Tomas.
La clínica y el mundo entero parecieron estremecerse ante la llegada de Frederick y Marco Robinson. De forma inmediata exigieron ver a Verona y su propio equipo de seguridad acosó al mío para que los informaran acerca de todo lo que había sucedido.
Todo el piso se llenó con el bullicio que provocaban los familiares y amigos de Verona, me preocupé por que fueran a echarnos, bueno, al menos no a mí, pero a ellos, sin embargo, el señor Robinson se hizo cargo de la situación transfiriendo un soborno a la clínica para que los dejaran en paz.
Mi suegro me interrogó, una y otra vez, esperando obtener más detalles. No escondió por un momento su enfurecimiento al saber que había dejado sola a su hija en medio de una situación como esa.
Sus comentarios no eran delicados, a él no le importaba lo que sus palabras me hacían, o
Tenía una idea de cómo se vería mi cuerpo, no pensé que me afectaría tanto, es decir, no lo hizo al momento, me vi y sentí dolor, eso lo era todo, seguía siendo todo, solo quería que dejara de doler, pero ahora pensaba en las marcas y en los hematomas, pensaba en los daños que serían para siempre. Me sentía una completa idiota superficial por pensar en ello, pero no podía evitarlo, no cuando la mayor parte de mi vida me había dedicado a…lucir bien para las cámaras. Tenía que ver a los otros y recordar que era una tonta afortunada, que todos lo éramos por el simple hecho de estar completos y vivos.Tomas me llevaba en la silla de ruedas a la habitación de Ophel, él…había sido el más afectado, casi había muerto y yo…Eso me habría destruido también.Su habitación era igual a la m&
—Nunca debí permitir que mi hija se quedara contigo —espetó papá.Marco y yo nos miramos mudos, la tensión llenó la habitación, pero Tomas no contestó, se quedó callado hasta que papá y Marco salieron.—Tomas —lo miré.Negó porque la enfermera venía entrando a la habitación. Tuve que esperar durante todo el proceso de curación hasta que ella se fue para hablarle de nuevo.—Tú no manejabas el auto que arremetió contra nosotros —declaré—. Tú no le ordenaste a nadie para que lo hiciera, ¿O sí?Emitió un sonido de horror e incredulidad.—Por supuesto que no —gruñó—, ¿en qué estás pensando?Suspiré.—Entonces quítate la estúpida idea de que esto es tu culpa —re&n
Casi morimos por un conductor ebrio. Cuando Tomas me lo dijo percibí su rabia y algo más. Él dijo que se encargaría del sujeto y a mí no me importó, no quería involucrarme, solo quería sanar.Desde que había salido de la clínica, Tomas estaba…distante, cuidaba de mí, era un devoto total, pero su cercanía no se sentía igual. Era como estar con alguien que estaba a kilómetros cuando estaba a mi lado. Temí haberlo agotado, tanto emocional como físicamente, no quería presionarlo, pero cuando intentaba decirle que yo estaba bien, él se molestaba, no quería que le quitara peso de sus hombros.Ese problema nos estaba poniendo a prueba a los dos, mi paciencia no era infinita y sabía que la de él tampoco, pero no soportaba que no me dejara ayudarlo.Pero me obligué a quedarme quieta, entendía que estuviera
Mi cumpleaños había sido un completo desastre. Las cosas con Tomas no estaban mejorando, sentía que con cada paso que daba el suelo se desmoronaba y que en cualquier momento iba a colapsar. Me sentía atrapada. Quería volver a como estábamos antes, pero él no lo permitía. Sentía que dormía junto a un extraño.Estaba nerviosa e incómoda la mayor parte del tiempo.Eso no estaba bien. Nada estaba bien.Cuando intentaba hablar con él se iba, cuando intentaba persuadirlo con mi toque se alejaba con el cuerpo tenso. Era como…si ya no me quisiera.Creí que si lo traía a la casa que había conseguido para nosotros podríamos hablar o…solo convivir, pero no lo conseguí, me dijo que estaba en una reunión y que no podía encontrarse conmigo.No podía seguir otro mes así.Me dolía.
Rodeó el escritorio y señaló la puerta.—Hablo en serio, Verona. No soporto más esta situación.Había tanto cansancio y dolor en su voz que tuve que ponerme de pie, intenté tocarlo, alcanzarlo. Pero no me dejó.—¿Por qué? —demandé—, ¿Por qué estás haciendo esto?Sabía que no era la única sufriendo con esto, lo que no entendía era por qué lo estaba provocando. Podíamos arreglarlo, podíamos intentarlo. Sin embargo, él no lo estaba permitiendo.—No quiero que estés a mi lado —miró con fijeza la puerta—. No quiero que sigas viviendo aquí. Vete.—Por favor, Tomas —mi voz estaba estropeada por el llanto—. Por favor.Negó yendo hacia la puerta para abrirla con brusquedad.&mdas
La única razón por la que había aceptado hablar con Denser y Ophel era porque necesitaba saber sobre Tomas. Aunque fuera la cosa más mínima. Solo ese deseo hizo que me levantara de la cama y me pusiera una bata encima.No me sentía como yo misma. Todo era irreal.Estos días se sentían como si estuviera fuera de mi cuerpo y como si solo una pequeña parte estuviera todavía sujeta a él. La parte que esperaba a que Tomas llamara. Todo lo demás era dolor.Dioses, estaba tan perdida. Totalmente perdida.—Verona.Parpadeé en dirección a los chicos haciéndoles saber que los escucho. No observé durante mucho tiempo a Denser, hacerlo me hacía pensar en ese día horrible. Mi atención fue puesta sobre Ophel, traía muletas y una expresión de horror en su rostro.Mi aspecto no debía ser bue
Formalmente no quedaba nada entre las empresas Robinson y Galger, salvo promesas rotas y proyectos sin terminar. Me sentía devastada por tener que mi padre llegara a eso, entendía que estuviera furioso con Tomas, pero no podía evitar pensar en los beneficios que perderían las personas de Klayten.No le había dicho todo a papá, apenas le di migajas de lo sucedido y había explotado en una furia tan intensa que fue suficiente para saber que debía mantener el resto para mí. Temía que su odio afectara su salud, así que preferí callar y ahogarme con mi dolor.Todos los días peleaba contra la agonía de lo que perdí, algunas veces ganaba y la mayoría de las otras no. Le llamaba “ganar” a poder salir de la cama, comer, asearme, ir al jardín un rato y luego volver a la habitación. Ese era mi refugio. Sin amigas, padre o hermano. Tampoco hab&ia
Estaba en la etapa de la furia inagotable. Había decidido que Tomas Galger era un maldito que no seguiría viéndome rogándole. Era mi momento de hacer mi mayor actuación, así como él lo había hecho ya.Estaba rota, lo sabía, lidiaría con eso después. Solo la rabia me mantenía de pie.Ahora sabía la razón por la que me había dejado, ahora sabía que todo fue por esa mujer.—¿Segura que quieres hacer esto?No miré a Estefany, me miré a mí misma en el espejo, tenía los ojos enmarcados en negro y los labios de rojo vino.Sonreí.—Sí —contesté—. Si ellos quieren tener una función la tendrán.Porque —¡Oh, sí! — había recibido la invitación para su boda por correo, patrocinada por nada má