Verona tenía puesto un jersey, un short corto y estaba descalza sobre uno de los taburetes. Codeaba a Ophel a su lado y le mostraba sus cartas, en voz baja y acercándose a su oído él le decía que jugada era la que tenía ella.
«De cualquier forma, las chicas que conozco siempre engañan a sus novios o esposos con alguien del personal o algún familiar del sujeto…Alguien joven».
Sacudí el pensamiento de mi cabeza.
—Buenas noches —dije entrando a la cocina.
Fui hasta el refrigerador para tomar un vaso de agua.
Verona asomó su cabeza por un costado del cuerpo de Ophel.
—Hola, cielo.
Tomé toda el agua y la sentí como tierra en mi garganta, salí de allí antes de que pudiera preguntarme otra cosa.
Necesitaba darme un baño, quitarme los restos de esta pésima noche. Quería aco
Tomas.Parpadeé hacia la puerta cerrada.«A donde no te moleste más». Entonces no iría tan lejos, ¿cierto? Ella no me dejaría… ¿verdad?La venenosa voz de mi interior dice que sí, que ella estaría contenta con deshacerse de mí. Era joven, preciosa y no necesitaba a un hombre como yo para amargar sus días.Me puse de pie.Pero era mi esposa…y no me molestaba, la amaba y la necesitaba. Todo el tiempo. Si ella decidía dejarme entonces iba a encontrarme rogándole para que no lo hiciera. La sola idea de Verona yéndose de mi lado me revolvía el estómago.Era mi vida. En el momento en el que me había enamorado de ella estuvo en sus manos. Verona no tenía que celarme, aunque me provocara una sensación agradable, yo era de ella, completamente. Para mí no tenía s
Estaba en casa.Me sorprendí por el pensamiento.“Casa”. Todavía me costaba pensar en la gran mansión Galger como mi casa, pero junto a Tomas, estaba en casa. Meneaba los dedos de mis pies sobre su regazo, le enseñaba la bonita pedicura que me había hecho hoy y él me acariciaba los pies con cariño. Veíamos uno de los documentales que tanto le gustaban, era sobre la vida en la Alaska.Me sentía cómoda y feliz, pero no podía dejar de revivir mi amargo encuentro con Beatriz y Aknes en el salón de belleza. Ellas me habían ignorado totalmente, pero soltaron comentarios intencionados sobre sus reuniones con Tomas. Con poca satisfacción sabía que Tomas estaba obligado a continuar reuniéndose con Aknes, ella el puente, un as que no podía dejar ir así como así, por más que yo quisiera.De todas formas sus comentari
Nunca había estado en las empresas Galger después del crepúsculo. Tenía un tono diferente y demasiado frío para mi gusto, pero había mucha gente todavía, trabajadores que se sorprendieron al vernos a Tomas y a mí entrar sin preámbulos.Su oficina estaba oscura y cerrada, cuando entramos Tomas se lanzó hacia su escritorio y escarbó entre un montón de papeles hasta que sacó uno par y suspiró.—Aquí están —celebró—. Qué bueno, podemos irnos rápido.—¡Sí! —canturrié en voz baja haciéndolo sonreír.Busqué su mano para poder retirarnos, pero solo dimos dos pasos cuando la puerta fue abierta.Me quedé inmóvil cuando vi entrar a Aknes y a Beatriz.—Tomas —su hermana tenía el ceño fruncido. Y…se ve
¿Dónde estaba ella?Cuando fui libre de mi miedo y ansiedad, pude reconocer mi entorno y a las personas que me rodeaban, recordaba haber estado en la empresa, bajando por las escaleras, el pánico y la claustrofobia me hicieron añicos.Recordaba a Verona sosteniendo mi mano.Pero ella no era quien estaba junto a mí.La radio de Ryan estaba sonando, un chico, el nuevo, estaba jadeando, balbuceaba cosas sobre un accidente.—El auto está destrozado y está sangrando…Cuando mis ojos conectaron con los de Denser por el espejo retrovisor, supe de lo que se trataba.—Verona —respiré.Exploté y vociferé órdenes, por alguna razón continué buscándola a mi lado, aunque sabía que ella no estaba conmigo. Eso se sintió como si mi alma dejara mi cuerpo.Quería vomitar.Tení
Tomas. La familia de Verona venía en camino, Beatriz me lo había informado ya. No me sorprendió que su padre dejara todo para venir a verla, era su princesa, su niña. Por lo que sabía también llegarían otro buen grupo de familiares y amigos. Me producía ansiedad, ¿Cómo iba a decirles? ¿Qué iban a pensar de mí cuando la vieran lastimada y a mí intacto?Verona definitivamente era una mujer que yo no merecía, cuando ella era valiente y salvaba vidas, yo era un cobarde que solo quería ocultarse. Ryan me había dicho que mi esposa hizo algo para ayudar a Ophel, algo que no comprendí muy bien, pero que le había dado unos minutos más de vida hasta que llegó la ambulancia. Estaba casado con una diosa, una reina. Y yo era patético.No podía dejar de verla, estaba lastimada e inconsciente, pero es
Tomas.La clínica y el mundo entero parecieron estremecerse ante la llegada de Frederick y Marco Robinson. De forma inmediata exigieron ver a Verona y su propio equipo de seguridad acosó al mío para que los informaran acerca de todo lo que había sucedido.Todo el piso se llenó con el bullicio que provocaban los familiares y amigos de Verona, me preocupé por que fueran a echarnos, bueno, al menos no a mí, pero a ellos, sin embargo, el señor Robinson se hizo cargo de la situación transfiriendo un soborno a la clínica para que los dejaran en paz.Mi suegro me interrogó, una y otra vez, esperando obtener más detalles. No escondió por un momento su enfurecimiento al saber que había dejado sola a su hija en medio de una situación como esa.Sus comentarios no eran delicados, a él no le importaba lo que sus palabras me hacían, o
Tenía una idea de cómo se vería mi cuerpo, no pensé que me afectaría tanto, es decir, no lo hizo al momento, me vi y sentí dolor, eso lo era todo, seguía siendo todo, solo quería que dejara de doler, pero ahora pensaba en las marcas y en los hematomas, pensaba en los daños que serían para siempre. Me sentía una completa idiota superficial por pensar en ello, pero no podía evitarlo, no cuando la mayor parte de mi vida me había dedicado a…lucir bien para las cámaras. Tenía que ver a los otros y recordar que era una tonta afortunada, que todos lo éramos por el simple hecho de estar completos y vivos.Tomas me llevaba en la silla de ruedas a la habitación de Ophel, él…había sido el más afectado, casi había muerto y yo…Eso me habría destruido también.Su habitación era igual a la m&
—Nunca debí permitir que mi hija se quedara contigo —espetó papá.Marco y yo nos miramos mudos, la tensión llenó la habitación, pero Tomas no contestó, se quedó callado hasta que papá y Marco salieron.—Tomas —lo miré.Negó porque la enfermera venía entrando a la habitación. Tuve que esperar durante todo el proceso de curación hasta que ella se fue para hablarle de nuevo.—Tú no manejabas el auto que arremetió contra nosotros —declaré—. Tú no le ordenaste a nadie para que lo hiciera, ¿O sí?Emitió un sonido de horror e incredulidad.—Por supuesto que no —gruñó—, ¿en qué estás pensando?Suspiré.—Entonces quítate la estúpida idea de que esto es tu culpa —re&n