Bajó con su premio y un certificado, se sentó y me lo puso en las manos.—Felicidades.Traté de devolvérselo pero él no lo recibió.—Te dije que todos mis logros serían gracias a ti y tú los tendrías todos.—Pero Aless también te ha ayudado.Max parecía pensativo y tomó el premio.—A Aless le daré esto.—Max...—Tú quédate con el certificado.—Eres un tonto.—Vamos, ya no me interesa estar aquí, vamos a comer algo.—Sí Max.Salimos de la premiación, tomados de la mano, y me llevó a almorzar a un elegante restaurante italiano.Pedimos una variedad de deliciosas comidas típicas y disfrutamos de una conversación animada. Después de satisfacer nuestro apetito, decidimos dar un paseo por las pintorescas calles.— ¿Sabías que mi hermano vendrá? — Le pregunté, buscando cualquier rastro de emoción en su rostro.Max suspiró y respondió con una expresión de resignación en su mirada.—Llevo meses sin hablar con Dylan.Seguro es por Angelina.Asentí comprensiva. Max, había estado distante desde qu
★Max.—¿A dónde vas? —me preguntó Vladimir, confundido por mi repentina decisión de abandonar las pláticas en el hospital.—Debo irme —respondí apresuradamente. Salí corriendo y detuve el primer taxi que encontré. Sabía a dónde tenía que ir: a casa de Hanna.Llegué a su puerta y llamé, pero no hubo respuesta. Decidí usar mi llave para entrar. Entré y corrí a su habitación, pero ella no estaba. Entré en el baño y allí estaba ella, con los ojos cerrados en la bañera. El agua traslucía su figura y me quedé más tiempo del que planeaba, admirando su cuerpo. Sacudí la cabeza y corrí hacia ella, le toqué la frente y noté que aún tenía fiebre, pero parecía más débil que nunca.—Max, ¿voy a morir? —preguntó ella sin abrir los ojos.—Sí, lo siento, tu enfermedad es terminal —respondí con tristeza.—Idiota. Comenzó a reír, y yo no pude evitar sonreír también.—Vamos, te revisaré —dije mientras tomaba una bata de baño y ella se ponía de pie. Me acerqué a ella para ayudarla a colocársela.—¿Aú
Después de que salí sigilosamente de la habitación de Hanna, me percaté y sorprendí al encontrarme cara a cara con Matthew, el padre de Hanna. Nuestros ojos se entrecruzaron y pude sentir la tensión en el ambiente. Matthew, con una mirada penetrante pero calmada, rompió el silencio y me pidió que lo siguiera a su despacho. Asentí nerviosamente y caminé detrás de él, sintiéndome como un delincuente atrapado en su trampa.Una vez en el despacho, Matthew me indicó que tomara asiento en una silla de cuero. La sala estaba decorada con estanterías llenas de libros y una grandiosa mesa de madera maciza. Me senté, pero mi mente estaba llena de preocupación por lo que el padre de Hanna podría saber.Matthew rompió el silencio, su voz profunda y firme.—Tenemos que hablar sobre Hanna, Max,— comenzó. —Sé que entre tú y mi hija hay algo más que una simple amistad.— Tragué saliva y traté de mantener la compostura.—Se equivoca, señor. Hanna y yo somos amigos, nada más —respondí, intentando negar l
No he podido conciliar el sueño en toda la noche, me siento intranquilo y necesito alejarme de este lugar. Me he quedado horas y horas mirando el techo de la habitación, notando algunos puntos extraños en su estructura, pero sin poder cerrar los ojos ni por un momento. Hasta que finalmente, los primeros rayos de luz se filtraron por la ventana.Permanecí unos instantes contemplando cómo el sol comenzaba a iluminar la habitación, llenándola de una cálida luz matutina. Después de un breve momento de tranquilidad, me levanté decidido, me di un baño y salí de la habitación. Nos encontramos en esa época del año en la que el sol sale demasiado temprano y se oscurece igual de pronto. El frío se clava en los huesos y las personas parecen aferrarse a sus camas, retrasando sus despertares.Bajé las escaleras con la intención de abandonar la casa de Hanna, pero extrañamente me sentí como un intruso, como si estuviera actuando a escondidas. Al pasar por la sala, mi mirada se encontró nuevament
