Noah–¿Pensaste que te librarías de mí tan fácil? –¿Cómo conseguiste mi teléfono? –Contesta entre asustada y risueña. Alejandra y yo tenemos todavía una conversación pendiente antes de que me regrese a Ámsterdam y aunque anoche desapareció no iba a dejar esto pendiente.–Ni que fueras el Rey de España y aunque lo fueras, tengo mis métodos.–Te pasas de gracioso, ja, ja. –contesta sarcástica y a pesar de ser por teléfono, la tristeza en su voz es algo que no puede disimular–. Ya todo terminó, Noah.–Verás, mi hermano es estúpido, dale dos días y se le pasa. –intento romper la obvia tensión en el ambiente con un mal chiste pero es que eso de ser gracioso nunca se me ha dado bien, la verdad–No creo que sea así de simple –Un silencio triste se hace y yo quisiera tener otro comentario irónico que la haga espantar esos fantasmas de su cabeza, pero no lo hay.–Sí lo es –se me ocurre contestarle– y como te dije antes, tú y yo tenemos que hablar–Noah…–No, esto no tiene nada que ver con mi
Noah Meier El frío de la noche es abrumador a pesar de estar en verano. El sonido de los trenes entrando y saliendo sin final, las personas, sus murmullos, los miles de idiomas que se escuchan a mi alrededor y a pesar de todo eso me siento en medio de la nada. Recuerdo cada minuto de ese día, el sonido insistente de mi celular con el nombre de mi hermano en la pantalla que me negaba a contestar… ¿Y si no lo hubiese ignorado? ¿Si no hubiese esperado a que mamá marcara…, acaso todo sería diferente ahora? El Abuelo. Puedo sentir en mis músculos cómo mis piernas aún resienten el esfuerzo que hice para llegar hasta él, subiendo cada escalón de ese hotel sin pensar y sin importarme estar en medio de los Alpes Suizos donde mis pulmones no alcanzaban a atrapar el suficiente oxígeno, donde no me importaba que con cada movimiento me quedaba sin aliento. Trato de enfocarme, pero por alguna razón no puedo. Solo han pasado días desde esa noche, de hecho, huyo de todo en este momento sintiend
Días antes – Día del matrimonio de AmelieNoah¿Frustración, dolor o arrepentimiento?Estoy en un estado donde desconozco el sentimiento que me embarga. Donde no tengo una explicación lógica de las cosas que atormentan mi cabeza y simplemente me quitan el aliento día a día. Cosas que me roban las ganas de poner un pie fuera de la cama o dentro de ella.No recuerdo cuándo fue la última vez que dormí una noche completa o cuando me levanté sin el dolor extendiéndose en todo mi cuerpo, o que mi estómago me diera algo de tregua al ardor lacerante. Si lo pienso, no tengo respuestas claras a ello, aunque para ser sincero tampoco me interesa saberlo. Desconozco lo que fue mi vida antes de todo esto porque no sé cuándo toda ella, mi miserable vida, empezó a girar en torno a una sola persona que hoy veo radiante, entregándose a otro.¿Aposté y perdí? No, por supuesto que no. Las personas como yo no apostamos; lo damos todo, lo calculamos todo, lo planeamos todo... El resultado no fue el esperad
Luna—Hija, a partir de hoy vivirás con el señor Forbiden, él cuidará de ti y te dará una mejor vida —dice mi padre con su voz temblorosa.Veo a mamá llorando muy preocupada junto a dos hombres vestidos de negro con gafas oscuras y el señor Forbiden se acerca a mi padre, es un hombre muy alto y bastante robusto, va vestido igual que los hombres que están con mamá, pero de color blanco. Retira sus gafas y mano de dedos gordos toca mi rostro, él sonríe, pero me da miedo su sonrisa.—No quiero ir papá, quiero quedarme con ustedes —pedí un poco asustada alejándome de ese señor.—No hija, no, debes ir con él, mamá y yo tenemos que hacernos cargo de algunos trabajos y no podremos jugar contigo.—Así es preciosa —el hombre de blanco presiona el hombro de papá, se nota que lo hace fuerte porque él se queja un poco, aunque me hace creer que no es así y se aparta. —Ya verás que en mi casa nos divertiremos mucho los dos y haré un cuarto de juegos solo para ti.Daba miedo, ese hombre da mucho mie
