Nos dirigimos juntos al hospital, ingresé a la bulliciosa sala de cirugías donde Aless ejercía su profesión con admirable dedicación y precisión. El olor a desinfectante llenaba el aire mientras nos adentrábamos en el mundo quirúrgico.Observé asombrado cómo sus manos hábiles realizaban su trabajo, operando a sus pacientes con extrema meticulosidad. Aless poseía una gran cantidad de conocimientos en medicina, pero su verdadera vocación era ser cirujano, y su destreza era evidente en cada movimiento que realizaba.Pasaron algunas horas y salimos de dos cirugías agotadoras. Aless lucía cansado, por lo que decidió descansar en la sala de recuperación del hospital, donde reinaba un ambiente de tranquilidad entre el bullicio del día a día.Fue entonces cuando Matthew llegó, tal como me había informado previamente. Su rostro reflejaba preocupación mientras se acercaba, y yo lo recibí con un gesto amable, preparado para ayudarlo en lo que necesitara.—¿En cuánto tiempo tendrás los resulta
Nos despedimos y regresé al consultorio, donde me reuní con Aless para discutir los detalles del tratamiento y la situación con Matthew. Desde ese día, seguimos un protocolo específico para su cuidado, priorizando la salud y bienestar de Matthew mientras luchábamos contra el envenenamiento que amenazaba su vida.Al mismo tiempo, decidí apartarme un poco de Hanna, evitando cualquier situación que pudiera complicar las cosas. Me di cuenta de que era necesario mantener cierta distancia para evitar malentendidos o tensiones innecesarias en nuestra amistad.Me enfoqué en mi carrera profesional, graduándome en tres carreras de medicina dos años más tarde, con la determinación de convertirme en el mejor médico que podía ser para poder ayudar a más personas.Con varios préstamos e inversiones estratégicas, tomé la decisión de formar mi propio hospital. Fue un paso arriesgado pero necesario para poder ofrecer un servicio médico de calidad y cumplir con mi visión de ayudar a quienes lo necesit
Como siempre, me encontraba en el hospital desde muy temprano, sumido en mis responsabilidades como director, lidiando con la complejidad de gestionar un lugar donde la vida y la muerte se entrelazan a diario.Cuando me sentía frustrado, encontraba refugio en la labor de atender a mis pacientes, lo que más disfrutaba hacer. Sin embargo, la posición de liderazgo implicaba tantas responsabilidades que apenas encontraba tiempo para dedicarme a atender mis necesidades, una ironía que no pasaba desapercibida para mí, llevándome a un constante balance entre el deber y la pasión.Terminada mi reunión matutina, me dirigí a mi oficina, sintiendo el peso del estrés y la carga que llevaba encima, como si cada preocupación se hubiera depositado en mis hombros, formando una pesada carga que apenas podía soportar. Al ingresar y cerrar la puerta, me apoyé en ella, dejando escapar un suspiro, como si el aire que abandonara mis pulmones también se llevara parte de la presión que me oprimía.Sin embarg
Me acerqué lentamente a Angelina, notando su nerviosismo evidente en sus ojos ansiosos, que parpadeaban rápidamente mientras sus dedos jugueteaban con el borde de su blusa. —Es que, Max, ¿me podrías hacer los estudios prematrimoniales? Iba a ir a un frío y aséptico laboratorio, pero le tengo un miedo irracional a las jeringas —torcí los ojos ante las palabras de Lina mientras observaba cómo sus manos temblaban ligeramente, creando un pequeño temblor en su voz. —Claro, entra, no te dolerá mucho —intenté tranquilizarla con una sonrisa reconfortante, notando cómo su respiración se volvía más agitada ante la idea del procedimiento. —Sí —respondió ella, con un atisbo de duda en su voz, que temblaba ligeramente. Caminamos juntos por los pasillos del hospital, ella siguiendo mis indicaciones hasta llegar a los laboratorios, con pasos vacilantes que reflejaban su creciente ansiedad. —¿Dolerá? —preguntó con una mezcla de ansiedad y preocupación mientras se sentaba en la incómoda silla de
