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CAPÍTULO 4: MATRIMONIO CON EL BRUTO

CAPÍTULO 4: MATRIMONIO CON EL BRUTO

Savannah

Estoy parada frente a la puerta de la casa de mi padre con dos gatitos en los brazos, sintiendo que la decisión que acabo de tomar me aplasta. He llegado a esto, a tener que mendigar mi lugar en la familia a cambio de casarme con un hombre que no conozco. Un hombre al que ni siquiera soporto. Pero ya no hay vuelta atrás, no después de haber sido expulsada del hotel, de que todas mis amigas me dieran la espalda.

Los dos pequeños gatitos, que encontré abandonados en la calle, se revuelven en mis brazos, como si sintieran mi nerviosismo. Respiro hondo y toco el timbre. Papá me abre la puerta, con una sonrisa triunfante en el rostro.

—Has vuelto —dice sin sorpresa alguna.

—Voy a hacerlo —respondo, casi sin aliento. Alzo la barbilla, intentando mantener lo poco que me queda de orgullo—. Me casaré con Logan Carter si eso significa que recuperaré mi dinero y mi estatus.

La sonrisa de papá se ensancha, satisfecho. Me hace un gesto para que entre a la casa.

—Sabía que tomarías la decisión correcta. Te he educado bien, al final de cuentas.

Muerdo mi lengua para no contestar algo sarcástico. Me adentro en el vestíbulo con los gatitos inquietos en mis brazos, y dejo que mi padre cierre la puerta detrás de mí.

—Será una boda rápida y sencilla, nada ostentoso —dice con un tono práctico, como si estuviera hablando de una reunión de negocios más—. Ni siquiera vamos a invitar a nadie, solo la familia más cercana.

—¿Qué? ¿Así nada más? —pregunto, algo indignada—. ¿Ni siquiera vamos a tener una boda decente?

—No hay necesidad de hacer un espectáculo, Savannah. Cuanto más rápido se haga, mejor para todos.

Me quedo callada, pero la rabia me quema por dentro. Claro, rápido y sencillo. Porque para él, todo esto es una simple transacción. Mi boda, mi vida, se ha reducido a una transacción más en su interminable lista de negocios.

Aun así, intento mantener mi dignidad, aunque me siento como una marioneta. Papá me observa por un momento, luego cruza los brazos.

—No vas a pasar toda tu vida con ese hombre, no te preocupes. —Su tono es calculador, como siempre—. El plan es simple. Te casas con Logan, y en cuanto confíe en ti, haces que firme unos documentos donde cede los bienes a ti y, por lo tanto, a la familia.

Lo miro con los ojos entrecerrados.

—¿Y qué pasa si se da cuenta? —pregunto, aunque ya sé lo que va a decir.

Papá suelta una risa breve y despectiva.

—Logan Carter es un bruto de campo. No entenderá lo que está firmando hasta que sea demasiado tarde. Es un hombre simple, Savannah. Convéncelo, haz que confíe en ti, y cuando tengas lo que necesitamos, te divorcias y todo volverá a ser como antes.

Todo volverá a ser como antes. Esas palabras se repiten en mi cabeza. Ser la heredera de los Davenport de nuevo. Volver a tener mi vida de lujos, de privilegios, de poder. Todo lo que he perdido por culpa de otros. Pero este es mi boleto de regreso, mi forma de restaurar lo que es mío.

Papá no espera más, toma su teléfono y marca el número de Logan. En cuanto responde, habla con la frialdad calculada que siempre usa para sus tratos de negocios.

—Logan, ya está decidido. Savannah acepta casarse contigo. Nos uniremos como una familia, tal y como lo hablamos.

Hay un breve silencio en el teléfono, y luego papá asiente.

—Perfecto. Nos vemos en dos días, entonces.

Cuelga, satisfecho, y me dirige una mirada cargada de expectativa.

—Empaca lo necesario. Nos vamos a sus tierras.

***

Dos días después, llegamos a las tierras de Logan. Nunca en mi vida había visto un lugar tan… inhóspito. El paisaje es desolado, nada que ver con la ciudad. Los animales merodean por todas partes, y el olor… apesta. A estiércol, a tierra, a todo lo que asocio con el campo y que nunca me ha gustado.

—Esto es un chiste, ¿verdad? —comenta Charlotte, mi hermana mayor, mientras se tapa la nariz con una mano y me observa con una sonrisita maliciosa—. Qué mala suerte la tuya, Savannah. Casarte en un lugar como este.

Miro alrededor con desdén, y aunque me muero de ganas de responderle, me callo. A lo lejos veo a los empleados de Logan yendo de un lado a otro, preparando lo que apenas puede llamarse una ceremonia. Un pequeño arco de flores en el patio, unas pocas sillas. Todo es tan… ordinario. No hay lujos, no hay glamour, nada que se asemeje a las bodas que solía soñar.

—No sé cómo vas a sobrevivir aquí —sigue Charlotte, disfrutando de mi incomodidad—. ¿Vas a ordeñar vacas también? ¿O prefieres trabajar en el campo?

—Cállate, Charlotte —le digo entre dientes, pero mi voz no tiene fuerza. Estoy a punto de responderle algo más mordaz cuando lo veo.

Logan Carter aparece a lo lejos, pero esta vez no es el mismo hombre que vi el día que choqué su camioneta. Ya no está sucio ni lleva ropa de campesino. Ahora está vestido con un traje perfectamente ajustado, el cabello bien peinado, y por primera vez puedo ver realmente sus facciones. Es alto, más de lo que recordaba, y el traje realza su físico, musculoso y robusto. Se ve… diferente. Decente, incluso.

Me sorprendo a mí misma mirándolo con detenimiento, y parece que no soy la única. Charlotte también se queda boquiabierta, su expresión burlona desaparece por completo.

Logan camina hacia nosotros con paso firme y su rostro serio, pero hay algo en su mirada que me inquieta. No es el típico hombre de negocios que papá suele manipular. A pesar de su aspecto rudo, hay algo en él que parece peligroso, como si no fuera tan fácil de engañar como mi padre piensa.

—Savannah —dice con un tono bajo y grave cuando llega a mi lado. No hay saludo, solo mi nombre, como si ya supiera lo que estoy pensando. Lo miro a los ojos, sin saber qué responder.

—Logan —respondo simplemente, tratando de sonar indiferente, pero mi voz tiembla ligeramente.

Nos observamos por unos segundos, ninguno de los dos está dispuesto a ceder terreno. En ese momento, me doy cuenta de que este matrimonio será mucho más complicado de lo que había pensado. Papá cree que Logan es un bruto fácil de manipular, pero hay algo en sus ojos que me dice que no será tan sencillo.

Logan finalmente desvía la mirada y se dirige a mi padre, quien lo saluda con un apretón de manos. Yo me quedo ahí, inmóvil, mientras la realidad de lo que está a punto de suceder me golpea. En menos de unas horas, seré la esposa de Logan Carter.

Mi vida, tal como la conocía, ha terminado.

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