Capítulo 75

—Nunca debí permitir que mi hija se quedara contigo —espetó papá.

Marco y yo nos miramos mudos, la tensión llenó la habitación, pero Tomas no contestó, se quedó callado hasta que papá y Marco salieron.

—Tomas —lo miré.

Negó porque la enfermera venía entrando a la habitación. Tuve que esperar durante todo el proceso de curación hasta que ella se fue para hablarle de nuevo.

—Tú no manejabas el auto que arremetió contra nosotros —declaré—. Tú no le ordenaste a nadie para que lo hiciera, ¿O sí?

Emitió un sonido de horror e incredulidad.

—Por supuesto que no —gruñó—, ¿en qué estás pensando?

Suspiré.

—Entonces quítate la estúpida idea de que esto es tu culpa —re&n

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