En el tren, llamé a Matthew para preguntarle si podía venir a París para realizarle los estudios.Todo el camino a París lo pasé con los ojos cerrados, tratando de encontrar un poco de paz en medio de la tormenta emocional en la que me encontraba. En algunos momentos, caí en un sueño reparador, buscando escapar de la realidad que me había consumido. Al llegar, me dirigí a casa de Aless, ya que había olvidado mis llaves en casa de Hanna. Toqué el timbre y Aless me abrió la puerta, dándome la bienvenida a su hogar. —¿Qué te pasó en el rostro? —Me preguntó Me tomó del brazo y me guió como si fuera un niño pequeño hacia la sala. Me sentó en un cómodo sofá de terciopelo rojo, rodeado de cojines de seda. —Y bien, ¿qué te pasó? —preguntó de nuevo Aless, mientras buscaba un botiquín en un armario de madera tallada. Sus ojos brillaban con curiosidad y preocupación.—Me peleé —respondí con pesar. Había sido una pelea estúpida, impulsiva, pero no pude evitarlo. Las emociones me habían su
Nos dirigimos juntos al hospital, ingresé a la bulliciosa sala de cirugías donde Aless ejercía su profesión con admirable dedicación y precisión. El olor a desinfectante llenaba el aire mientras nos adentrábamos en el mundo quirúrgico.Observé asombrado cómo sus manos hábiles realizaban su trabajo, operando a sus pacientes con extrema meticulosidad. Aless poseía una gran cantidad de conocimientos en medicina, pero su verdadera vocación era ser cirujano, y su destreza era evidente en cada movimiento que realizaba.Pasaron algunas horas y salimos de dos cirugías agotadoras. Aless lucía cansado, por lo que decidió descansar en la sala de recuperación del hospital, donde reinaba un ambiente de tranquilidad entre el bullicio del día a día.Fue entonces cuando Matthew llegó, tal como me había informado previamente. Su rostro reflejaba preocupación mientras se acercaba, y yo lo recibí con un gesto amable, preparado para ayudarlo en lo que necesitara.—¿En cuánto tiempo tendrás los resulta
Nos despedimos y regresé al consultorio, donde me reuní con Aless para discutir los detalles del tratamiento y la situación con Matthew. Desde ese día, seguimos un protocolo específico para su cuidado, priorizando la salud y bienestar de Matthew mientras luchábamos contra el envenenamiento que amenazaba su vida.Al mismo tiempo, decidí apartarme un poco de Hanna, evitando cualquier situación que pudiera complicar las cosas. Me di cuenta de que era necesario mantener cierta distancia para evitar malentendidos o tensiones innecesarias en nuestra amistad.Me enfoqué en mi carrera profesional, graduándome en tres carreras de medicina dos años más tarde, con la determinación de convertirme en el mejor médico que podía ser para poder ayudar a más personas.Con varios préstamos e inversiones estratégicas, tomé la decisión de formar mi propio hospital. Fue un paso arriesgado pero necesario para poder ofrecer un servicio médico de calidad y cumplir con mi visión de ayudar a quienes lo necesit
Como siempre, me encontraba en el hospital desde muy temprano, sumido en mis responsabilidades como director, lidiando con la complejidad de gestionar un lugar donde la vida y la muerte se entrelazan a diario.Cuando me sentía frustrado, encontraba refugio en la labor de atender a mis pacientes, lo que más disfrutaba hacer. Sin embargo, la posición de liderazgo implicaba tantas responsabilidades que apenas encontraba tiempo para dedicarme a atender mis necesidades, una ironía que no pasaba desapercibida para mí, llevándome a un constante balance entre el deber y la pasión.Terminada mi reunión matutina, me dirigí a mi oficina, sintiendo el peso del estrés y la carga que llevaba encima, como si cada preocupación se hubiera depositado en mis hombros, formando una pesada carga que apenas podía soportar. Al ingresar y cerrar la puerta, me apoyé en ella, dejando escapar un suspiro, como si el aire que abandonara mis pulmones también se llevara parte de la presión que me oprimía.Sin embarg