Capítulo 97

Sabía dónde estaba. Lo sabía.

—Sigue malditamente conduciendo, Ophel —una risa histérica se escapó de mi boca. Una maldita carcajada—. Dios mío, voy a matarlo. Lo mataré —decidí.

Si estaba donde creía, iba a matarlo, por hacerme esto.

Nadie sabía de esa propiedad, lo que tendría sentido si Beatriz no miró ahí. Era mía. Estaba a mi nombre. Nunca la vendí porque quería que se cayera a pedazos como mi corazón.

La casa que había comprado para nosotros.

Yo le había tirado la llave cuando…él se casó.

Marcó el número de su despreciable hermana.

—Verona, escucha…—contesta.

—Creo saber dónde está. Voy en camino —interrumpí—. Te informaré si lo encuentro.

Colgué.

N

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