Savannah
Camino de un lado a otro en el pasillo fuera de la oficina de mi padre con el corazón acelerado. Pero eso no es lo que más me molesta en este momento. No, lo que me tiene al borde de un ataque de nervios es ese hombre. ¡El maldito hombre con el que choqué esta mañana!, no tengo duda de que vino a acusarme por lo del choque. ¿Cómo se atreve? Nadie me había confrontado nunca por algo tan insignificante, y menos alguien que no puede permitirse arreglar su destartalada camioneta.
¿Qué le habrá dicho a papá? ¿Habrá intentado hacerme quedar mal? Estoy segura de que lo hizo. Y lo peor es que mi padre seguramente le dará la razón, como siempre hace con todos, excepto conmigo. Maldigo entre dientes y sigo caminando de un lado a otro, sin atreverme a entrar.
Veo la puerta de la oficina abrirse, y él sale. Me paralizo por un momento, intentando no hacer ruido, y me escondo tras una columna antes de que me vea. Su paso firme y relajado me irrita. ¿Qué habrá venido a buscar aquí? ¿Por qué mi padre le dio una reunión? Seguro es uno de esos campesinos que vienen a pedir favores, y aun así… ¿por qué tuvo que ser justo el tipo al que insulté?
Cuando finalmente se va, me acerco a la puerta. Respiro hondo, pero en lugar de entrar, me detengo. No puedo enfrentar a mi padre ahora. No quiero oírlo regañarme por lo de siempre: mis errores, mis caprichos, mi comportamiento. Así que decido irme, mejor volver a casa antes de que me atrape aquí. Mañana lidiaré con lo que sea que haya pasado.
*
Cuando llego a casa, me bajo del auto como si todo siguiera igual. Pero algo está raro. Me acerco a la puerta y los empleados, en lugar de abrirme como de costumbre, se quedan plantados frente a la entrada. Frunzo el ceño, sin entender.
—¿Qué están haciendo? Ábranme la puerta —les digo con autoridad.
Pero ellos no se mueven. Uno de ellos, un tipo que trabaja en la casa desde siempre me mira con incomodidad.
—Lo siento, señorita, pero no podemos dejarla entrar.
Mis ojos se agrandan de incredulidad. ¿Qué clase de broma es esta?
—¿Disculpa? —pregunto subiendo el tono de mi voz—. Soy Savannah Davenport, esta es mi casa. Ábranme la maldit4 puerta ahora.
—Son órdenes de su padre —responde el tipo con una voz que intenta sonar firme, pero puedo notar que le tiembla un poco.
Por un segundo no puedo procesar lo que acaba de decir. ¿Órdenes de mi padre? ¡No puede ser cierto! Lo miro con una mezcla de sorpresa y rabia, y sin pensarlo dos veces, empiezo a gritarles insultos.
—¡Idiotas! ¿Qué clase de payasada es esta? ¡Soy la hija de Richard Davenport! ¿Quiénes se creen que son para negarme la entrada?
Pero por más que grite y patalee, ellos no se mueven. Y entonces la veo. Mi hermana, Charlotte, está en la ventana del segundo piso, observándome con esa expresión de superioridad que siempre lleva cuando algo me sale mal. Nos odiamos desde que tengo memoria, siempre compitiendo por la atención de papá, y parece que esta vez ella ha ganado. Me dedica una sonrisita burlona y cierra la cortina como si no valiera la pena seguir mirando.
Estoy furiosa. Esta situación es absurda. Me doy la vuelta y me dejo caer en las escaleras de la entrada, esperando a que mi padre vuelva. Tiene que haber una explicación para todo esto.
Las horas pasan y el sol comienza a ponerse. Mis nervios están al borde. Estoy congelada y humillada, pero no me moveré de aquí hasta que llegue papá. Finalmente, su auto aparece en la distancia y siento una pequeña chispa de esperanza. Se detiene frente a la casa, y cuando baja, me pongo de pie de inmediato.
—Papá, tenemos que hablar —digo caminando hacia él.
Él me mira con una expresión severa, más dura de lo normal. Ni siquiera me saluda.
—Savannah, ya he escuchado suficiente. No hay vuelta atrás.
