Capítulo 92

Mi escapada en la hacienda había durado un mes entero, quería quedarme todavía más días, pero debía regresar, primero a la casa de mi padre, porque había solicitado mi presencia y luego a Verona, por la consulta con mi doctora. Mi vientre era más notable y había decidido que era hora de confesárselo a mi familia. No podía seguir posponiendo lo inevitable.

Tenía que ser valiente, seguir adelante y no encerrarme a mí misma en una burbuja inestable.

Mientras manejaba, practiqué los ejercicios de respiración que me había enseñado una instructora de yoga en mi viaje por lugares recónditos del mundo.

Parecía tan fácil dejar tu mente en blanco, pero mientras respiraba seguía pensando y aunque sabía que estaba haciendo mal el ejercicio, no podía detenerme. Tenía miedo, había una lista en mi cabeza

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