Nunca había estado en las empresas Galger después del crepúsculo. Tenía un tono diferente y demasiado frío para mi gusto, pero había mucha gente todavía, trabajadores que se sorprendieron al vernos a Tomas y a mí entrar sin preámbulos.
Su oficina estaba oscura y cerrada, cuando entramos Tomas se lanzó hacia su escritorio y escarbó entre un montón de papeles hasta que sacó uno par y suspiró.
—Aquí están —celebró—. Qué bueno, podemos irnos rápido.
—¡Sí! —canturrié en voz baja haciéndolo sonreír.
Busqué su mano para poder retirarnos, pero solo dimos dos pasos cuando la puerta fue abierta.
Me quedé inmóvil cuando vi entrar a Aknes y a Beatriz.
—Tomas —su hermana tenía el ceño fruncido. Y…se ve
¿Dónde estaba ella?Cuando fui libre de mi miedo y ansiedad, pude reconocer mi entorno y a las personas que me rodeaban, recordaba haber estado en la empresa, bajando por las escaleras, el pánico y la claustrofobia me hicieron añicos.Recordaba a Verona sosteniendo mi mano.Pero ella no era quien estaba junto a mí.La radio de Ryan estaba sonando, un chico, el nuevo, estaba jadeando, balbuceaba cosas sobre un accidente.—El auto está destrozado y está sangrando…Cuando mis ojos conectaron con los de Denser por el espejo retrovisor, supe de lo que se trataba.—Verona —respiré.Exploté y vociferé órdenes, por alguna razón continué buscándola a mi lado, aunque sabía que ella no estaba conmigo. Eso se sintió como si mi alma dejara mi cuerpo.Quería vomitar.Tení
Tomas. La familia de Verona venía en camino, Beatriz me lo había informado ya. No me sorprendió que su padre dejara todo para venir a verla, era su princesa, su niña. Por lo que sabía también llegarían otro buen grupo de familiares y amigos. Me producía ansiedad, ¿Cómo iba a decirles? ¿Qué iban a pensar de mí cuando la vieran lastimada y a mí intacto?Verona definitivamente era una mujer que yo no merecía, cuando ella era valiente y salvaba vidas, yo era un cobarde que solo quería ocultarse. Ryan me había dicho que mi esposa hizo algo para ayudar a Ophel, algo que no comprendí muy bien, pero que le había dado unos minutos más de vida hasta que llegó la ambulancia. Estaba casado con una diosa, una reina. Y yo era patético.No podía dejar de verla, estaba lastimada e inconsciente, pero es
Tomas.La clínica y el mundo entero parecieron estremecerse ante la llegada de Frederick y Marco Robinson. De forma inmediata exigieron ver a Verona y su propio equipo de seguridad acosó al mío para que los informaran acerca de todo lo que había sucedido.Todo el piso se llenó con el bullicio que provocaban los familiares y amigos de Verona, me preocupé por que fueran a echarnos, bueno, al menos no a mí, pero a ellos, sin embargo, el señor Robinson se hizo cargo de la situación transfiriendo un soborno a la clínica para que los dejaran en paz.Mi suegro me interrogó, una y otra vez, esperando obtener más detalles. No escondió por un momento su enfurecimiento al saber que había dejado sola a su hija en medio de una situación como esa.Sus comentarios no eran delicados, a él no le importaba lo que sus palabras me hacían, o
Tenía una idea de cómo se vería mi cuerpo, no pensé que me afectaría tanto, es decir, no lo hizo al momento, me vi y sentí dolor, eso lo era todo, seguía siendo todo, solo quería que dejara de doler, pero ahora pensaba en las marcas y en los hematomas, pensaba en los daños que serían para siempre. Me sentía una completa idiota superficial por pensar en ello, pero no podía evitarlo, no cuando la mayor parte de mi vida me había dedicado a…lucir bien para las cámaras. Tenía que ver a los otros y recordar que era una tonta afortunada, que todos lo éramos por el simple hecho de estar completos y vivos.Tomas me llevaba en la silla de ruedas a la habitación de Ophel, él…había sido el más afectado, casi había muerto y yo…Eso me habría destruido también.Su habitación era igual a la m&
—Nunca debí permitir que mi hija se quedara contigo —espetó papá.Marco y yo nos miramos mudos, la tensión llenó la habitación, pero Tomas no contestó, se quedó callado hasta que papá y Marco salieron.—Tomas —lo miré.Negó porque la enfermera venía entrando a la habitación. Tuve que esperar durante todo el proceso de curación hasta que ella se fue para hablarle de nuevo.—Tú no manejabas el auto que arremetió contra nosotros —declaré—. Tú no le ordenaste a nadie para que lo hiciera, ¿O sí?Emitió un sonido de horror e incredulidad.—Por supuesto que no —gruñó—, ¿en qué estás pensando?Suspiré.—Entonces quítate la estúpida idea de que esto es tu culpa —re&n
Casi morimos por un conductor ebrio. Cuando Tomas me lo dijo percibí su rabia y algo más. Él dijo que se encargaría del sujeto y a mí no me importó, no quería involucrarme, solo quería sanar.Desde que había salido de la clínica, Tomas estaba…distante, cuidaba de mí, era un devoto total, pero su cercanía no se sentía igual. Era como estar con alguien que estaba a kilómetros cuando estaba a mi lado. Temí haberlo agotado, tanto emocional como físicamente, no quería presionarlo, pero cuando intentaba decirle que yo estaba bien, él se molestaba, no quería que le quitara peso de sus hombros.Ese problema nos estaba poniendo a prueba a los dos, mi paciencia no era infinita y sabía que la de él tampoco, pero no soportaba que no me dejara ayudarlo.Pero me obligué a quedarme quieta, entendía que estuviera
Mi cumpleaños había sido un completo desastre. Las cosas con Tomas no estaban mejorando, sentía que con cada paso que daba el suelo se desmoronaba y que en cualquier momento iba a colapsar. Me sentía atrapada. Quería volver a como estábamos antes, pero él no lo permitía. Sentía que dormía junto a un extraño.Estaba nerviosa e incómoda la mayor parte del tiempo.Eso no estaba bien. Nada estaba bien.Cuando intentaba hablar con él se iba, cuando intentaba persuadirlo con mi toque se alejaba con el cuerpo tenso. Era como…si ya no me quisiera.Creí que si lo traía a la casa que había conseguido para nosotros podríamos hablar o…solo convivir, pero no lo conseguí, me dijo que estaba en una reunión y que no podía encontrarse conmigo.No podía seguir otro mes así.Me dolía.
Rodeó el escritorio y señaló la puerta.—Hablo en serio, Verona. No soporto más esta situación.Había tanto cansancio y dolor en su voz que tuve que ponerme de pie, intenté tocarlo, alcanzarlo. Pero no me dejó.—¿Por qué? —demandé—, ¿Por qué estás haciendo esto?Sabía que no era la única sufriendo con esto, lo que no entendía era por qué lo estaba provocando. Podíamos arreglarlo, podíamos intentarlo. Sin embargo, él no lo estaba permitiendo.—No quiero que estés a mi lado —miró con fijeza la puerta—. No quiero que sigas viviendo aquí. Vete.—Por favor, Tomas —mi voz estaba estropeada por el llanto—. Por favor.Negó yendo hacia la puerta para abrirla con brusquedad.&mdas