—¿De qué estás hablando? ¿Vuelta atrás de qué?
Mi papá suelta un suspiro, sé que está frustrado. Mi corazón late más fuerte al ver que se acerca algo malo.
—He cancelado todas tus tarjetas. Estás fuera del testamento. Desde este momento, ya no eres una Davenport.
Es como si el suelo se desmoronara bajo mis pies. Me quedo mirándolo, completamente aturdida.
—¿Qué…? ¿Cómo que ya no soy una Davenport?
—Te he dado todas las oportunidades, Savannah. Tu comportamiento ha sido inaceptable. Esto se acaba aquí.
Intento procesar lo que está diciendo, pero mi mente no puede comprenderlo. Todo… todo lo que he tenido toda mi vida, desaparece en un parpadeo.
—Papá, no puedes hacer esto —digo, casi rogándole—. Lo siento. De verdad lo siento. No fue mi intención lo de hoy. Por favor, perdóname.
Él me observa en silencio por un momento, luego habla con frialdad.
—Hay una forma de que recuperes lo que has perdido.
Mis ojos se iluminan con una pequeña esperanza.
—¿Cómo?
Papá me mira fijamente, sin emoción.
—Tendrás que casarte con Logan Carter.
La risa me sale de manera automática. No puede estar hablando en serio.
—¿Quién diablos es Logan Carter?
—El hombre con quien estaba hablando en mi oficina —dice mi padre con calma. Mi risa se detiene de golpe—. Es el próximo hombre más rico de la región. Ha encontrado un yacimiento de petróleo en sus tierras, pero no cederá a venderlo a menos que te cases con él.
Me quedo mirándolo como si le hubieran salido dos cabezas. Esto no puede estar pasando.
—¿Estás loco? ¡No voy a casarme con un desconocido!
Papá se cruza de brazos.
—Eso es tu decisión. Pero si no lo haces, lo pierdes todo.
Lo miro, horrorizada. No puedo creer lo que estoy oyendo. Me niego a aceptar algo tan ridículo. Sin decir una palabra más, me doy la vuelta y camino hacia mi coche. No pienso quedarme aquí, no pienso aceptar esa locura.
***
Cinco días después, estoy sentada en la cama de un hotel cinco estrellas. Lo poco de dinero que tenía en efectivo está casi agotado, y el hotel me está presionando para pagar la cuenta. La tarjeta no funciona, y me estoy quedando sin opciones.
Mis amigas me han dado la espalda. Ninguna está dispuesta a prestarme dinero. Todo el mundo me ha abandonado, y estoy sola. Me quedo mirando el techo, sintiéndome más perdida de lo que nunca me había sentido.
Salgo del hotel con lo poco que tengo, y me siento en una banca de la calle. A mi lado, un pequeño gatito callejero de color negro se me acerca y maúlla.
—Estamos igual, ¿verdad? —le susurro—. Sola y abandonada.
De pronto el pequeño gatito se sube a mi regazo, como si me hubiera entendido. Le acaricio el pelaje y suspiro. En ese momento otro gatito aparece, este es gris y más peludo. El otro gato se sienta a mi lado y me mira con esos enormes ojos verdes.
—Supongo que estamos solos los tres —digo, pero en eso, el gatito negro se baja de mis piernas y comienza a lamer la cabeza del gato gris—. Bien, solo yo —digo rodando los ojos.
No tengo otra opción. Mi orgullo está hecho pedazos, pero sé que no puedo seguir así. Me seco las lágrimas y me pongo de pie, tomando una decisión.
Voy a volver a casa. Y voy a aceptar la oferta de papá.
Me casaré con Logan Carter, no puedo arriesgarme a perder el amor de mi padre.
