Mi mujer salió de la parroquia y me regaló esa bella sonrisa. Debía disculparme por haber sido tan energúmeno y contestarle a ella de esa manera tan seca. No tenía por qué enojarme si ese tipo fue algo de ella en el pasado, fue su pasado, no debía afectarme. Pero si iba a preguntarle cuando estemos en la casa, quién era ese hombre y que tan importante fue en su vida, ahora teníamos una cena con mis padres.—Hola, amor.Besó mis labios y no la deje ir, alargué esa deliciosa sensación, Patricia besaba increíble.—Estás preciosa, Diosa. Vamos, mis padres nos esperan para cenar.—Que bien, ¿vamos a contarle de María Paula?—Aún no, cuando nos la entreguen, que será máximo en dos semanas.—Ya no veo la hora de tenerla en mis brazos.—Me imagino que hablabas de nuestra futura hija con el padre Castro. —afirmó.—Hay que bautizarla.—Me lo imaginé. Como quieras Diosa.Llegamos a uno de los restaurantes de nuestra cadena, mis padres nos estaban esperando en la zona de reservados. Ellos adoraba
José Eduardo me miraba, analiza mis expresiones. «Dios ayúdame», ¡mal nacido hijo de mierda de Rodrigo!—Fue un mal novio.—Lo supuse, sé que tuviste tus novios amor, pero este tipo realizó ese comentario como si él fuera la gran cosa.—Fue un pésimo novio, lo dejé cuando intentó ponerme la mano.Eso no fue mentira, él intentó ponerme la mano cuando renuncié a la agencia. Fue hace muchos años.—Ese tipo, ¿casi te pega?, si lo vuelvo a ver en uno de los restaurantes, te juro que lo saco a patadas, Diosa. —Todo me temblaba, me paralicé ante la idea de confesar la verdad—. Ven aquí amor, no te pongas roja, soy celoso, pero no de alguien que es historia. Ven, quiero abrazarte.—¿Solo eso?—Nooo, —dijo con picardía—. Sabes que no.Le sonreí. Fue la primera vez que mi mente estaba a mil kilómetros de los brazos de mi esposo, Rodrigo acaba de amenazarme a través de él, me dio a entender que no estaba jugando. Ahora ¿qué quería de mí? Y si vuelvo a darle dinero sería su cajero automático y na
Le puse cita a Julio en el restaurante más cerca a nuestra casa, para que no se demore, más tarde pasar a recoger a Patricia quien quedó en la casa esperándome. La sensación de que podamos ser padres… eso me tienen contento, hasta feliz deseo que sea mañana para saber si seremos padres o no. —Le estreché la mano al investigador, ya solo quería que me dijera lo que le ocurre a mi mujer, para saber qué le pasaba y así poder ayudarla. No creo que sea algo grave.—Don José Eduardo.—Julio. —En ese momento llegó un mensaje a mi celular«¿Crees que tu mujer se encuentra en tu casa? Apenas saliste, vino a mí, ella siempre viene a mí, gracias por decirle que Rodrigo Cifuentes estaba en Bogotá». —Un calor recorrió todo mi cuerpo.«Estamos en el hotel a tres cuadras de tu casa, ven y compruébalo».—Don José Eduardo, ¿le pasa algo?—Debemos reunirnos mañana, debo irme. —Me levanté de la silla.—Tome, es el informe, por favor léalo hasta el final.—Gracias.Tomé el informe y como loco conduje has
Me mantuve alejada de todos y nada que llegaba o me contestaba José Eduardo. David llegó hace unos diez minutos y se fue a hablar con César, yo seguía insistiendo en marcarle a mi marido, los nervios estaban a punto de jugarme una mala pasada. Volví a marcarle, la esperanza era lo último en perderse, pero se va a buzón. Seguía con el celular apagado.—¡Patricia! —me llamó Alejo—. ¿Dónde está el primo? Le marco y no me contesta,Los nervios en ese instante se apoderaron de mí, caminé hasta donde ellos cuando mi esposo llegó como un torbellino lleno de ira, decepción y tomado. Estaba tomado. Los ojos se me humedecieron, era evidente que mi matrimonio iniciaba su descenso. —¡CONFIÉZALO!Todos nos encontrábamos en la sala, adultos y niños, en plena sesión de fotos con la increíble decoración del cumpleaños. Por un momento todo se movía en cámara lenta, José Eduardo me miraba con asco, César de manera rápida se interpuso entre él y yo. Y David quedó muy cerca. Alejo se fue acercando.» ¡
