Estaba en la sala de espera sola, claro que era mi culpa, no le había pedido a nadie que me acompañara porque Tomas me dijo que vendría, sin embargo no había llegado aún. Desde que había regresado a Verona mi familia me cayó encima, no me molesté demasiado por lo que ellos sentían al respecto, eran mis decisiones, era mi vida. Por fortuna, esta vez solo me escucharon, no reclamaron, no juzgaron, solo me escucharon y me dejaron en paz.
Marco y papá me pidieron disculpas, estaban avergonzados por haberme dejado sola y dolidos por no haber sabido de mí en mucho tiempo. Prometieron que estarían al pendiente de mí y que me amaban, que siempre lo harían.
Cuando les presenté a mi bebé en las ecografías, ambos tuvieron lágrimas en los ojos.
Me sentía menos abandonada ahora…
Aunque Tomas seguía siendo innombrable para e
Había cometido muchos errores.De eso se trataba, ¿no?Cometíamos errores y aprendíamos de ellos. O al menos esa era la teoría. A veces era más que eso, no tan sencillo. Hacía mucho tiempo había descubierto que las cosas eran mucho más que solo blanco y negro, seguía creyéndolo.Era más fácil creer que para llegar a un sitio, solo había que seguir un camino, una línea recta que no se perdía y se mantenía firme hasta el final.La vida no era como ese.¿Qué pasaba con todo los tropiezos del camino? ¿Qué pasaba con las piedras? ¿Con los baches? Las personas que te señalaban lo olvidan, porque solo veían un punto de partida y de llegada, no más. «Nadie sabe cómo duele, cómo ama, cómo late. Y nada podrá nunca contra esa verdad&raq
Voutere seguía teniendo esa chispa que siempre me había encantado, no sabía explicarlo, tal vez era el simple hecho de que era una ciudad hermosa. Llevaba un par de meses aquí, por trabajo, solo había regresado a Italia para mis consultas y para encontrarme con Tomas. Él estaba mejor, mucho mejor con cada día que pasaba, esperaba que con mi regreso a Italia pudiera verlo más.Lo último que quedaba en mi agenda era el evento para plantar árboles en el parque central mañana. Estaba emocionada y eléctrica, porque sabía que muchos medios de comunicación estarían allí para acribillarme de preguntas sobre mi embarazo, como si eso fuera más importante que el planeta donde vivíamos.Yo no quería que mi hija naciera para ver a este mundo extinguirse.—A partir de la semana que viene comenzaremos a viajar, tenemos planeada varias c
Temprano en la mañana, seguía sin saber nada de Tomas. Tuve que marchame al evento para plantar árboles con el corazón en la garganta. Los medios tuvieron mucho que decir al respecto, pero me los quité de encima diciéndoles: —Deberían preguntarse a sí mismos por qué una mujer embarazada está plantando árboles y ustedes no. Intentan conseguir una absurda exclusiva, mientras que nosotros intentamos ayudar a nuestro planeta. Están acabando con todo y no se dan cuenta, porque prefieren señalar con sus cámaras mi vientre en lugar de los bosques que se están quemando.Eso sin dudas me había hecho ganar varios titulares.No me sentía satisfecha.Nada me hacía sentir bien.Necesitaba saber de Tomas.Tuve que dejar el evento antes de que acabara, quería llegar a la casa y volver a r
Me estaba riendo a carcajadas, Marco había grabado a mi padre hablando con uno de sus socios y diciéndole casualmente que iba a tener una nieta. Iba a acusarlo cuando lo viera.El video se vio interrumpido por una llamada entrante.—Hola, ¿por qué no me habías llamado? —inquirí.—Pensé que estaba acosándote demasiado, no quería que pensaras que estaba sobre ti todo el tiempo —confesó Tomas.—No estás sobre mí todo el tiempo, Tomas —me reí—. Eso quisieras —bromeé a la ligera.Cerré mis ojos arrepentida, iba a decirle algo al respecto, pero después de unos segundos de silencio él se rió.—¿Qué estás haciendo? ¿Estás en tu apartamento? —consultó.Miré mis piernas desnudas
Tomas.Siempre había aceptado la soledad. Desde muy pequeño supe que mi vida estaría llena de ella. Algunas veces intenté remediarlo, pero fue inútil, nunca había sido como los demás. Y ellos fueron amables en demostrármelo. Me esforcé mucho por intentar encajar y tuve que salir lastimado más de una vez para darme cuenta de que cada ficha tenía un lugar para encajar, pero parecía que yo no tenía uno dentro del rompecabezas.Cuando era niño fui juzgado por ser diferente, no me gustaba el ruido, me ponía nervioso con los juegos de pelota y no soportaba ensuciarme la ropa. Poco a poco fui apartado de los demás y comencé a refugiarme en el salón para escuchar.«Escucha tu alma».Ella me decía que estaba solo, que era diferente y que a las personas no les gustaba eso.—Hablemos s
Beatriz y Aknes querían hablar conmigo, no me gustaba la idea de que viniera a Italia, por lo que me ofrecí a ir a Klayten, con la idea de visitar a Tomas y revisar el lugar donde se estaba quedando, antes por video llamada me lo había mostrado, pero quería verlo en persona.No estaba segura sobre como saldría esto, pero estaba dispuesta a escucharlas, sobre todo si querían disculparse conmigo y con Tomas. Pero no podía ocultar mis nervios, ni siquiera en el avión, no había podido pegar el ojo en todo el viaje.Para cuando llegué a Klayten estaba agotada y tenía nauseas.Tomas estaba esperándome con una sonrisa.—Hola —saludé antes de abrazarlo.Pude haberme quedado ahí por siempre, en ese abrazo.—¿Te sientes mal?—Estoy muy cansada.—No debiste venir —riñó.Bes&oacut
Estaba llorando de nuevo, dios, mis emociones eran un desastre, se suponía que debía intentar estar bien para mi bebé, pero no podía dejar de llorar. Me acurruqué en las cobijas de Tomas, quise verlo dormir, a veces eso me tranquilizaba, pero él estaba despierto, mirándome con preocupación.—¿Por qué lloras?Solté en aire en un quejido tembloroso.—Tengo miedo —admití.Tomó mi mano entre las suyas y la besó.—Nada malo va a ocurrirte —dijo—. Tampoco a nuestra bebé.—Nunca planeé esto, no estaba preparada para…quedarme aquí —expresé—. Ni siquiera sé si es lo mejor para ti.Nunca había querido presionar a Tomas o ahogarlo con mi presencia, pero ahora estaba obligada. Después de mi alteración de hace unos días, me hab&i
Todo había pasado tan rápido, las contracciones, el miedo, la desesperación de todos. Tomas casi se había desmayado de la angustia al escucharme tener las primeras contracciones, los guardias entraron con las armas desenfundadas pensando que alguien había logrado entrar, pero al verme sus rostros se pusieron pálidos y corrieron fuera de la habitación para avisar a mi familia, quienes habían llegado en espera del parto. Cuando las contracciones volvieron Tomas se puso en marcha repitiéndose todo lo que tenía que hacer, antes había escrito una lista para no olvidar nada, se la memorizó.Con todo ese remolino de emociones, estuvimos listos en cuatro minutos, algo que puso nervioso a Tomas porque según él, teníamos que estar listos a los tres, claro que el bebé tampoco estaba cumpliendo y decidió querer salir antes de la fecha establecida. Para ese día ten