Noah–Vaya, no sabía que eras de aquellos a los que el jetlag les afectaba tanto –Veo a Oz bajar las escaleras de la gran casa en la que me encuentro con su típica sonrisa sardónica que parece no abandonar nunca–… Aunque en realidad no hay ninguna diferencia horaria entre Ámsterdam y Zúrich –comenta con sarcasmo.Llevo semanas sin dormir propiamente dicho, las horas se me pasan entre ver mi teléfono que no da más información y el paisaje caluroso de la ciudad. Sé que duermo, sí, pero solo lo hago cuando el cuerpo al final es el que me vence y mi cerebro se apaga porque si no, estaría totalmente loco al día de hoy.–Parece que hoy nadie va darnos muchos detalles –continúa hablando–, bueno me alegra mucho que ya estés dispuesto a un nuevo día, no creas que estarás viviendo a mis costillas mientras estés aquí.–Sé que vine a trabajar, además te recuerdo que amo lo que hago, aunque…–¿No lo parezca? –me interrumpe riendo en bajo tono, aunque desee refutar lo que acaba de decir, las pocas
Noah El Golden Room Camino tras los pasos de Oz, pero sin perder de vista a la mujer que toma un cóctel de alguna manera a pesar de la máscara que usa, el gran salón en donde estábamos poco a poco se va quedando sin personas ya que, al parecer, este no es más que una antesala para el verdadero entretenimiento del lugar. Sigo con paso sigiloso y sosegado a la persona que me trajo a este sitio y la razón por lo cual lo hago no la voy negar, no, ya que se ha encendido en mí nuevamente una llama que creí perdida: La curiosidad; no estoy muy seguro de lo que me encontraré, aunque tengo una leve idea de ello. Por eso me puede más el bicho incesante de querer descubrir cada detalle o morir en el intento. Un imponente salón se abre ante nosotros con una luz amarillenta, la nave está equipada de una enorme vitrina con diferentes juguetes sexuales: Esposas, cuerdas, comida, condones y lubricantes... nada fuera de lo común, pero me sorprende ver la cantidad de cosas que no había visto jamás
NoahEl Red Room Nuevamente una cantidad obscena de puertas me rodean, pero esta vez no hay forma de seguir subiendo, la luz roja es la protagonista esta vez predominando en el ambiente cuya lascivia se cuela por los poros de cualquiera que puse este lugar.Recuerdo la llave asignada y espero a que de alguna forma ésta me muestre cuál puerta debo abrir, debo parecer un loco ya deseando que un objeto inanimado me hable y me guíe.Camino lentamente frente a cada puerta esperando esa sensación de que ahí debe ser cuando una risa, una burlona pero al mismo tiempo tenebrosa, percibo. Me dejó guiar esta vez por el sonido y cuando lo escucho cada vez más claro paso la llave por la hendidura que me da acceso a un nuevo salón: un salón rojo, cubierto de espejos y con muchos más elementos que el primer piso.Mi primera visión es una mujer de talla grande, lleva su cuerpo enfundado en un delicioso corsé de cuero negro que reflecta la luz roja del lugar, la vestimenta resalta cada gran curva que
NoahPero ¿por qué habré aceptado esta locura? debo parar de dejarme llevar por lo que considero retos, siempre termino en camisa de once varas por la misma situación, igual que ahora, en medio de algo que para ser sincero poco conozco excepto por la literatura y el cine barato del que estoy seguro desdibuja mucho la realidad de estas prácticas.–¿Nervioso Xavier? –escucho a Sole entre las sombras, aparentemente en la sala solo estamos Yoyce y yo, pero al mirar más detenidamente las paredes entiendo que el espectáculo puede ser visto por más de uno.–Depende de lo que quieras ver Sole –respondo altivo concentrándome en mi acompañante, se le ve igual de insegura que yo. Si bien la curiosidad me llevó a este momento tengo que reconocer que ahora estoy completamente bloqueado.–Retroceder también es de valientes –vuelve a decir ella y el reto se hace más personal para mí en este punto.No le respondo, busco como moderar mi lenguaje corporal para hacer sentir cómoda a mi primera sumisa, y