—Hanna no me interesa —pronuncié fríamente, con mi expresión seria reflejando mi falta de interés.Él comenzó a reírse de forma escandalosa y despreciable, el sonido reverberando en mis oídos como una afrenta añadida.—¿Y crees que a mí me interesa tu madre? Solo me casé con ella por su fortuna —él continuó, su risa mezclándose con un tono burlón.Sus palabras fueron un golpe directo a mi orgullo. —Puedes revolcarte con quien quieras. Si ella no te interesa, puedes hacer lo mismo que yo: tener una gata en tu casa que sea más que una sirvienta y en la calle a una mujer de verdad —sus palabras eran veneno envenenando mi mente.El desprecio que sentía emanaba de él como una miasma nauseabunda.—Ya te mostré cómo debes tratar a una mujer para que haga todo lo que quieras. Puedes domar a Hanna, así de fácil —su voz era ácida mientras me ofrecía su retorcida guía para manipular a las mujeres.Apreté mis puños con fuerza, clavando mis uñas en mis palmas, negándome a cometer los mismos error
Ayer viví uno de los días más memorables de mi vida...Después de un relajante tiempo en el baño, salí y lo encontré parado junto a la ventana, contemplando el paisaje urbano que se extendía más allá de los cristales.—¿Qué estás mirando tan ensimismado? —pregunté, rompiendo su trance.Max se giró hacia mí con una sonrisa pícara. —Solo pensaba en cómo podría pintar ese horizonte en tu pared —bromeó.Le pedí a Max que me ayudara a pintar mi habitación, ya que mi padre insiste en que debo asumir responsabilidades y eso implica involucrar a Max de manera indirecta.Max respondió que no había traído ropa adecuada, así que fui corriendo al cuarto de mi padre, saqué un conjunto deportivo y regresé hacia él.Le pedí amablemente que se lo pusiera, aunque casi exigí que lo usara.Max mencionó que no le gustaba que lo mandaran y que yo era muy mandona. Simplemente sonreí ante sus comentarios.Con ternura, le pedí a Max que tomara el conjunto para ayudarme a pintar mi habitación, recientemente d
★¡Max!Cuando desperté, sentí la mirada que me daba Hanna.Ella comentó mientras me observaba: ―Te has dormido como un tronco.Su cabello estaba húmedo; parecía que se acababa de dar un baño, y vestía un vestido rosa. Su cabello estaba suelto y llevaba zapatos de charol.―¿Me quedé dormido? No planeaba quedarme dormido en casa de Hanna, y mucho menos en su cama. Solo que me emocioné tanto leyendo que me cansé.―Sí, cuando desperté, ya estabas en la cama, y tú estabas a mi lado.¿Dormí con ella? Esto es una locura; si se enteran, me meteré en problemas.Me puse de pie inmediatamente y busqué mi ropa. La que llevaba puesta era del padre de Hanna; además, no me había lavado la cara, estoy lleno de pintura.―Mis padres no están, no llegaron a dormir, y Dylan tampoco, así que no te preocupes —dijo con expresión seria.―¿Siempre te dejan sola? Ella negó.―No, seguro mis padres pensaban que Dylan regresaría, pero no lo hizo. Casi nunca estoy sola. Por cierto, ya que Dylan no está, ¿podrías
Después de salir de la cafetería, decidí volver a casa.Ni siquiera había pasado por allí, cuando llegué encontré a mi madre preparando el almuerzo. No estaba seguro si mi hermana Monserrat estaba en el instituto, ya que tiene demasiadas faltas y solo asiste cuando mi padre quiere que lo haga.―Max ―me habló mi madre. Me acerqué a ella, pero no tenía ganas de hablarle, así que no mencioné ni una sola palabra. Ella me miró pero tampoco me dijo nada.Al ver que ninguno de los dos hablaría, me di media vuelta para irme. Pero finalmente decidió hablar, así que me giré para escucharla.―Tu padre quería saber cuándo comenzarías las clases y quiere el recibo del cheque que te dio.Era de esperarse que no me diría algo agradable.Creí que me preguntaría dónde había pasado la noche, pero no lo hizo. Seguro ni cuenta se dio de que no dormí aquí.Vi cómo se movió hacia el lavadero y cojeaba.Tomé una manzana del frutero y pregunté:―¿Mi padre volvió a golpearte? ¿Por qué? ¿Qué nueva cosa te met