CAPÍTULO 4: MATRIMONIO CON EL BRUTOSavannahEstoy parada frente a la puerta de la casa de mi padre con dos gatitos en los brazos, sintiendo que la decisión que acabo de tomar me aplasta. He llegado a esto, a tener que mendigar mi lugar en la familia a cambio de casarme con un hombre que no conozco. Un hombre al que ni siquiera soporto. Pero ya no hay vuelta atrás, no después de haber sido expulsada del hotel, de que todas mis amigas me dieran la espalda.Los dos pequeños gatitos, que encontré abandonados en la calle, se revuelven en mis brazos, como si sintieran mi nerviosismo. Respiro hondo y toco el timbre. Papá me abre la puerta, con una sonrisa triunfante en el rostro.—Has vuelto —dice sin sorpresa alguna.—Voy a hacerlo —respondo, casi sin aliento. Alzo la barbilla, intentando mantener lo poco que me queda de orgullo—. Me casaré con Logan Carter si eso significa que recuperaré mi dinero y mi estatus.La sonrisa de papá se ensancha, satisfecho. Me hace un gesto para que entre a
CAPÍTULO 5: FAMILIA ORDINARIASavannahEl sol está en lo más alto cuando llego al lugar de la ceremonia. Las tierras de Logan parecen interminables, vastos campos que no tienen fin. A pesar de que intento mantener la calma, cada fibra de mi ser está a punto de explotar. Me repito que todo esto es temporal, que pronto lo tendré todo de nuevo, pero eso no hace que esta pesadilla sea más fácil de soportar.La familia de Logan ya está allí reunida cerca del pequeño arco que han preparado para la ceremonia. En cuanto los veo, un nudo se forma en mi estómago. Son demasiados, y todos parecen tan... normales. No, peor que eso: chabacanos y ordinarios.Lo primero que noto es que Logan tiene cuatro hermanos. Los dos mayores deben tener alrededor de veintiocho y veintiséis años. Se parecen a él: altos, robustos, con una actitud tosca y despreocupada que me recuerda que no estoy en mi mundo. Luego veo a sus dos hermanas: una adolescente de diecisiete años que no para de hablar con la más pequeña,
CAPÍTULO 6: NOCHE DE BODASSavannahEstoy temblando de rabia mientras Logan me suelta sobre el suelo con brusquedad. Tambaleo por el impacto y casi pierdo el equilibrio, pero antes de que me caiga, él me sujeta del brazo y me atrae hacia su pecho. Nuestras respiraciones están agitadas, y por un breve instante, nuestros ojos se encuentran. Siento el calor de su cuerpo y el latido rápido de su corazón contra mi pecho, pero rápidamente me sacudo el momento y lo empujo lejos de mí.—Eres un asqueroso aprovechado —le digo con furia, tomando distancia—. Desde el momento en que me viste en esa gasolinera, sabías quién era. Orquestaste todo para acercarte a la fortuna de mi familia, ¿verdad? ¡Un campesino como tú nunca podría haber llegado a esto por mérito propio!Logan se ríe, una carcajada grave y profunda que me irrita aún más. No parece afectado en lo absoluto por mis palabras.—Lo que pienses de mí me tiene sin cuidado, niñita caprichosa —dice, cruzando los brazos y mirándome con esa son
CAPÍTULO 7: LA NUEVA RUTINASavannahMe despierto con los primeros rayos de luz que se filtran por las cortinas entreabiertas. Parpadeo, aturdida, mientras mis ojos se acostumbran a la claridad que lentamente inunda la habitación. Por un segundo, espero que todo esto sea una horrible pesadilla, que Logan Carter, la granja, esta boda absurda… todo sea un mal sueño del que despertaré en mi mansión en la ciudad. Pero cuando me giro para mirar a mi lado, la cama está vacía.Respiro sintiéndome aliviada. Quizás, con algo de suerte, Logan ya se ha marchado y puedo disfrutar de un momento de paz.Pero la ilusión no dura. La puerta se abre de golpe y una voz jovial interrumpe mis pensamientos.—¡Buenos días, querida! —dice la abuela de Logan con un entusiasmo que me hace querer enterrar la cabeza bajo las sábanas.Se acerca a la ventana y abre las cortinas de par en par. La luz entra de golpe, obligándome a cubrirme los ojos.—Oh, lo siento, no quería deslumbrarte —dice la anciana con una ris
