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En cuanto Dmitri se había levantado de la cama Aidan se había despertado. Siempre ocurría. Le costaba mucho mantener el sueño estando solo a menos que fuera la cama de Lucian donde increíblemente él podía irse y aun manteniendo el olor en las sábanas, lo de dejaba en una atmósfera embelesadora. Aun así, no dijo nada y esperó a que su tío le diera un beso en la mejilla para despedirlo solo con un sonido de la garganta.

Estaba agotado después de todo. No se arrepentía de dormir con su tío solo... que no era lo mismo. Cuando estaba junto a Lucian todos sus poderes y voces en su cabeza se quedaban paralizados por lo que apenas cerraba los ojos caía en un sueño profundo y silencioso. Claro, siempre y cuando no era despertado a mitad de la madrugada por cierto lobo salvaje.

Lentamente se levantó de la cama y estiró su cuerpo. Miró los papeles que el mismo Lucian le había llevado el día anterior, así como la caja que su tío le había traído. Caminó hacia él y la abrió viendo las piedras rojas
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