Estaba rodeada de árboles, flores y luces. Los olores de la naturaleza se mezclaban y creaban una fragancia que deseaba poder embotellar y guardar para mí. Mis pies dolían con cada paso, los tacones se hundían en la tierra y hacían mis pisadas más complicadas, pero no por eso me detuve.
El parque era precioso y había muy pocos caminantes, nadie emitía palabras, había silencio y paz.
Cuando llegamos a una curva me fijé en que había un letrero clavado en un árbol, estaba frente a unas escaleras que atravesaban todo el barrando hacia abajo y se veían un poco deterioradas.
—¿Qué significa eso? —pregunté en voz baja, me había detenido y estaba jadeando.
—Ese es el barrio del acantilado, hay una casa en venta —informó Denser—. Esta es una de las salidas del paseo, si desea continuar debemos dirigirnos a&hell
Cuando salí del baño encontré a Tomas en la habitación, estaba dejando dos tazas de té sobre una de las mesitas de noche.—¿Cómo te sientes? —preguntó.—Mejor —murmuré sincera.El agua tibia había hecho maravillas conmigo, me sentía renovada, lista para ir a la cama con ese hombre. La discusión no había sido tan grave como para que deseara no tenerlo conmigo. Es más, era lo contrario, lo quería cerca, quería mirar sus ojos y asegurarme de que estábamos bien.—Traje esto para ti —dijo en voz baja, refiriéndose al té.—Gracias.Fui hacia el armario para buscar algo de ropa. Mientras me vestía lo escuché suspirar.—No me gusta discutir contigo, aunque sé que va a ser inevitable. Pero me gustaría que entendieras que lo que pasó
Jugaba con los volados de la manga de mi camisa mientras pensaba si había escogido la ropa adecuada para ver a mis suegros. Tuve –afortunadamente- una mañana agitada por no tener idea de que vestir, en alguna otra ocasión ese problema me hubiera sacado de quicio, pero hoy lo agradecía e incluso le daba más importancia de lo que debería para mantener mi mente fuera del pasado.Aunque ya estaba sentada en el auto, seguía preguntándome si hubiera sido mejor colocarme el vestido salmón que utilice en mi fiesta de recaudación, ese era el más adecuado para este almuerzo. El único detalle era que, como tenía mi periodo no me gustaba usar vestidos, era tonto, pero me hacía sentir incomoda así que…sabía que no me pondría eso hoy.Terminé con un jean ajustado, una blusa blanca con volados decorativos de todos los colores y u
Su brillante cabellera negra fue lo primero que me llamó la atención, tenía el cabello largo y cuando caminó hacia el frente golpeaba sus caderas. Era alta sin tener que usar tacones, tenía profundos ojos oscuros y piel de porcelana. Su porte clásico elegante le daban el aires de una madures que yo no poseía.Era hermosa.El calor catastrófico me invadió el cuerpo cuando miré a Beatriz, ella movió sus labios gesticuló lo mismo que yo: Perra.Los padres de Tomas se levantaron para ir a saludar, al igual que su hijo. Yo me quedé en el fondo, aunque de pie, no me acerqué a Beatriz. Por la forma efusiva en la que los Galger recibían a Aknes, pude darme cuenta de que era una persona valorada por la familia.—Aknes, ¿Cuándo volviste? —preguntó Dana tras soltar a la mujer del asfixiante a
Tomas hizo que me revisaran en una clínica a pesar de mis negativas. Para su sorpresa, porque para mí no lo era, solo había tenido una bajada tensión. Las respuestas del doctor y sus recomendaciones mantuvieron a Tomas tranquilo. Claro que la que seguía un poco intranquila era yo, la aparición de su ex me había hecho un revoltijo de teorías y complots armados y dirigidos por Beatriz Galger. Con el pasar de los días no volví a escuchar de ellas y eso por alguna razón me ponía nerviosa, necesitaba distraerme, enfocarme en mi trabajo y en mis verdaderos intereses. Trabajaba en una de mis campañas ambientales cuando noté el paquete que Lucinda me había enviado, no había tenido tiempo para abrirlo y la verdad, lo había olvidado. Me acerqué hasta el rincón en donde estaba y con ayuda de unas tijeras picoteé la cinta adhesiva. Había una cantidad de poliestireno exagerada que me hizo rodar los ojos, así era Lucinda, exagerada, misteriosa y… Se trataba de un vestido,
Enterró su cabeza entre mis piernas y su lengua me hizo gimotear tan fuerte que temí ser escuchada en el pasillo. Me mordí los labios, esperando que eso fuera suficiente para contener el sonido.—No hagas eso —objetó Tomas, deteniéndose—. Déjame saber cuánto te gusta.Sus ojos se mantuvieron en los míos cuando regresó con boca a mi punto sensible. Sonreí dejando caer mi cabeza contra el colchón, dejando que esa imagen hiciera estragos conmigo.Lo sentía en todas partes, sus manos le daban libertad a mis caderas, me ayudaban cuando las levantaba para sentirlo más profundo. Estaba perdida, extasiada. Y él era tan bueno, había aprendido como me gustaba y se había hecho experto. A veces creía una locura lo mucho que Tomas me enloquecía con solo una mirada, tanto así que me llevaba al abismo y mi cuerpo terminaba fragm
Observaba a Tomas intentando no volver a dormirme, era muy temprano, ni siquiera había amanecido. Él estaba arreglándose para ir al aeropuerto.—¿En serio no quieres que te acompañe? —bostecé—. Podría vestirme muy rápido.Cuando él se había despertado, quise levantarme también, pero insistió en que no era necesario que lo acompañara, prácticamente hizo que me acostara de nuevo y me enrolló en las cobijas.—No es necesario —me observó con una sonrisa pequeña—. Te llamaré cuando llegue, ¿de acuerdo?—De acuerdo —dije de mala gana.Besó mis labios varias veces antes de levantarse para irse. Estaba listo y se marcharía durante varios días. Cuando salió de la habitación me sentí desolada y…arrepentida, no quería dejarlo
Era una cobarde, había rechazado todas sus vídeos llamadas solo por el temor que me producía pensar en que me mintiera así. Lo estaba evitando a toda costa, me había enviado mensajes y por ese medio le había vuelto a preguntar si había estado solo en el avión. Él dijo que sí.No mentiré, fue como estrellarme contra una pared de concreto.Una y otra vez. Ya no iba a soportarlo más. No podía seguir enfrentándome con esa pared mientras él no estuviera aquí. Me hacía daño y no podía permitirlo.Decidí que si él estaba mintiéndome, no iba a hablarle hasta que pudiera mirarlo a los ojos. Para resistir la tentación de llamarlo y exigirle una explicación me mantuve ocupada en otras cosas, pensé en las actividades físicas que me gustaban y que en Voutere no había podido seguir haciendo
Había logrado tranquilizarme. Mis lágrimas se habían detenido. Ya no quedaba nada.Veía el fuego consumir la madera en la chimenea y me preguntaba qué iba a pasar conmigo. Tenía que hablar con Tomas, una vez más y no perder el control, escuchar sus explicaciones y decidir si eso era suficiente para mí.Pero la herida ya estaba hecha y sangraba.Me levanté del sofá y mi cuerpo reclamó por las horas que llevaba en la misma posición. Caminé hacia la puerta, la tristeza y la decepción me hacían arrastrarme, solo quería meterme en la cama y acurrucarme.Cuando abrí la puerta me quedé inmóvil.Tomas estaba sentado en el suelo a un lado de la puerta, su rostro se había levantado cuando me escuchó.—¿Cuánto llevas allí? —le pregunté.Su rostro estaba deshecho