CAPÍTULO 8: EL BAÑO DE ESPUMASavannahMe trago mis palabras y termino el desayuno lo más rápido posible. No puedo ceder. No voy a dejar que Logan o esta familia piensen que me han ganado.—Gracias por el desayuno —murmuro.—De nada, querida —responde la abuela con una calidez que me incomoda—. No te preocupes por ayudar con los platos hoy. Ve a asearte. Pero mañana, tendrás que unirte a la rutina.No puedo seguir así mucho tiempo. Logan quiere que obedezca, que me doblegue a su voluntad, pero no lo haré. Me casé con él por una razón, y no voy a dejar que me controle.Esto es solo temporal, me repito una y otra vez. Solo tengo que esperar el momento adecuado.Respiro hondo y me doy cuenta de que Davina me está mirando. Sus ojos curiosos y brillantes me observan con atención, y sé que no puedo dejar que vea el odio en mi rostro. Así que, finjo con toda la habilidad que he aprendido en años de fiestas y eventos sociales para forzarme una sonrisa.—Ahí está la olla con el agua caliente,
CAPÍTULO 9: EL MERCADOSavannahMe estremezco al sentir el agua helada correr por mi piel. Cada segundo que pasa en la ducha me siento más miserable. El frío es casi insoportable, y cada gota parece como agujas en mi piel. Maldigo entre dientes a Logan por haberme metido en esta situación. Finalmente, cuando termino de ducharme, me enredo en la bata, rezongando por lo bajo, mientras regreso al baño a lidiar con el desastre de espuma que he causado.—Esto es ridículo —murmuro observando la cantidad absurda de espuma que cubre el suelo. Nunca en mi vida pensé que tendría que limpiar algo como esto. Me agacho a recoger un trapo, lista para empezar, cuando escucho pasos. Me giro y veo a Davina entrar al baño con un balde y trapos. Su cara está rígida y sus labios apretados en una expresión de evidente molestia.—¿Qué haces aquí? —pregunto, confusa, observando cómo se arrodilla y empieza a limpiar sin decir una palabra.Davina sigue limpiando, negándose a mirarme.—¿Por qué estás enojada?
CAPÍTULO 10: ME VAS A SUPLICARSavannahAl llegar a la casa, mis manos están sudando, el volante se me resbala un poco y mi corazón late desbocado. Trato de no mirar el parachoques torcido y abollado de la camioneta, pero es imposible. Cada vez que lo hago, siento una oleada de ansiedad trepar por mi garganta. No sé qué reacción tendrá Logan al ver su preciada camioneta con semejante golpe. Y aunque me encantaría decir que no me importa, la verdad es que sí lo hace.Aparco la camioneta frente a la casa y, justo cuando me preparo para enfrentar la tormenta que seguramente se avecina, noto que Helen está a mi lado, tranquila y sonriente como si nada hubiera pasado. Logan sale de la casa, caminando hacia nosotras con esa expresión seria que siempre parece llevar, su mirada recae de inmediato en el vehículo. Antes de que pueda abrir la boca, Helen se mueve de manera calculada.—¡Ay, por Dios! —exclama Helen, tropezando con torpeza justo cuando se aproxima al parachoques dañado. Se agarra
CAPÍTULO 11: LA FIESTA DEL VECINOSavannah—¡Arrgh! ¡Idiota! —protesto cerrando la puerta de un azote.Me dejo caer en el borde de la cama y aunque intento apartar de mi cabeza su imagen, no lo consigo. Esa manera de hablarme… esa arrogancia… su estúpido rostro tan atractivo…—¡Estúpido y mil veces estúpido! ¡Te odio! —grito.Resoplo con frustración, le pongo seguro a la puerta aunque eso seguramente no evitará que entre. Me quito la ropa en el baño para poder ducharme con más tranquilidad.Mientras el agua cae sobre mí, reniego en voz alta, como si eso pudiera cambiar la situación, pero por alguna ridícula razón, no puedo dejar de pensar en sus brazos fuertes, en esa sonrisa arrogante que me revienta los esquemas.Al salir me envuelvo en una bata y cuando vuelvo a la habitación, me doy cuenta de que Logan no ha intentado entrar. A pesar de ser grande y cómoda, la cama se siente extrañamente vacía. Se me hace un nudo en el estómago al darme cuenta de que, a pesar de todo, me siento so