Mónic estaba realmente ofuscada y eso Dominick podía notarlo con tan solo mirarla a través del espejo retrovisor, ella lo había pillado observandola un par de veces y rápidamente apartaba la vista, ella sonreía de lado de una forma realmente aterradora, destilaba todo el orgullo que portaba en su interior; Dominick pudo darse cuenta que lejos había quedado esa niña que irradiaba pura inocencia. Algo había cambiado en ella, no supo cuando y exactamente qué la hizo cambiar; pues habían pasado tantas cosas que era difícil saber el momento exacto en que se había producido el cambio pero podía notarlo, en el brillo de sus ojos, en ese fuego de rabia y rencor que se extendía en su mirada clara. Y por primera vez en mucho tiempo sintió miedo, un miedo real que podía calar hasta sus huevos, temió que está vez ella hubiera decidido dejarlo de amar de forma definitiva, la simple idea dolió en su pecho; quizás había pecado de iluso al pensar que ella siempre estaría allí para él, profesando le
Mónic se encontraba recostada boca abajo en su gran y comida cana, ya habían pasado alrededor de dos horas que había llegado a casa de su padre, tenía la cabeza apoyada en una de sus manos para estar semi levantado, sus pies de movían cruzados en el aire dándole un aspecto bastante infantil mientras jugaba con el mando de la televisión y cambiaba los canales con una velocidad impresionante, sin ver nada realmente.Un ligero suspiró escapó de sus labios, estaba más perdida en sus pensamientos que otra cosa, buscaba respuestas para interrogantes que ni siquiera sabía de dónde había surgido o mejor dicho sabía pero se negaba a admitirlo y por más que no quería pensar en eso las ideas no dejaban de dar vueltas en su cabeza.— Yo conozco esa forma de suspirar — se escucha de pronto la voz de Clarisa, que si bien no la había criado si había pasado mucho tiempo a su lado una vez que había llegado al CopaCabana y la había visto de esa forma en muchas ocasiones, cuando se perdía en sus cavilac
Cerro los ojos, respirando profundamente mientras se encontraba en la entrada del edificio de las oficinas Carbajal, observando a través del cristal esa tenue llovizna que caía con gracia desde las nubes, froto sus manos sobre sus brazos en un intento de darse calor.Había llegado a las instalaciones aproximadamente hace 20 minutos, había ingresado Lara resguardarse de la lluvia aunque en realidad no deseaba hacerlo y sin saber porque se había quedado allí de pie, simplemente observando la descarga del cielo que aún era muy leve, incluso podría decir que se trataba de una llovizna dulce, lluvia contenida que provenía de un cielo cubierto de nubes.Por alguna razón se sintió terriblemente identificada con el clima de ese momento pensando en todas esas lágrimas contenidas que no había logrado escapar de sus ojos a pesar de la revolución de sus sentimientos y sabía que, así como el cielo, llegado el momento esas gotas tenues se iban a transformar en un torrente, incontrolable; intenso, a
Odiaba con todas sus fuerzas a la imbécil de su prima, odiaba ver cómo los ojos de Dominick derrochaban amor por esa bastarda recién aparecido pero al re todo odiaba que Dominick pasará de su presencia solo por estar al pendiente de Mónic, esa niñita en definitiva era una molesta piedra en sus zapatos, un obstáculo muy grande a la hora que quedarse con el amor del Carbajal.¿Cómo era posible que ni porque le dijo que llevaba un niño en el vientre él dejara de lado ese estúpido amor que creía sentir hacía Mónic?, las cosas no estaban saliendo como ella lo había planeado, siempre imagino que Dominick se derretiría de alegría al momento en que supiera que se convertiría en padre por primera vez. ¡Pero no!, ¿que había hecho él?, ¡gritarle lo mucho que amaba a Mónic!, ¿cómo era eso posible?.— ¿Ya te sientes mejor? — escucho la pregunta de Dominick, quien aún la sostenía entre sus brazos, su voz sonaba tan distante, tan fría como en antaño y eso le hacía erizar la piel, porque el menor de
