni un reconocimiento de que, frente a mí, estuviera mi mate.Nada...Draevor y yo no estábamos destinados.Ambos suspiramos al unísono, con marcada decepción, pero estábamos demasiado avergonzados como para enfrentar nuestra desilusión, porque eso significaría admitir que teníamos sentimientos el uno por el otro. Así que no dijimos nada.Asentimos con resignación y nos dimos la espalda. Acto seguido, cada cual caminó de regreso a su manada.Mientras me alejaba de él, las lágrimas mojaban mi rostro. No solo estaba el hecho de que mi amor por él nunca daría fruto, sino que también tendría que conformarme con el destino que mis padres habían escogido para mí.Por un