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-Ma, ma, ma... ayúdame...-

-Pa, ayúdame...-

-Yo no hice nada...-

-No soy un monstruo-

Lukyan abrió sus ojos de golpe y se sentó en la cama sudando frío, temblando y con los ojos llenos de lágrimas. Dante a su lado se sentó también asustado por el estado de su esposo y lo envolvió entre sus brazos.

-Amor que ocurre- lo acarició intentando calmarlo, pero aunque no sollozaba las lágrimas corrían por el rostro de su reina.

Lukyan agarró con sus dos manos temblante una de las manos de Dante como soporte.

-Mi hijo Dante. Soñé con él. Creo que... me está llamando... nos está llamando- su voz era vacilante- Siento que algo le pasó a Aidan- y comenzó a llorar.

Dante lo estrechó fuerte entre sus brazos y le sobó la espalda. Era mitad de la madrugada y sabía que Lukyan no sufría ningún trastorno del sueño, al menos ya no. Al principio le costaba mantenerse dormido toda la noche por los traumas de estar tanto tiempo encerrado.

Pero saber que su hijo estaba en peligro hizo que todos los vellos de
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