Salí de casa de mis padres decepcionado, ¿será que siempre será igual? Estoy harto de toda esta mierda de familia que me tocó.Comencé a caminar sin rumbo y terminé sentado en la banca de un parque, con mi vista perdida en el césped, mientras reflexionaba sobre toda la mierda que cargaba en mis hombros.Jamás creería que terminaría golpeando a mi padre y que mi madre siempre estaría de su lado; lo más triste de todo es que mi hermana es la que paga todos los errores de mi madre, los mismos errores que en mi niñez me tocó pagar a mí.Sentí cómo alguien se sentaba a mi lado en el banco del parque, y un leve contacto en mi hombro me hizo girar la vista.Era Hanna, una pequeña niña de catorce años que, a pesar de su corta edad, irradiaba una madurez inusual para su edad.Sus ojos mostraban una preocupación genuina mientras me preguntaba: —¿Te encuentras bien?Permanecí en silencio, observándola durante un instante. Me invadió un sentimiento de duda y confusión.No sabía si debería confia
★HannaDespués de conversar aquel día con Max, me di cuenta de que es una persona que ha sufrido mucho y, además, me agrada. Siento que es increíble. A pesar de que ha visitado la casa varias veces para ver a mi hermano Dylan, suelo encontrar excusas para quedarme en casa en lugar de salir con mis amigas cuando él viene. Aunque no hemos hablado mucho, prefiero estar presente cuando él visita, aunque sea solo por un instante.Soy una chica joven, y sé que él nunca se fijaría en mí. Para él, solo soy su amiga o la hermana de su mejor amigo. Pero ¿por qué no seguir soñando? Cada vez que Max aparece en la puerta de mi casa, mi corazón da un salto. Intento disimularlo, pero mis mejillas no pueden evitar ruborizarse ante su presencia.—Hola Hanna, ¿está Dylan en casa? —pregunta Max con una sonrisa radiante, como si mi hermano tuviera el poder de iluminar su día.—Sí, está en su habitación. Entra, no te hagas de rogar —respondo tratando de sonar más casual de lo que me siento en realidad.M
★Max.Me encontraba trabajando diligentemente en el restaurante, atendiendo a los comensales, cuando empecé a escuchar risas y murmullos provenientes de un grupo de estudiantes universitarios. Me acerqué a su mesa para tomar su orden, pero en lugar de eso, comenzaron a burlarse de mí.— Mira a este pobre diablo, ¿qué hace aquí trabajando en un lugar como este? —dijo uno de ellos con desdén.— Sí, ¿no es él de una familia adinerada? Debería estar disfrutando de su riqueza en vez de servirnos comida —se rió otro, mientras los demás asentían condescendientes.— No entiendo cómo alguien de esa universidad podría conformarse con un empleo tan mediocre —sentenció un tercero, provocando risas entre sus compañeros.Decidí mantener la calma y no responder a sus comentarios despectivos. Me dirigí a otras mesas y seguí con mi trabajo. Sin embargo, aquellos estudiantes no parecían contentos con solo burlarse de mí en silencio. Decidieron hacerlo de manera más directa.— Oye, Max, ¿me puedes traer
Me levanté dolorido del suelo, sintiendo el impacto de cada golpe que mi padre me había propinado.A pesar del intenso dolor en mi cuerpo, reuní valor y empecé a recoger las herramientas destrozadas, ahora completamente inservibles.Cada objeto roto estaba esparcido por el suelo, una representación física del caos emocional que llenaba el ambiente.Con manos temblorosas, coloqué las herramientas sobre la cama, observándolas detenidamente.Eran objetos que me habían salvado en más de una ocasión, herramientas que me permitían arreglar y curar. Ahora, desfiguradas y maltrechas, reflejaban la violencia que mi padre había descargado sobre mí.Trataba de controlar mis emociones, pero era abrumador mantener la calma en medio de todo eso.Salí de mi habitación y me encontré con una escena desoladora.Mi padre ya no estaba presente, pero mi madre y Montserrat se afanaban en limpiar y reparar todo lo que él había destrozado al abandonar la casa.Montserrat me vio parado al pie de las escaleras