Mi padre condujo mi carro, se llenaron de miedo al verme tan alterado, y no los culpo, mi hermano murió por un arranque de enojo y se estrelló al perder el control por la velocidad perdiendo la vida al instante. Por eso, ante el recuerdo de mi hermano, papá me quitó las llaves y mi madre nos seguía.Cuando abrí ese informe y supe la gran farsa de esposa que he tenido, fui por la caja de vino que me había pedido Alejo y le iba a entregar hoy. Me bebi la mitad, no estaba borracho, fue muy consciente de todo lo que le dije y me da ira el no poder decirle lo que era. Una bandida… Por más que trato de pensar en si me merecía tal traición, no encuentro una falla de mi parte, no era el hombre perfecto, pero sí la respeté hasta con el pensamiento.No era partidario de hacer este tipo de escándalos, pero ¡me vio la cara de idiota! Como un marica, las lágrimas salieron de mis ojos en el asiento del copiloto, un tipo de treinta y un años, llorando por una vieja, eso era estar muy jodido. ¿Con cu
Los paramédicos llegaron y terminaron de estabilizar a mi padre, todo pasaba de manera tan rápida. Primaba la salud de papá, no me perdonaría en la vida si muere por mi culpa. En este momento no me quedaba nada más que aferrarme a esa fuerza invisible que hacía magia en el alma y entregarle una vez más mis cargas al ser que todo lo podía. «Jesús, en ti confió». Tú que conocías mis miedos y sabías lo que a diario te imploraba, no me abandones. —Mis manos temblaban, mi madre se fue con papá dentro de la ambulancia, mientras César y Maju salieron detrás de ella.Solo escuché cuando mi hermana le gritaba a Virginia, a Blanca y a Fernanda que cuidaran de sus hijos. No me nombró a mí. Mi prima Socorro también salió detrás de ellos con su familia, y los papás de César hicieron lo mismo. Yo seguía en el mismo lugar, la gente pasaba por mi lado, era como si de la nada me volví invisible.Un par de manos me hicieron mirar abajo, una mano fue tomada por Julián y la otra por Samuel, mis sobrinos
Mientras David me llevaba a la clínica, mi mente se regresó a esos días como prepago. Rodrigo había escogido a un selecto grupo de chicas entre las que estaba yo para ir por un fin de semana a estar con unos comandantes guerrilleros, tremenda sorpresa la mía cuando al llegar mis ojos se cruzaron con los de David. Nos miramos y él me reconoció al instante, no esperó a que nadie hablara cuando se levantó de su mesa de comandantes y dijo que estaba muy necesitado, por eso se iba todo el fin de semana con una de nosotras. Llegó a nuestro lado, me tomó de la mano, los hombres silbaron y mientras él les sacaba el dedo del medio para hacerles pistolas me condujo hasta un lugar apartado, eran cabañas.—David…—Ahora no. Espera que estemos en la cabaña. —Al ingresar puso pasador, cerró todas las ventanas y encendió un interruptor—. Ahora nadie nos escuchará. ¡Siéntate!Estaba muy asustada, él podría decirles a mis padres, hermana o a mi cuñado, después de todo había sido uno de sus mejores ami
Me senté en la cama de la habitación que fue mía en mi soltería. ¡No pude dormir un carajo!, a mí no podía mentirme, extrañé tanto su cuerpo pegado al mío. Algunas veces nos habíamos separado por mis viajes o en los de ella… ahora dudo lo que hacía. Intenté dormir desnudo, pero el frío no me dejó, a medianoche me tocó buscar un pantalón cómodo y camiseta.Ingresé al baño y por una fracción de segundo esperé a que ella ingresara a bañarse conmigo, como un cacorro de mí salió un jadeo el cual controlé, no tenía por qué llorar, ingresé a la ducha, debía trabajar, así no pensaré en mis problemas personales. Al bajar al comedor mi madre se tomaba el café, papá debía de estar trotando.—Buenos días, hijo.—Buenos días, mamá.—¿Quieres desayunar?—¿Debo hacerlo?—Aja. Perdóname, tú pediste que no te habláramos del tema, pero soy tu mamá y necesito decirte algo muy importante, siéntate.—Mamá…—No creo que Patricia te haya sido infiel y la razón es porque ella te adora, ve por tus ojos, eso n