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Lucian pasó por varias sensaciones antes de que su ceño se frunciera. Su habitación estaba a oscuras, solo iluminada por la luz de la luna que se filtraba por el balcón, a través de las finas cortinas de su cama de dosel. Aun así, podía ver perfectamente, gracias a sus capacidades lobunas, el rostro sonriente y frío del joven lobo sentado a horcajadas sobre él.

Los muslos blancos estaban a cada lado de su cadera, haciendo que la simple y holgada camisa apenas sin abrochar se corriera para todos lados dejando demasiada piel a la vista. Si eso fuera lo peor no se molestaría. Aidan tenía todo su torso acostado sobre su pecho recostando su rostro en su mano. La posición hacía que uno de sus hombros estuviera totalmente descubierto y parte del valle de su pecho. Y a él no parecía incomodarle.

Pero a Lucian si porque uno estaba prácticamente desnudo y el otro completamente. Lucian nunca le importó dormir sin ropa, como lobo era algo completamente normal, pero por primera vez deseó tener alg
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