Dominick iba al volante, mientras Mónic parecía ir perdida en sus pensamientos; con la vista clavada en el cristal de la ventana como si el exterior fuera lo más interesante del mundo en vez de una simple mancha casi abstracta a causa de la velocidad a la que iba.El silencio en el que de habían sumido era bastante pesado y demás incómodo, ella trataba de ignorarlo mientras él no dejaba de verla de reojo, ninguno de los dos se atrevía a abrir la boca si quiera, no sabían que decir o que hacer ante esa situación que de pronto se tornaba tan incómoda.— Deja de mirarme de reojo... me siento espiada — el silencio fue interrumpido por la suave voz femenina, Dominick respiro profundo, el volante lo sujeto con una sola mano mientras la otra la pasaba por su cabello despeinandolo.— Lo siento, no quería incomodarte — se disculpo, sus mejillas se sonrojaron un poco ante la vergüenza de haber sido descubierto mirando a la muchacha.— ¿Cómo está el bebé?, me percate está mañana de que Litzy par
Dicen que cuando coqueteas con la muerte y sales ileso vuelves a nacer... quizás era cierto... quizás alguna personas se sumergían en la oscuridad y por alguna razón lograban salir de eso...Y quizás ella sería una de esas personas, que tenían la fuerza interior para no dejarse arrastrar por la tentadora penumbra...Sus ojos se abrían y cerraban con demasiada rapidez, como si fuera imposible para ella mantenerlos abiertos por más de unos pocos segundos, se sentía aturdida, su cabeza dolía y su pecho ardía con cada bocanada de aire que entraba a sus pulmones.Escuchaba voces, sentía acciones sin poder detallar que era lo que realmente ocurría a su alrededor, demasiado aturdida por lo que había tenido que enfrentar y estaba segura que aún falta mucho infierno por recorrer.— Tranquila señorita, ya estamos en el hospital — un paramédico intentaba calmar sus nervios, quizás para que pudiera respirar mejor porque sentía que su pecho se oprimía cada vez más.— ¿Él... cómo... está? — pregunto
Un nuevo día llegó por fin, después de una larga noche de angustia dónde la familia Carbajal y la familia Malvorich no de alejaron de sus respectivos retoños, quizás por miedo, quizás porque no se sentían capaces de alejarse de ellos.Dominick estaba estable lo que era positivo en cuanto a su mejoría mientras Mónic comenzaba a abrir los ojos con pesadez, sintiéndose realmente aturdida y sintiendo que no podía respirar, sus ojos de encontraron de inmediato con su adorable doctor, dándose cuenta de que no era un sueño; no había sido una alucinación por su parte en un momento de máxima debilidad.Extendió su mano hasta sujetar con fuerza el brazo de su doctor, quien se encontraba de pie a un lado de la camilla y ni siquiera se había percatado de que la muchacha había abierto los ojos por estar encimismado.— despertaste — logro decir después de sobreponerse el susto que se llevó al sentir el repentino agarre sobre su brazo, se apresuró a quitar la respiración artificial que asistía a la c
Resultaba increíble como las cosas podían cambiar de un momento a otro, como la secuencia de nuestras decisiones cambiaban el rumbo de nuestras vidas y como un amor podía estarse apagando mientras otro parecía surgir con fuerzas indestructibles...Edgar y Clarisa se encontraban sentados en el sofá de la habitación que Mónic ocupaba en el hospital, mirando discretamente la escena que su niña protagonizaba en compañía de su joven doctor. ¿Que había cambiado en ella?, esa pregunta no dejaba de rondar la mente de Edgar al ver ese brillo que ahora adornaba la mirada de su hija estando en compañía de ese doctorcito, un brillo que no veía hace muchos meses atrás.Resultaba adorable ver a la chica comportarse como una pequeña caprichosa, estando cruzada de brazos y con los labios fuertemente apretados mientras el doctor intentaba lograr que comiera aunque sea un poco de la comida que le habían llevado las enfermeras.— Vamos, nena... solo un poco... llevas mucho tiempo sin ingerir bocado — ped