CAPÍTULO 5: FAMILIA ORDINARIA

CAPÍTULO 5: FAMILIA ORDINARIA

Savannah

El sol está en lo más alto cuando llego al lugar de la ceremonia. Las tierras de Logan parecen interminables, vastos campos que no tienen fin. A pesar de que intento mantener la calma, cada fibra de mi ser está a punto de explotar. Me repito que todo esto es temporal, que pronto lo tendré todo de nuevo, pero eso no hace que esta pesadilla sea más fácil de soportar.

La familia de Logan ya está allí reunida cerca del pequeño arco que han preparado para la ceremonia. En cuanto los veo, un nudo se forma en mi estómago. Son demasiados, y todos parecen tan... normales. No, peor que eso: chabacanos y ordinarios.

Lo primero que noto es que Logan tiene cuatro hermanos. Los dos mayores deben tener alrededor de veintiocho y veintiséis años. Se parecen a él: altos, robustos, con una actitud tosca y despreocupada que me recuerda que no estoy en mi mundo. Luego veo a sus dos hermanas: una adolescente de diecisiete años que no para de hablar con la más pequeña, una niña de unos diez años. Ambas están vestidas de forma sencilla, nada parecido a lo que yo estaba acostumbrada en los eventos sociales. Y luego está la abuela. Una anciana regordeta con una sonrisa que abarca toda su cara claramente emocionada al verme.

—¡Ahí está la novia! —grita la abuela, y antes de que pueda reaccionar, ya está abrazándome con fuerza. Me aprieta los cachetes como si fuera una niña, y no puedo evitar poner los ojos en blanco—. Ya eres como otra nieta para mí, querida —me dice con afecto. La sonrisa en su rostro es tan grande que parece que va a explotar de felicidad.

La irritación crece dentro de mí. Odio que me toquen, y odio aún más sentirme tan fuera de lugar entre ellos. Esta gente es ruidosa, bulliciosa, y definitivamente no tiene ni un ápice de clase. Intento zafarme del abrazo de la abuela con una sonrisa forzada, pero ella parece no darse cuenta de mi incomodidad.

—Qué suerte tienes de unirte a esta familia —dice mientras sigue apretándome las mejillas—. Vas a ser muy feliz con Logan, ya lo verás.

Si supiera... Si supiera que lo único que me une a Logan es un contrato que me permitirá recuperar lo que es mío. No hay amor ni felicidad en esto, solo negocios.

Finalmente, la ceremonia comienza. Mi padre y mi hermana Charlotte están allí, observando con esa mirada condescendiente que siempre tienen cuando creen que han ganado. Charlotte no puede dejar de lanzarme miradas burlonas, como si disfrutara viéndome caer tan bajo.

Mientras el notario lee los votos, miro de reojo a Logan. Está impecablemente vestido, se ve incluso atractivo, pero eso no cambia el hecho de que sigue siendo un campesino bruto, alguien que no pertenece a mi mundo.

—Pueden besarse —anuncia el notario, sacándome de mis pensamientos.

Respiro hondo y me acerco a Logan, lista para cumplir con este último acto de formalidad. Pero antes de que pueda hacerlo, él se inclina hacia mí y, en lugar de besarme, cambia la dirección de mi cara y me susurra al oído:

—No creas que lo conseguirás tan fácil, niñita caprichosa.

Mi corazón da un vuelco. Siento el calor subiendo a mi rostro, la vergüenza y la rabia me queman. Estoy segura de que me he puesto roja como un tomate, pero mantengo la compostura, obligando a mis labios a esbozar una sonrisa forzada mientras la multitud aplaude, pensando que acabamos de besarnos.

La pequeña celebración que sigue es aún peor. Ponen música country, y la familia de Logan parece disfrutar cada momento. Bailan, ríen, beben... No es que me desagraden las fiestas, sino este tipo de fiestas. Odio cada maldit0 segundo de estar aquí. Intento mantenerme al margen, pero es imposible. La abuela me arrastra para que conozca mejor a la familia, y antes de que me dé cuenta, las hermanas de Logan me están haciendo preguntas incómodas.

—¿Cómo se conocieron? —pregunta la más joven, con ojos curiosos.

—Debe estar superenamorada de Logan, porque él es un cascarrabias —añade la otra, con una sonrisa cómplice.

Me quedo paralizada, sin saber qué responder. Pero antes de que pueda decir algo, siento el brazo de Logan rodeando mi cintura. Me obliga a sentarme en sus piernas, y su apretón en mis muslos es lo suficientemente firme como para dejar claro lo que espera de mí. Quiere que mienta, que juegue a ser la esposa enamorada.

Con una risa fingida, miro a las hermanas y digo:

—Oh, sí, lo sé. Mi esposo es un bruto, pero así lo quiero.

Logan no dice nada, pero puedo sentir su mirada fija en mí, como si estuviera evaluando cada palabra que digo. La tensión entre nosotros se puede ver a kilómetros, pero nadie más parece notarlo. Todos siguen riendo y celebrando, como si esto fuera lo más normal del mundo.

Por fin la fiesta termina. Todos comienzan a irse, dejando a los recién casados solos. Veo cómo mi padre y Charlotte se acercan para despedirse.

—Nos vamos ya —anuncia mi padre con esa frialdad habitual.

—¿Qué? ¿Ya? —protesto, intentando no sonar desesperada—. No pueden dejarme aquí sola...

—Eres una mujer casada ahora, Savannah. Ya no estás sola —dice Charlotte con una sonrisa burlona, dándome una última mirada de triunfo antes de irse.

Los veo partir, y de pronto me encuentro sola con Logan. La casa es grande, pero ahora parece más pequeña, sofocante. Miro a Logan con odio acumulado en cada fibra de mi ser.

—Te odio —le digo, con los dientes apretados.

Para mi sorpresa, Logan sonríe cuando me escucha. Una sonrisa ladeada, casi divertida, como si mis palabras no le afectaran en absoluto. Antes de que pueda reaccionar, camina hacia mí con pasos decididos, y en un solo movimiento me carga sobre su hombro como si fuera un costal de papas.

—¡Bájame! —grito, pataleando—. ¡Te lo exijo, Logan Carter! ¡Bájame ahora mismo!

Pero él no me escucha. Ignora mis gritos, mis patadas, y sigue caminando hacia la casa, con una calma irritante. Me lleva directo al interior y sube las escaleras hacia la habitación.

—Te voy a matar... —sigo gritando, incapaz de controlar mi rabia. Pero Logan solo suelta una risa baja, como si mis amenazas no fueran más que palabras vacías.

Finalmente, abre la puerta de la habitación. Estoy furiosa, más de lo que jamás he estado en mi vida.

Él se queda de pie todavía sosteniéndome en su hombro, me da una palmada en el trasero y yo jadeo por la sorpresa y el enojo.

—Bienvenida a tu nueva vida, señora Carter —dice con ironía.

Lo odio, con cada parte de mi ser. Pero, al mismo tiempo, sé que este es solo el principio.

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