Entre la mafia y el amor
Entre la mafia y el amor
Por: MV Oropeza
Prefacio

Nos ubicamos en Florencia, Italia, siglo XX.

La guerra mundial había finalizado recientemente, sin embargo, la sociedad italiana aún vivía con el terror de que los eventos se repitiesen pronto y tener que despedir de nueva cuenta a los hombres pertenecientes a su familia que habían logrado sobrevivir a la guerra, aunque los alemanes indicaron haber aceptado las condiciones de armisticio y que, por ende, Alemania ya no debería suponer un peligro para la sociedad italiana ni para el resto del mundo, solo deseaban la paz, aunque los problemas internos siempre suscitasen en cada estado.

Era el inicio del año 1919, primeros días del mes de enero, apenas había pasado dos meses desde el cese de las batallas, por ello los habitantes aún se sentían emocionalmente afectados por los acontecimientos ocurridos durante esos cuatro años llenos tormentos y calamidades que golpeó a cada familia que había perdido a un ser amado producto de la guerra; el miedo constante a un nuevo ataque les mantenía ocultos en sus hogares, refugiándose bajo sus camas de madera cada que escuchaban ruidos fuertes durante las noches, rogando a Dios que no permitieran que las fuerzas alemanas y aliados ignoraran el armisticio. Sin embargo, muchos sabían perfectamente que ataques por parte de militares enemigos no eran el único problema, pues su misma gente era otro asunto por el cual preocuparse durante y luego de la guerra. La mafia.

Estos hombres de traje elegante con armas bastantes letales se encargaban de dominar el mundo oscuro de las callejuelas de los diversos poblados del país, asesinatos despiadados por peticiones de trabajo o negociaciones que, de terminar en malos términos, salían en la prensa del siguiente día o del posterior con escenas que resultaban desgarradoras para algunos. Resultaba normal ver las distintas batallas entre los miembros de familias enemigas, vidas que culminaban a temprana edad, llevando consigo también a los inocentes que, sin desearlo, habían tenido la mala suerte de caer dentro del fuego de la mafia.

Alessandro Coppola era el líder del grupo mafioso situado en Bellosguardo, la grande famiglia Lombardo, cuyo negocio se centraba en el sicariato simple o en masa y en el tráfico de armas. Un hombre bastante alto de un metro ochenta y cinco, delgado pero fuerte, respetado y calificado como un tipo justo dentro de aquella sociedad, siendo considerado de los más importantes en la región de Florencia y vecinos; alguien bastante poco agradable y de carácter dominante ante sus hombres, uno que le gustaba mantener su cabello azabache bien peinado y oculto bajo un sombrero y un saco sobre sus hombros cuando salía a hacer negocios, el tipo de varón que amaba tomar una taza de té cada mañana al despertar y mientras leía y una de leche antes de dormir, no obstante, tenía un pequeño defecto, y es que su debilidad eran las chicas en apuros, pues de niño, presenció un evento que le marcó de por vida. Era un individuo malvado, claro, así se consideraba a sí mismo y aún más ante sus enemigos, pero en realidad era un ser benevolente con sus allegados, además de que defendía a toda mujer que estuviese dentro de su rango visual, no permitía que ninguna sufriera mientras él pudiera evitarlo. Era algo así como su marca personal, su marca distintiva dentro del mundo de la mafia, y era bastante reconocido por el título de caballero.

Laura era una joven que apenas entraba en la etapa adulta, hija menor de una familia que solo la conformaba su padre y su hermano mayor, pues su madre había fallecido al momento de darle a luz. Era una chica de baja estatura, un metro cincuenta y cinco para ser exactos, que disfrutaba de diversos viajes con su familia por toda Florencia o al resto de Italia, una chica bastante alegre y lista, amaba la lectura, la música, amaba aprender de todo lo que le llamase su atención, pues su pensar era que el adquirir más conocimientos, le abriría grandes puertas que la ayudarían a ser una gran mujer de la sociedad. Su estatus era bastante pudiente así que no escatimaba en realizar diversas actividades mientras su hermano estuviese a su lado para acompañarla y protegerla como a cualquier señorita de la época, ella sabía que tanto su hermano como su padre no deseaban que esa adorable chica perdiera su sonrisa y sus sueños, ella era su tesoro más sagrado en todo el mundo.

Aunque pudieran existir miles de millones de posibilidades para que ambos se encontraran, fue un evento bastante desagradable lo que une Alessandro a Laura. La chica estaba sola, al borde del colapso, las lágrimas y la muerte; él decide acogerla mientras ella logra recuperar aquello que había perdido, sus recuerdos, estos parecían haber sido atrofiados por tantos eventos fuertes en tan poco tiempo, aquella sonrisa que tanto había sido protegida, fue mermada por el trauma y sufrimiento, y es Alessandro quien, poco a poco, revive el corazón de esa joven chica, logrando que él también tuviese un cambio para bien. La alegría de esa joven cambió mucho su actitud fría y distante, por una más amorosa y humana.

Laura era mucho más de lo que él creía y esperaba, miles de sorpresas escondidas en una mujer que en definitiva era respetable pero osada y muy distinta del resto de damas del entorno. Una mujer que logró enamorarle sin siquiera darse cuenta hasta que ya no había retorno.

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