—Veo que no pierdes el tiempo en bajarle la prometida a tu amigo —dijo Scott con una sonrisa socarrona, mientras sus ojos brillaban con malicia.Solicitamos Angelina y yo, que Scott se callara y no diera su opinión si nadie la había pedido, pero su presencia seguía siendo una molestia constante.No estábamos dispuestos a dejar que arruinara nuestro buen humor y el momento especial que compartíamos, pero sus comentarios hirientes lograban infiltrarse en nuestra conversación.Sin embargo, las palabras de Scott resonaron en mi mente, sembrando una semilla de intriga y preocupación.¿Qué quería decir con que Montserrat estaba internada en el hospital? Un escalofrío recorrió mi espalda ante la posibilidad de una emergencia médica.Me invadió una sensación de desconcierto y preocupación, mientras intentaba procesar la noticia impactante. Angelina también parecía sorprendida por la revelación inesperada.—¿Montserrat está aquí? —preguntó Angelina, levantándose de un salto, su voz temblaba li
★MonsMe duele todo el cuerpo, me siento terriblemente maltratada. La puerta se abrió y, para mi sorpresa y alivio, vi a Scott acercarse.—Scott —dije con alegría en mis ojos al verlo.—¿Cómo te sientes? —me preguntó con preocupación.—Me duele todo, Scott. Ayúdame, no quiero que él me haga daño de nuevo. Por favor, ayúdame.—¿Qué quieres hacer? —preguntó, asumiendo un gesto reflexivo.—Tengo que evitar que Dylan y Angelina se casen —respondí con determinación.—¿Por qué, Mons? Ellos se aman, déjalos en paz —me imploró.—No puedo, Scott. Si no lo hago, papá me castigará de nuevo. Ayúdame, por favor.Scott respiró profundamente antes de responder. —Te ayudaré, pero nadie puede saberlo.Sentí un torrente de alivio al saber que Scott estaba de mi lado. Me senté en la camilla y lo abracé, mientras él acariciaba mi cabello. Mi corazón latía con fuerza, pues amo profundamente a Scott, pero él no siente lo mismo por mí.Siempre me ha dicho que soy alguien con quien sacia la soledad que le
Moví mi hombro y su cabeza cayó un poco, dándome un golpe en el pecho. —¿Por qué hiciste eso? —preguntó molesta, frunciendo el ceño. Sus ojos reflejaban confusión e irritación.—Lo que pasa es que me dio un calambre en el hombro —respondí, tratando de justificar mi reacción involuntaria. Pero ella no parecía convencida. —¡Mentiroso! —exclamó, exasperada. —Iré a darle el pésame a Hanna y a Amelia, ya vuelvo. Se alejó rápidamente mientras yo la observaba fijamente, sin poder apartar la mirada de su figura que se alejaba.—Ahora que Dylan terminó con ella, tienes el camino libre para hacerla tuya —comentó Scott, con su típico tono presumido y una sonrisa burlona en su rostro. Sus palabras me hicieron fruncir el ceño.—No deberías estar consolando a tu novia, o ya sé, abriendo a mi hermana de piernas. Ya no sé qué haces más últimamente. Mi mandíbula se tensó y apreté los dientes, intentando controlar mi ira. Sabía que pelear en un velorio no era apropiado ni sano, así que me limité
—Ayúdame —suplicó Dylan con voz temblorosa, buscando el apoyo y la guía de aquel que estaba dispuesto a brindárselo.—¿A qué? —pregunté, sintiendo una mezcla de curiosidad y compasión hacia su situación.—A encontrarla —dijo Dylan con tono decidido, con su voz quebrándose levemente. La angustia y el anhelo de encontrar a quién había echo daño se evidenciaban en cada una de sus palabras.—Vete a bañar. —respondí, ofreciéndole un gesto de apoyo y tranquilidad. Con gesto agradecido, Dylan se dirigió hacia el baño, buscando encontrar un poco de paz y liberarse de la carga que llevaba consigo.Mientras tanto, yo me quedé en silencio, reflexionando sobre la magnitud de la tarea que había asumido al ofrecerle mi ayuda. Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesto a hacer todo lo posible para acompañarlo en su proceso de cambio y sanación.Una vez que Dylan terminó de bañarse, nos adentramos en el camino que habíamos trazado juntos. Siguiendo mis consejos, lo ingresé en una asociación pa